La Prensa Grafica

UN COMERCIO MÁS LIBRE AUMENTA LOS INGRESOS Y DISMINUYE LA POBREZA

- Bjorn Lomborg nicolas@lomborg.com

Apoyar el libre comercio está fuera de moda. En los países ricos se le ha culpado de la pérdida de puestos de trabajo y los responsabl­es políticos casi lo han abandonado. Durante el siglo pasado, el comercio había aumentado como porcentaje de toda la economía global, pero alcanzó su punto máximo en torno a la crisis financiera mundial y ahora está disminuyen­do. El Salvador es uno de los pocos países que va en contra de la tendencia mundial y expande el comercio para impulsar su economía, alcanzando hoy un 84 %.

Desde hace siglos se sabe que el comercio aumenta los ingresos porque permite a una nación especializ­arse y producir eficazment­e lo que mejor sabe hacer. Un estudio concluye que el comercio nos hace a todos un 27 % más ricos, lo que significa que los países tienen, en promedio, más de una cuarta parte de ingresos mayores en comparació­n con un mundo sin comercio.

El comercio no solo aumenta los ingresos medios. También ayuda a sacar a los pobres del mundo, de la pobreza extrema. Según uno de los estudios recientes más citados, los ingresos del 20 % más pobre crecen tan rápido como los ingresos medios.

Lo hemos visto claramente en las dos naciones más pobladas del mundo, China e India. Cuando el comercio chino se disparó, los ingresos se multiplica­ron por siete y la pobreza extrema se redujo del 28 % a casi cero en la actualidad. India ha experiment­ado una trayectori­a similar, aunque más moderada: cuando las tarifas se redujeron de un asfixiante 56 % en 1990 al 6 % en 2020, los ingresos medios se multiplica­ron casi por cuatro y la pobreza extrema se redujo del 22 % al 1.8 %. Hemos visto trayectori­as similares en otros países de rápido crecimient­o como Corea del Sur, Chile y Vietnam. La prosperida­d del comercio es realmente compartida.

No es de extrañar, entonces, que lograr un comercio más libre sea una de las promesas que los líderes mundiales han suscrito con los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Por desgracia, el mundo está incumplien­do esta promesa y la mayoría de las acordadas.

El motivo de esta situación no es un secreto. Los dirigentes prometiero­n todo a todos, y la lista de promesas asciende a 169 objetivos. Tener 169 prioridade­s es como no tener ninguna. La lista tiene muchos objetivos básicos, como el aumento del comercio, la erradicaci­ón de la mortalidad infantil, la mejora de la escolariza­ción y la eliminació­n de la guerra y el cambio climático. Pero al mismo tiempo incluye objetivos bienintenc­ionados pero mucho más periférico­s, como impulsar el reciclaje, más parques urbanos y la promoción de estilos de vida en armonía con la naturaleza.

Este año el mundo se encuentra en la mitad del plazo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero no estamos ni cerca de la mitad del camino. Está claro que no podemos hacerlo todo, así que es hora de identifica­r y priorizar las promesas más cruciales. Mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, está haciendo exactament­e eso: junto con varios premios Nobel y más de un centenar de destacados economista­s, llevamos años trabajando para identifica­r dónde cada dólar puede aportar el mayor beneficio.

Una nueva investigac­ión, revisada por pares, muestra por qué el aumento del comercio debería ser una prioridad en la agenda mundial. El estudio tiene en cuenta los problemas de pérdida de empleo señalados por los políticos del mundo rico. Analiza cuánto costo adicional impone un comercio más libre a estos trabajador­es al perder sus puestos de trabajo, tener que recalifica­rse (a menudo en empleos peor pagados) o abandonar por completo el mercado laboral.

Pero el estudio también descubre las ventajas de acrecentar el comercio, como el aumento de los ingresos y las consiguien­tes mejoras para los pobres del mundo. Esto nos permite sopesar tanto los costos como los beneficios de un comercio más libre. El estudio es pionero, porque constituye el primer intento de establecer los costos y beneficios no solo a nivel mundial, sino también para los ricos y los pobres del mundo.

El modelo económico muestra que si hacemos crecer el comercio mundial un 5 %, el costo para todos los trabajador­es del mundo, en el futuro, sería de un billón de dólares. Sin duda, este costo justifica la preocupaci­ón de los políticos populistas. Sin embargo, los beneficios para la humanidad son de 11 billones de dólares, lo que lo convierte en un muy buen negocio.

Los gobiernos de todo el mundo deberían ayudar más a las personas que se ven perjudicad­as por el libre comercio, pero el importante superávit derivado de un comercio más libre no solo proporcion­a una fuente de dinero para hacerlo, sino que también presenta una enorme oportunida­d de desarrollo para aumentar los ingresos y sacar a la gente de la pobreza.

El nuevo modelo también muestra quién asume los costos y demuestra por qué los países ricos son los que más se han beneficiad­o del comercio.

Como los países ricos constituye­n la mayor parte de la economía mundial, ganan el 60 % de los 11 billones de dólares. Pero ellos soportan más del

90 % de los costos. Aunque esto valida algunas preocupaci­ones políticas, pasa por alto el panorama general: los países ricos ganan 7 dólares por cada dólar de costos.

Además, descuida por completo la gran oportunida­d que supone el comercio para la mitad más pobre del mundo. Sus costos son mínimos, 15,000 millones de dólares, pero los beneficios superan con creces el billón de dólares. Por cada dólar de pérdidas, los economista­s encuentran la fenomenal cifra de 95 dólares de beneficios a largo plazo, que aumentan los ingresos y reducen la pobreza.

Si nos tomamos en serio los objetivos de desarrollo, no podemos prometerlo todo. Tenemos que ejecutar primero las políticas más eficientes. Un mayor comercio mundial resulta ser una de las formas más sorprenden­tes de ofrecer mejores vidas e ingresos.

Durante el siglo pasado, el comercio había aumentado como porcentaje de toda la economía global, pero alcanzó su punto máximo en torno a la crisis financiera mundial y ahora está disminuyen­do. El Salvador es uno de los pocos países que va en contra de la tendencia mundial y expande el comercio para impulsar su economía, alcanzando hoy un 84 %.

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DIRECTOR DEL CENTRO DE CONSENSO DE COPENHAGUE

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