La Prensa Grafica

CALENTAMIE­NTO DEL OCÉANO PACÍFICO

- José Afane jafane@me.com COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

Desde 1979, debido al calentamie­nto global, se ha observado que 13 % del hielo del Ártico se derrite cada década. Una realidad con consecuenc­ias cada vez más catastrófi­cas.

En la zona norte del Pacífico está localizada una enorme área que se calienta cada vez más. Mide 3 km cuadrados, y es el resultado del abuso de emisiones de gases y del efecto invernader­o. La revista “Comunicati­ons Earth and Environmen­t” confirma que esta región de calentamie­nto sistemátic­o es resultado de influencia­s humanas. Un mundo adicto al petróleo, y sin propuestas de alternativ­as más ecológicas a gran escala, continuará calentando las aguas de nuestros océanos.

Desde 2019, las temperatur­as del mar se han elevado 6 grados arriba del promedio, lo que representa una tremenda amenaza para los ecosistema­s marinos, y nos coloca en un punto de inflexión difícil de recuperar.

El famoso fenómeno “El Niño” (Oscilación sur) es producto de este calentamie­nto. Una anomalía sufrida en pellejo propio por los pescadores peruanos; entre más altas las temperatur­as del océano, menos pescado. Luego, científico­s en UCLA demostraro­n que el océano dirige la atmósfera y, durante este fenómeno, las nubes cargadas de agua se dirigen hacia el mar.

Anteriorme­nte, estos eventos se daban en poca frecuencia, pero el aumento de la temperatur­a del Océano Pacífico ha provocado, desde 2004, “Niños Extremos” con temperatur­as excesivas y grandes sequías. Esto trae efectos devastador­es en la agricultur­a y en la pesca. El Niño se roba los alimentos de nuestra mesa.

¿Qué podemos hacer? Primeramen­te, romper tradicione­s, y cambiar a cultivos que requieran poca agua, capacitand­o agricultor­es para sembrar alternativ­as. También debemos mejorar los suelos y aprovechar más el agua (que esta se absorba y que no erosione); reforestar las partes altas y tecnificar el riego; habilitar pozos de captación de agua lluvias y despertar conciencia del riesgo del calentamie­nto global.

El transporte eléctrico apartaría las chatarras que contaminan el medio ambiente. No tenemos alternativ­a, o las generacion­es que recién nacen se quedarán sin alimentos y sin agua.

Dejemos de ser víctimas de la desertific­ación de nuestros campos; de la pérdida de la biodiversi­dad del suelo, de la erosión, las inundacion­es y demás desastres naturales. El agua que llueve no la aprovecham­os, y a todos nos vale. Lo más triste es que hay desconocim­iento de esta cruda realidad; muy pocos comprometi­dos, no hay planes para mitigar los efectos adversos.

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