La Prensa Grafica

LAS GANANCIAS DE VOLVERNOS A ENCONTRAR

- Karla Rivas krivasopin­ion@gmail.com / @Karlakings

En las últimas semanas me he dedicado a valorar cada vez más la experienci­a de volvernos a encontrar. Pasamos de una etapa de distanciam­iento físico a una en la que podemos estar cara a cara, darnos un abrazo y vernos sonreír. Puede parecer pequeño, pero no lo es. Estar cerca de las personas y apreciar las interaccio­nes no solo es positivo emocionalm­ente sino también económicam­ente a nivel macro.

Inicié una nueva experienci­a como catedrátic­a. Estoy impartiend­o una materia relacionad­a con la comunicaci­ón estratégic­a y, como era de esperarse, hay muchos contenidos que requieren de la presencial­idad.

Tuve una primera clase con un grupo de manera virtual y otra con un grupo de manera presencial. En ambas clases los alumnos se debían presentar por un minuto. En la clase presencial a los alumnos no les alcanzaba el tiempo, querían seguir contando sobre ellos, lo que les apasionaba, sus ocupacione­s y más. En la clase virtual sobraba la mitad del tiempo, en treinta segundos ya habían dicho lo necesario y no se percibía interés en contar más. En esa clase, no dudo que todos hicimos nuestro mejor esfuerzo, pero la ausencia de la magia de la presencial­idad quedó en evidencia.

Con este mismo grupo con el que inicié de manera virtual, tuve dos clases más de manera presencial, la última fue el viernes por la noche y trabajamos en un taller de expresión verbal y corporal. Para mi sorpresa, aquel grupo que conocí y que noté un tanto reservado, ya en persona se “soltó” y ahora, pese al cansancio y al tráfico, pide que las clases sean presencial­es, porque enriquecen más su aprendizaj­e.

La semana pasada también tuve la oportunida­d de viajar y reencontra­rme con algunos colegas que tenía mucho tiempo de no ver, incluso con algunos que conocía únicamente de manera virtual. Definitiva­mente las interaccio­nes en persona exceden con creces las que suceden a través de la pantalla y, si bien eran el pan de cada día mientras vivimos la pandemia, cada vez son menos necesarias.

Mientras algunos prefieren trabajar de manera remota hay quienes siguen prefiriend­o la presencial­idad. Alguien me decía recienteme­nte que le sería imposible trabajar todo el tiempo de manera remota pues, por su personalid­ad, se sentía aburrido, solo y con la necesidad de convivir con sus amigos y colegas de la oficina. Me habló también de que si trabajaba desde casa su jornada tenía hora de inicio, pero no hora de fin, y sí, según una encuesta publicada por Indeed en 2021, los trabajador­es remotos eran más propensos que los trabajador­es in situ a decir que el trabajo remoto empeoraba sus niveles de agotamient­o.

La presencial­idad trae consigo una ganancia emocional y también una ganancia económica para el ecosistema en general. De acuerdo con un artículo publicado por Forbes¹, se ha evidenciad­o que el trabajo remoto tiene un impacto adverso en lo económico. Alrededor de las empresas que siguen vacías, hay restaurant­es, gimnasios, salones de belleza, tiendas, que han visto disminuir sus ingresos, afectando también los ingresos fiscales y el empleo.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) dijo que en 2023 podría declararse el fin de la emergencia por covid-19 en el mundo; es momento de aplicar lo aprendido, valorar las interaccio­nes personales y fortalecer las habilidade­s necesarias para continuar adaptándon­os.

Definitiva­mente las interaccio­nes en persona exceden con creces las que suceden a través de la pantalla y, si bien eran el pan de cada día mientras vivimos la pandemia, cada vez son menos necesarias.

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PROFESIONA­L EN REPUTACIÓN Y SOSTENIBIL­IDAD

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