EL ARTE DE IRSE
El arte de irse sin irse. El jueves 17 de abril, El Faro publicó un editorial en el que anuncia que el periódico “se cambia de casa”, a Costa Rica. El paratexto explicita la información: “La estructura administrativa y legal se muda a Costa Rica, pero nuestra redacción seguirá haciendo periodismo en El Salvador. No dejaremos de informar sobre el país que está en el centro de nuestra cobertura”.
Hay varios elementos tan interesantes como graves e importantes en el entorno de esa decisión. Lo primero es por supuesto medir la gravedad en juego. Que un medio independiente –justamente– tenga que sacar del país su estructura legal por el acoso que recibe de la parte de la administración Bukele es una señal fuerte del estado en el que está la democracia en El Salvador. Que a uno le guste o no el trabajo de El Faro –de hecho, en ningún caso es la cuestión aquí–, todos tienen que poder estar y trabajar. Si no, la discusión y el debate ya no existen y, por lo mismo, ya no existe la democracia.
Nos acordamos de lo que había dicho el presidente oficialista de la Asamblea cuando los periodistas de El Faro estaban ya quejándose de su difícil situación en el país con las amenazas y campañas de difamación que reciben directamente desde Casa Presidencial. Ernesto Castro dijo entonces “¡que se vayan, hombre, no los necesitamos, váyanse!” Esta vergonzosa reacción es bastante fácil de entender. He aquí el segundo elemento interesante: el arte de irse es saber irse poniendo las formas. Es proponer por ejemplo un pequeño fuego artificial. El viernes 14 de abril, es decir al día siguiente del editorial en cuestión, El Faro publica una investigación que muestra cómo un empleado de Castro vendió al Ministerio de Agricultura $630,500 en alimentos durante la pandemia.
También nos acordamos del famoso video de Bukele, al principio de la pandemia, que amenazaba en una reunión ministerial a todo su gabinete de que él mismo metería preso al que se atreviera a robar aunque sea “un centavo”. Pues aquí, tiene Sr. presidente, con pruebas. Está todo en la investigación de El Faro.
El domingo 23 de abril, es decir seis días después, sale otro artículo titulado: “Reos construyen en terreno playero de amiga de la madre de Osiris Luna”. En él, Sergio Arauz expone las fotos y los documentos que demuestran cómo “dos docenas de reos han estado trabajando en obras de terracería y lo que parecen ser muros perimetrales” en un terreno frente al mar que pertenece a Marta Mileydi Campos, amiga de Alma Yanira Meza, la madre de Luna, el que administra las cárceles del país.
En semejante situación, cada quien hace lo que mejor hace. El Faro, en su condición de periódico, hace periodismo e incomoda mostrando todas las mentiras del discurso oficial y oficialista. La administración, en su condición de gobierno corrupto y autoritario, intenta silenciar. Por cierto, es gracioso que Bukele dijera –en inglés– por Twitter hace unos días, tras la salida de Tucker Carlson de Fox News: “No pueden eliminar @Tuckercarlson así que tratarán de desprestigiarlo, censurarlo y sacarlo del aire”. Pues como siempre, los principios del presidente solo funcionan cuando le conviene. Pero podemos afirmar: “No pueden eliminar El Faro ni el periodismo independiente, así que tratarán de desprestigiarlo y censurarlo”.
Es gracioso que Bukele dijera –en inglés– por Twitter hace unos días, tras la salida de Tucker Carlson de Fox News: “No pueden eliminar @Tuckercarlson así que tratarán de desprestigiarlo, censurarlo y sacarlo del aire”. Pues como siempre, los principios del presidente solo funcionan cuando le conviene.