“EL RESPETO: ES UNA OBLIGACIÓN MORAL DE TODOS”
La persona como ser humano trae desde que nace un derecho inalienable, indivisible e intransferible: su dignidad. Por consiguiente, nada ni nadie le puede quitar o arrebatar e incluso (aunque se hace) atentar contra la vida misma de alguien por el simple hecho de querer hacerlo, por molestar continuamente a otro, por conseguir algo a través del medio equivocado del acoso, maltrato o asedio y generar en la otra parte delicadas y graves consecuencias a nivel mental, emocional, psicológico y físico; ese valor intrínseco tan esencial.
Existen miles de personas en este mundo de distintas edades que a lo largo de su vida han tenido un hilo obsesivo o mejor dicho una actitud repetitiva enfermiza de afectar, maltratar e irrespetar al prójimo, por no ser como ellos, por querer tener lo que la otra parte tiene, por el propósito de generarle conflictos y un mal; en fin, debido a que no tienen otra cosa más importante que hacer en su vida o ver por su vida, en lugar de hacer daño (algunas ocasiones irreparable) a la dignidad, ser y entorno de la persona.
El buller (o la persona intimidante) en la acción del “bullying” se disfraza de muchas maneras. Los actores buleadores se inmersan en las instituciones educativas públicas y privadas (porque aquí no hay distinción de sexo, raza, edad, religión, etcétera), en el trabajo, círculos sociales, grupos religiosos y hasta en la propia familia. Todos estos ámbitos son donde algunos han llegado al punto de las amenazas y de atentar contra la vida del otro o de la vida del familiar consiguiente.
Dijo el poeta francés Antoine de Saint-exupéry: “La dignidad del individuo consiste en no ser reducida al vasallaje; por la largueza de otros”. Recordemos que la dignidad humana es el amor que nos debemos a nosotros mismos. Por ello, el escritor y periodista peruano Mario
Vargas Llosa afirma: “Nunca hay que dejarse pisotear por nadie y este consejo es la mejor herencia que podemos obtener”.
Los acosadores piensan que pueden reafirmar su identidad lastimando a los demás; en una forma de maltrato intencional y persistente a causa del celo, envidia y frustraciones, donde no hay ningún reparo en lo que están haciendo al otro, por eso lo violentan.
Recuerde que si lo permite una vez, lo permitirá cien veces más, sea cual sea la situación. Esto ocurre como un elemento invisible. Es valioso prestar atención a ciertos focos: el buller se sube al escenario a hacer su show para provocar trauma, aislamiento social, miedo, inseguridad, poca comunicación, desmotivación, desinterés, afectación del autoconcepto y por ende desencadenar afecciones físicas como: alteraciones del sueño, ansiedad, depresión, nerviosismo, dolores de cabeza, de cuello, abdominales y de espalda; agotamiento y falta de apetito.
Este tema es una temática casi interminable. Lo que sí es significativo indicar es que el “bullying” es uno de los tantos vicios de que nos dan queja, sobre todo en colegios y escuelas. Enséñele a su hijo (a) a respetar al otro. Existen colegios (y de gran nombre también) que encubren a los acosadores y buleadores, ya sea porque pagan más, por su apellido de peso, por conquista de intereses o por pura conveniencia. ¿Qué acaso hacer mal lo hace más importante? ¿Acaso usted cree que ese hijo es mejor que otros? ¿Acaso obtendrá algún beneficio más que opacar y dañar la vida de un inocente? Pues ¡NO! No porque sea un menor de edad se tiene que reprender con baja exigencia. Al contrario (pero sin violencia) denuncie a los responsables y a quienes los lideran por ser cómplices y quedarse de brazos cruzados. No es desear mal, ni pagar mal con mal; simplemente es salvaguardar una vida digna de respeto y amor.
En su trabajo, no permita que lo enfermen. En los grupos religiosos, Dios lo ha llamado a servirle a Él; pero no que otros se sirvan de usted, para marginarlo, faltarle el respeto o corregirlo por sumisión a sus ideales. Por supuesto, en la familia, sea quien sea; es cierto que se debe perdonar, pero no necesariamente reconstruir relaciones o dejar pasar momentos que pusieron en riesgo su existencia y salud.
No se le olvide: usted vale más que el oro y ante Dios, Nuestro Señor y Salvador, es incalculable. No permita bajo ningún motivo dejarse enfermar o denigrar su autoestima por nada ni por nadie. Acuda a las personas pertinentes, para ayudarse.
Recuerde que si lo permite una vez, lo permitirá cien veces más, sea cual sea la situación.
“Es importante que los gobiernos se abstengan de utilizar estos mecanismos, investiguen y castiguen a los responsables”. Carlos Jornet, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE LIBERTAD DE PRENSA E INFORMACIÓN DE LA SIP, REFERIDO AL ESPIONAJE MEDIANTE PEGASUS. (AGENCIA EFE).