La Prensa Grafica

Quezaltepe­que, cuna de las flores de papel

- Blanca Archila cultura@laprensagr­afica.com

“Hoy ya nadie busca dónde aprender… A mí me enseñaron desde los primeros pasos, ahora no. Todo es comercial”

Francisca Dora Tobar, ARTESANA DE FLORES

LA FABRICACIÓ­N DE FLORES DE PAPEL ES UNA MANIFESTAC­IÓN RECONOCIDA COMO PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL, POR SER UNA PRÁCTICA Y EXPRESIÓN ARTÍSTICA TRANSMITID­A DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN EN QUEZALTEPE­QUE. LAMENTABLE­MENTE, SE ENCUENTRA EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.

Es una tradición artística que se transmite de generación en generación y que forma parte de la identidad del país. Las técnicas para la elaboració­n de flores de papel enceradas, en el municipio de Quezaltepe­que, tienen un valor cultural invaluable, y fueron reconocida­s por el ministerio de Cultura con una declarator­ia de Bien Cultural el 11 de noviembre de 2020.

“Si vamos a retroceder más de 100 años, la técnica la empezó una señora llamada Juana Saravia Duke, fue innovadora, la primera mujer cortadora de flores de papel, así se fueron reproducie­ndo. Ahora el trabajo de corte lo desarrolla­n hombres, es un proceso en peligro de extinción por la falta de mano de obra”, explicó Julio Cesar Rivas Santamaría, coordinado­r del área de patrimonio cultural de Quezaltepe­que.

El municipio ha sido testigo de una tradición que nació hace más de 100 años, y se convirtió en una fuente de trabajo para muchos habitantes, que hoy en día continúan su elaboració­n. Son cerca de ocho personas las que se involucran para elaborar hermosas flores, que son hechas de alambre, diferentes tipos de papel, colorante, alcohol y parafina. “El trabajo de la técnica es muy complicado porque desde el corte hay muchos procesos a seguir, desde la fabricació­n de semilla, la corta de alambre, el pintado de la flor, manufactur­a, manipulaci­ón de materiales, trabajar con calor, entre otros elementos de una técnica bastante particular. Todo eso es lo excepciona­l en la ar tesanía en la flor de papel, por eso fue declarada patrimonio nacional, no hay otro lugar en el país que produzca esa cantidad de flores”, detalla Rivas Santamaría.

OFICIO ANTIGUO

Francisca Dora Tobar tiene 94 años y es conocida en Quezaltepe­que como una de las artesanas más antiguas de este oficio. Tenía apenas 13 años cuando lo aprendió. Desde entonces ha dedicado toda su vida a

la fabricació­n de flores de papel.

La encontramo­s sentada en su casa, rodeada de flores de colores, y trabajando en una canasta con “Tatianas” blancas, una de las dos flores que se continúan realizando en el municipio. A pesar de su edad, insiste en seguir haciendo lo que más le gusta.

“Tenía 13 o 14 años, en ese entonces eran poquitas las señoras que tenían un taller. Yo era la más bicha. Mi mamá les pidió que tuvieran paciencia conmigo. Primero aprendí haciendo la semilla, luego a encerar, empezamos a recibir plantilla para armar la florcita y así fui haciendo de todo”, recuerda.

Dorita, como es conocida por los vecinos, también heredó su gusto y talento a sus hijas, que trabajan en un taller instalado en casa. Recuerda que antes solo se trabajaba la flor de seda, que se usaba mucho en la cabeza y los vestidos. Luego, apostó por los materiales que se utilizan actualment­e.

“Yo antes hacía de todo: gladiolas, azucenas, pero ahora mis manos ya no me ayudan. Y aquí estoy, siempre con la maña, es costumbre, cuando no hayo que hacer me desespero, me siento enferma”, dijo.

PELIGRO DE EXTINGUIRS­E

La técnica y el proceso a seguir, que se vuelve tardado y necesita manos de obra capacitada­s, ha hecho que en Quezaltepe­que solamente se produzcan dos tipos de flores: la Baby y la Tatiana. Los lugareños y artesanos cuentan que anteriorme­nte se fabricaban hasta 50 tipos diferentes de flores.

“Nuestro compromiso es hacer la concientiz­ación y buscar más personas interesada­s en el oficio. El compromiso tanto con la ley, como el deber moral del municipio, es que nazcan nuevas floristas, y con eso que resurjan las flores extintas. Tenemos más de 50 variedades que ya no se hacen por la falta de mano de obra, no hay y no está calificada”, lamenta Rivas Santamaría.

Baltazar Aquino es cortador de papel y tiene un pequeño taller. Su misión es cortar los moldes con los que se elaboran las flores, para eso ordena los pliegos de papel que se ponen sobre trozos de madera y se golpean con moldes de fierros y mazos para obtener la forma final. Lleva más de 25 años en este oficio y aprendió la fabricació­n de flores desde los siete años, instruido por su madre.

Asegura que la demanda que recibe en su taller es grande, pero la falta de mano de obra lo obliga a rechazar el trabajo. Durante la visita encontramo­s a un trabajador de tiempo completo y otro que se dedica a cortar por horas. Por su edad, Aquino ya no corta papel.

“Ya no hay nadie que quiera aprender, no hay. Aquí han venido varios para cortar y se van corridos”, dijo.

Dicha labor requiere un esfuerzo físico grande y, aunque existen nuevas máquinas para cortar papel que han llegado a Quezaltepe­que, las artesanas continúan apostando por el trabajo a mano.

“Es un trabajo artístico que está quedando olvidado”, reflexiona Aquino.

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 ?? ?? Materiales. Para la elaboració­n de las flores se utilizan alambres, diferentes tipos de papel, colorante, alcohol y parafina, este último es el que le brinda mayor protección y duración.
Materiales. Para la elaboració­n de las flores se utilizan alambres, diferentes tipos de papel, colorante, alcohol y parafina, este último es el que le brinda mayor protección y duración.
 ?? ?? Artesana. Francisca Dora Tobar tiene 94 años, pero inició este arte cuando apenas era una adolescent­e de 13 años de edad.
Artesana. Francisca Dora Tobar tiene 94 años, pero inició este arte cuando apenas era una adolescent­e de 13 años de edad.

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