EL TEMA CRÍTICO DE LA VIGENCIA REAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL PAÍS DEBE SER ATENDIDO DESDE LA SOCIEDAD Y DESDE EL ESTADO CON TODA RESPONSABILIDAD
Toda la temática referida al reconocimiento, al respeto y a la defensa de los Derechos Humanos se viene poniendo cada vez más en relieve en el ambiente, y de una forma que no tiene precedentes. Hasta no hace mucho, tal cuestión parecía ubicada en una esfera más bien teórica, aunque los desconocimientos y las violaciones de los mismos se producían de manera dramática y consecutiva en los distintos planos de nuestra realidad. Pero esta época de cambio ha hecho que toda la temática referente a la vigencia real de los Derechos Humanos cobre vida conforme a lo que debe ser: un ejercicio continuo e inagotable de dignidad individual y colectiva, que trae siempre en el centro de la misma la imagen de la persona humana, no como un retrato abstracto sino como un testimonio de vida realmente viviente, sin ninguna clase de diferencia por origen, identidad o poder. El hecho de que hoy la cuestión vívida de la vigencia real de los Derechos Humanos salga a relucir a diario en todas partes debe inducirnos a sentir que estamos de veras en un nuevo tiempo, en el que la Humanidad (con mayúscula y con minúscula) parece estarse reencontrando consigo misma. Esto implica no sólo un cambio de visión sino también un replanteamiento de la responsabilidad en todos los niveles y dimensiones de la vida. Los ciudadanos de este tiempo son, cada vez menos, autómatas de la coexistencia y van convirtiéndose en receptores responsables para sí mismos y para el resto de seres, de la raza y del género que sean. Y esto abarca también a las otras especies existentes, como puede comprobarse con la atención creciente que se les aplica a los llamados animales, que hasta hace poco eran vistos como objetos sin ningún derecho, aun los que formaban parte del entorno de familia, como los perros y los gatos. Sin duda la conciencia del respeto a todo lo vivo se está intensificando y expandiendo de modo creciente, como no fue imaginable hasta hace poco. Y toda la problemática de los Derechos Humanos va a la cabeza en esta nueva dinámica, que nadie puede detener aunque los factores que se empleen para ello sean de gran poderío tradicional. Y el ejemplo de ello que los salvadoreños tenemos más a la mano en estos días es el derivado de la aplicación del Régimen de Excepción en el área legal, en relación con la lucha frontal contra las pandillas y sus integrantes y allegados. Pero las críticas persistentes contra dicho Régimen se van debilitando, sin desaparecer desde luego, a medida que se mezclan con la animadversión política contra el Gobierno en funciones. Este es otro resultado aleccionador en el sentido de que lo político debe tener su espacio y la legalidad debe tener el suyo, respetándose mutuamente dentro de los cánones de una real práctica democrática. Tocamos, entonces, un punto metodológico crucial: el que corresponde a la democracia, que alimenta y promueve las libertades de toda índole. Tenemos que seguir hablando mucho y a fondo de la democracia, para contribuir a su dinamismo.