DESAFÍOS A LA VERDAD
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa llovieron elogios, comunicados oficiales y discursos grandilocuentes alrededor del planeta. Fuera de algunos silencios concretos y bastante obvios, pareció que la gran mayoría de gobiernos todavía encuentra razones para expresar su respaldo a la labor independiente de los periodistas y los medios de comunicación.
Pero vale la pena recordar que los obstáculos para la prensa libre han ido en peligroso aumento en los últimos años. La multiplicación de medios poco fiables de información y la amplia diseminación de mentiras en la Internet han convertido el trabajo periodístico en un tesoro de valor apreciado por un público con criterio, pero que a su vez, lamentablemente, no parece estar creciendo.
Las alternativas “fáciles” copan el panorama a través del mero alcance tecnológico, en lugar de hacerlo en virtud de su mérito informativo. Así la gente ha vuelto a caer víctima de los mensajes relumbrantes y desprovistos de contenido, como antes era engañada con gorras y camisetas durante las campañas electorales tercermundistas.
El periodismo profesional también tiene enemigos en los gobiernos que invierten dinero público en la desinformación. Así la competencia no solo se vuelve desleal, sino abyecta y desequilibrante, beneficiando a los vendedores de humo, los estrategas del márquetin y los regímenes populistas. Gente que nunca debió acceder a cargos de poder ahora socava la democracia a punta de crear alternativas burdas a la verdad, con una capacidad para generar confusión mayor a la que alguna vez soñaron los peores demagogos de la historia.
El Índice Mundial de Libertad de Prensa 2023, a cargo de Reporteros Sin Fronteras, afirma que el periodismo se encuentra amenazado “por la industria del contenido falso”. Y aunque pueda parecer exagerado hablar de una “industria”, lo cierto es que se trata de un andamiaje que, de forma permanente y agresiva, produce y distribuye desinformación junto a las herramientas para fabricarla. Por lo mismo, cuando cae en manos del poder político, esta maquinaria se transforma en un peligro para los pilares democráticos, incluyendo la prensa y la libre expresión.
En 118 países (de los 180 que evalúa el informe de RSF), “la mayoría de los encuestados informaron que los actores políticos a menudo o sistemáticamente estaban involucrados en campañas masivas de desinformación y propaganda”. Por supuesto, al tener “esta capacidad sin precedentes para alterar el contenido”, el autoritarismo no solo influye en la percepción de la realidad por parte de los ciudadanos, sino que golpea la credibilidad misma del ejercicio periodístico, al convertirlo en un actor con intereses mezquinos y apátridas.
Pero leamos este alarmante párrafo del Índice: “La quinta versión de Midjourney, un programa de inteligencia artificial que genera imágenes de muy alta definición en respuesta a solicitudes de lenguaje natural, ha estado alimentando las redes sociales con fotos cada vez más verosímiles e indetectables, incluidas algunas de aspecto bastante realista de Donald Trump siendo detenido por policías y un Julian Assange en coma con una camisa de fuerza”.
¿Qué hacer frente a esta inestable “geografía”, en la que un 85 % de la población mundial ha visto decrecer su libertad de expresión y vulnerado su derecho a recibir información veraz y profesional? La respuesta solo podrá ofrecerla el mismo ciudadano, cuando adquiera el criterio suficiente para que, además de distinguir el trigo de la paja, aprenda a exigir la dosis mínima de rigor y evidencia que requiere el oficio de capturar y presentar la realidad de los hechos, sin sesgos ni distorsiones.
El fallecido disidente chino Liu Xiaobo (1955-2017), Nobel de la Paz en 2010, sentenció: “La libertad de expresión es la base de los derechos humanos, la raíz de la naturaleza humana y la madre de la verdad. Matar la libertad de expresión es insultar los derechos humanos, es reprimir nuestra naturaleza y es suprimir la verdad”.
Gente que nunca debió acceder a cargos de poder ahora socava la democracia a punta de crear alternativas burdas a la verdad, con una capacidad para generar confusión mayor a la que alguna vez soñaron los peores demagogos de la historia.
“Es el sueño que siempre tuve desde chiquito, era el único trofeo que me faltaba a nivel grupal”. Lionel Messi, EN REFERENCIA A LA SELECCIÓN ARGENTINA DE FÚTBOL, CAMPEONA MUNDIAL. EL JUGADOR SE PRESENTÓ EN LA GALA DE LOS PREMIOS LAUREUS QUE SE CELEBRÓ EN EL PAVILLON VENDOME DE PARÍS. (AGENCIA EFE).