EL LIDERAZGO DE UNA MADRE
No es fácil ser mamá. El cuidado físico de proveer salud, alimento, protección, ropa, calzado y lo necesario para nuestros hijos e hijas ya representa un reto en lo económico; pero más allá de eso, ser sus líderes, cuidarles y fortalecerles emocionalmente, prepararles para la vida y procurar el mejor futuro, es una enorme responsabilidad que llevamos sobre nuestros hombros y que podría representar el éxito o el fracaso de la sociedad. Quisiera decir que no hay presión por hacerlo bien, pero sí la hay.
Pero ser madres no es nuestro único trabajo. Los oficios de la casa, el trabajo en oficina o en calle, el rol de emprendedora, o cualquiera que sea la ocupación que desempeñamos, se suman a nuestros días y debemos aprender a gestionarlo, y a gestionarnos, para mantener nuestra salud mental y física a flote. Esto se complica aún más en los casos en los que las mujeres son la cabeza del hogar, un 37.5 %¹ de los hogares salvadoreños, donde al abrir la puerta hay una mujer posiblemente con doble jornada de trabajo y que sacrifican su propio bienestar por el resto de miembros de su hogar.
El rol de madre es cansado, en algún momento podemos llegar a pensar que no podremos lograrlo porque las emociones o el cansancio nos superan. Cada mamá es un mundo, con sus propios retos, y va liderándolo y resolviéndolo a su manera.
Pero en este torbellino del día a día, vale la pena detenerse a pensar en lo que hace a las madres líderes y el profundo impacto que causamos en la sociedad, la institución más importante de todas.
Las mamás somos líderes formando líderes. Somos serviciales y amorosas pero con la dosis necesaria de disciplina. Como líderes motivadoras somos las porristas y presidentas del club de fans de nuestros hijos e hijas, celebrando cada pequeño paso, cada logro o victoria, además haciéndolo desde el conocimiento profundo de las particularidades de cada uno para sacar lo mejor de ellos.
Somos también líderes en constante evolución, porque como líderes reconocemos nuestros errores y limitaciones y deberíamos ser capaces de pedir ayuda. Asombra ver cómo las mamás hemos ido abrazando sin miedo, y a nuestra manera, los retos de la actualidad, pidiendo ayuda incluso a nuestros hijos e hijas para avanzar.
Y los líderes enfrentan crisis. Por ahí se dice que la vida de padres es “caóticamente hermosa”, pues entre risas, pero también llantos, vemos crecer a nuestros pequeños. Esos micro caos que vivimos a diario son los que tenemos que aprender a manejar de manera positiva y pacífica, como líderes de nuestro entorno y como ejemplo para ellos.
Los líderes inspiran y retan. Ahora mismo, mientras escribo este artículo, mis hijos duermen. Ellos saben que su mamá está trabajando en algo que cuando salga publicado les va a leer y de lo que se van a sentir orgullosos.
Y ya para ir cerrando, es importante mencionar que, para que haya líder para rato, debe encontrar el tiempo para cuidarse, pues no es posible cuidar a otros miembros de la familia si nosotras mismas no nos cuidamos.
Madres, líderes perfectamente imperfectas, las abrazo en su día y espero de corazón que fortalezcamos nuestras habilidades de liderazgo con nuestros pequeños, para seguir formando con amor a esos líderes que tanto necesitamos.
Asombra ver cómo las mamás hemos ido abrazando sin miedo, y a nuestra manera, los retos de la actualidad, pidiendo ayuda incluso a nuestros hijos e hijas para avanzar.