La Prensa Grafica

“Estoy afuera y puedo levantar la voz por ella”

Luisa Hernández Cubías no sabe nada de su hija desde que se la llevaron el pasado 19 de enero. Ayer, para ella, fue uno de los días más amargos. “Siento mucha tristeza”, dijo.

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El tocador de Emely Adriana Pleitez Hernández está como ella lo dejó la última vez. Hay una caja transparen­te con todos sus cosméticos,un p in taúñ as negro y unos aretes. Sobre el espejo hay fotos de ella con sus amigas cuando estudiaba bachillera­to. Su madre, Luisa Hernández Cubías, no puede entrar a ese cuarto sin llorar.

“Mi esposo me dice que lo limpie para que cuando ella venga lo halle bonito, pero no puedo, me pone mal entrar aquí. Lo intento, pero así lo dejo, como ella lo tenía”, narra esta mujer que vivía en la quinta etapa de la Urbanizaci­ón Las Margaritas, Soyapango, antes de mudarse por miedo.

A Emely le capturaron el 19 de enero pasado por agrupacion­es ilícitas, supo su madre después que se la llevaran. La agonía de esta familia comenzó días antes cuando se hizo viral en redes sociales una supuesta foto de Emely con su hermana a las que acusaban de ser parejas de miembros de pandillas, lo cual, asegura Luisa, es falso, porque quienes aparecen en la imagen no son ellas. Se preocuparo­n y al día siguiente fueron a la Procuradur­ía para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) a asesorarse para evitar problemas. Ese día les recomendar­on que tramitaran para ambas jóvenes, una de ellas menor de edad, la solvencia de antecedent­es penales. Como ya era tarde, no lo hicieron. Esa misma noche tocaron la puerta de la casa de Luisa y salió. “Era un grupo como de siete u ocho soldados y me preguntaro­n por ellas, les dije que estaban dormidas, las fui a llamar y salieron. Mostraron sus documentos y al rato de estar ellos ahí me dijeron que estaban limpias (sin antecedent­es). Pero eso nos dejó nerviosas”.

Al día siguiente muy temprano salieron Luisa y sus dos hijas a tramitar la solvencia de antecedent­es penales y fueron a la fiscalía de Soyapango a poner la denuncia por revelación de datos informátic­os. Hasta ese momento seguían inquietas, pero tranquilas, dice esta mujer, porque ya tenían el documento y habían puesto la denuncia, pero todo empeoró.

A las 6:00 de la tarde del 19 de enero, Luisa salió a la iglesia y dejó a Emely y a su otra hija, que recién había dado a luz, dormidas. Al poco rato, Luisa recibió la llama

dadeemelyq­ueledijoqu­eregresara­acasa de inmediato. Cuando llegó vio afuera de su casa a un grupo de soldados a los que, cortesment­e, había saludado antes.

Recuerda que un soldado le dijo: “Mire, madrecita, nos va a disculpar, pero quiero que entienda algo, esto es nuestro trabajo, a nosotros nos mandan, son órdenes de arriba y si nosotros no hacemos nuestro trabajo al entregar cuentas y ven que ahí no hemos obedecido, a nosotros nos va mal”. Con esas palabras a Luisa se le vino el mundo encima.

En un inicio, cuenta, querían llevarse a sus dos hijas, pero cuando uno de los militares vio que la menor llevaba al recién nacido en brazos, desistiero­n y solo detuvieron a Emely. Luisa y su esposo vieron cómo subieron a su hija a un camión y lo siguieron en un carro que, semanas después, por aprietos económicos, tuvieron que vender.

En la delegación, Emely le contó a su madre que la habían desnudado y le tomaron foto a los tatuajes que tenía, que no están relacionad­os a pandillas. “Ese día ella me dijo algo que que me dolió... me dijo ‘mami, que no me vayan a decir que 10 o 20 años (me van a encerrar) por algo que no he hecho... prefiero matarme”.

Esa fue la última vez que Luisa vio a Emely. Luego supo que la habían trasladado a Apanteos. “Eso no es cierto, mi hija es trabajador­a, tiene tatuajes, pero son artísticos, nunca se relacionó con pandillas”. Ella tiene pruebas, las ha presentado en la PDDH, en la Fiscalía, pero hasta ahora no tiene respuesta.

Desde enero, Luisa va una vez al mes a Apanteos a dejarle el paquete a su hija. Dice que en promedio gasta $200. Recibe ayuda de amigos de Emely y de su esposo para costearlo, porque ella no puede trabajar, la diabetes ha empeorado.

Ayer el único consuelo que tuvo Luisa fue ver la ropa y las carteras que Emely le trajo de Estados Unidos. “Ella me sostenía económicam­ente, me regalaba cositas y tulipanes que son mis favoritos”, recuerda. Ayer no hubo tulipanes.

“Yo quisiera tener dos vestidos y un par de chancletas, solo eso, porque tener a mi familia completa y la libertad de mi hija no tiene precio. Dios me la devolverá”. Luisa Hernández Cubías MADRE DE JOVEN DETENIDA

 ?? ?? Lucha incansable. Luisa Hernández Cubías mandó a hacer un afiche donde exige la liberación de su hija, Emely Pleitez. Ella, como puede, reúne dinero para comprarle el paquete de comida.
Lucha incansable. Luisa Hernández Cubías mandó a hacer un afiche donde exige la liberación de su hija, Emely Pleitez. Ella, como puede, reúne dinero para comprarle el paquete de comida.

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