EL RUBRO DEL EMPLEO ES CADA VEZ MÁS DETERMINANTE PARA QUE EL DESARROLLO VAYA LLEGANDO CUANTO ANTES A LOS CONNACIONALES DE TODO NIVEL
El brote de insatisfacción ciudadana que provocaron las políticas y sobre todos los vacíos de políticas que atendieran las necesidades de la gente en la época anterior a la actual ha hecho que los principales rubros referidos a tal insatisfacción sean hoy muy sensibles en el día a día de nuestra vida nacional, y eso se hace más notorio en cuestiones como el trabajo y el empleo. Y esto es un fenómeno que se viene globalizando de manera expansiva. Así, en el recién pasado Día Internacional del Trabajo, que se celebra globalmente el 1 de mayo de todos los años, los más diversos sectores hicieron oír su voz y multitudinarias manifestaciones callejeras salieron a reclamar y a protestar en las más variadas zonas del mundo, incluyendo el llamado mundo desarrollado. Démosle a todo esto, que es original en tantos sentidos, el trato metódico que requiere, para enfilarnos de modo sensato hacia el nuevo horizonte.
Entendidas así las cosas, hay que percatarse a fondo de que todas las condiciones de vida vienen complicándose progresivamente, y el trabajo y el empleo no son ni podrían ser la excepción. Hoy, además, hay más conciencia de las distorsiones y de los vicios que están listos a presentarse; así, por ejemplo, ocurre con el tema del subempleo, que antes ni siquiera se mencionaba como cuestión problemática e injusta. Reducir los horarios para pagar menos o disminuir el pago por hora trabajada no parecían tener mayor importancia, cuando en verdad son recursos perversos que es imprescindible evitar a toda costa. Y esto se vincula con la preservación de los derechos básicos de la población en general, y ya no se diga con la más necesitada, que es la que siempre está en mayor riesgo de ser atropellada y victimizada. Tengamos presente, sin ningún descuido al respecto, que haber entrado en esta fase del desarrollo global presente nos compromete a todos, sin importar niveles o formas de vida, a ponernos al servicio de la evolución, que es en estos días, en primer término, una forma de apertura mental sin fronteras. Abrir las mentes se convierte así en un dinamismo realmente trascendental, desde cuya base se irán articulando las nuevas visiones y previsiones del futuro, y en especial del futuro inminente. Y así, al hablar del trabajo queda claro al máximo que eso abarca también, y en primer término, el trabajo de articulación inteligente y visionaria de las tareas socioeconómicas y de los afanes sociopolíticos. Es una nueva era, sin duda, con todos sus espacios abiertos.
Muy mal haríamos en minimizar todos los esfuerzos anteriormente señalados, porque eso sería ponernos de espaldas ante los desafíos principales de esta época y de nuestra misión vital en ella. La conciencia compartida a la que nos hemos referido antes debe ser asumida y asimilada como lo que verdaderamente es: un aporte fundamental de los tiempos que corren al mejoramiento pleno y permanente de nuestra vida personal y común. Pero la conciencia compartida no basta: hay que emprender de inmediato el trabajo compartido para que dicha conciencia se vuelva fenómeno práctico en el más amplio e integrador sentido del término. Toda esta temática va íntimamente vinculada con la manera en que se desenvuelve la economía nacional, y más aún en tiempos críticos como los actuales. Nadie queda al margen de dicha realidad, porque el acontecer globalizador no lo permite. Puntos como la inflación y el descontrol de los gastos, tanto oficiales como ciudadanos, provocan constantes y significativos desequilibrios, para el Estado y para las familias. No es posible esconderse de dicha dinámica, que es agresiva en todos los aspectos, y hay que estar debidamente preparados para ello. Los salvadoreños debemos aprender a caracterizar nuestros criterios de desarrollo, haciendo todo lo necesario para que nada nos coja desprevenidos. Nunca estuvimos ante un desafío como este, y, en consecuencia, no podemos tomar ejemplo de ninguna experiencia semejante en el pasado. Es hora de invención creativa y realista, que nos conduzca por la senda de las nuevas realidades en marcha. A esto hay que apostarle y para esto hay que trabajar con total voluntad de cambio.
No basta el crecimiento económico en sí, pues en verdad se trata de que dicho crecimiento –por el que hay que trabajar con determinación e inteligencia– esté enfocado en el bienestar y en el progreso de todos los seres humanos que conforman un conglomerado social, teniendo siempre a la vista que ningún conglomerado es semejante a otros. Esta es la clave para hacer bien las cosas.
En El Salvador gran cantidad de familias y de personas han vivido en el límite de la supervivencia, y eso hay superarlo con progreso estructural y social. Si esto no se va logrando de veras, todos los gestos y los discursos se acaban desvaneciendo en el vacío, y lo que queda es más pobreza y más desencanto.
Nuestra población anda siempre en busca de una mejor vida, y el ansia de migrar así lo demuestra. Sólo el trabajo motivador puede ayudar a controlar dicha ansia, que no va a detenerse con ningún tipo de controles intimidatorios.
Hay que trabajar de manera denodada y estratégica para que haya más productividad y, por ende, más opciones de empleo. Esto tiene que ser un compromiso irrenunciable. Comprometámonos a ello, a fondo y sin excepción, todos y cada uno de nosotros.
Hay que trabajar de manera denodada y estratégica para que haya más productividad y, por ende, más opciones de empleo. Esto tiene que ser un compromiso irrenunciable.