VALORACIÓN DE EMPRESAS DE SERVICIOS DE SALUD
A raíz de la publicación de un artículo preparado hace algunas semanas sobre la valoración de empresas en la era digital, el doctor Nelson Romero, cirujano general –asiduo lector de este espacio de opinión–, me contactó porque le pareció de utilidad el artículo, que es precisamente la motivación de cualquier persona que comparte su opinión con otros, que su lectura sirva a la persona que se tomó el tiempo para valorar su contenido.
Lo relevante de ese contacto –por email– era su interés en conversar, vía Zoom, sobre aspectos clave para la valoración de empresas que prestan servicios de salud, considerando el entorno actual caracterizado por cambios acelerados en los patrones de comportamiento de los tomadores de decisiones; a lo que Zygmunt Bauman se refiere –en sus libros: “La modernidad líquida”, “Vida líquida” y “Tiempos líquidos”– como un estado social de cambios constantes y de desaprendizaje permanente en favor de algo “nuevo”.
Antes de continuar, no debemos olvidar que el valor de los activos –indistintamente de su naturaleza– depende de su capacidad para generar efectivo; de las expectativas de crecimiento –gracias a la reinversión de utilidades–; y del costo de oportunidad del dinero de los inversionistas. Esto es válido para cualquier empresa, aunque existen elementos propios al giro de cada negocio que inciden, también, sobre su valor de mercado; no es lo mismo valorar empresas tecnológicas; instituciones financieras; organizaciones dedicadas a la explotación de materias primas; firmas manufactureras o; prestadoras de servicios médicos.
El nivel de incertidumbre ha aumentado a nivel general y en el área de medicina se han venido incorporando, rápidamente, innovaciones tecnológicas; medicamentos de última generación; tratamientos no invasivos; uso de aplicaciones para el manejo de expedientes digitales e “internet de las cosas” para la administración de medicamentos en dosis y horarios, por paciente; el acceso a bases de datos compartidas; y el intercambio electrónico de información, entre otros.
Muchos de los beneficios de estos cambios no aparecen en los estados financieros de las empresas donde se sobrestiman, inclusive, los gastos de * *
Por algo será que, a medida que pasa nuestra existencia terrestre, la voluntad del horizonte se nos va volviendo más y más entrañable.
Hay noches –de verano o de invierno– en que las estrellas que pueblan la atmósfera parecieran a punto de escapar hacia el infinito. operación al sumarles gastos de inversión –gastos de entrenamiento, formación de especialistas o destinados a identificar mejoras prácticas de atención hospitalaria, por ejemplo–. Esto obliga a los encargados de valorar estos negocios a reconstruir sus estados financieros y los flujos de caja para analizarlas.
Ante la dificultad que supone cuantificar los beneficios esperados de algunas inversiones; la vida media de los efectos positivos de las mejoras sobre los estados financieros; y si algunos desembolsos tendrán un impacto financiero duradero o no, la contabilidad convencional agrega gastos de inversión con operativos, como si se tratara de lo mismo, afectando así la valoración implícita de las empresas, particularmente el valor de mercado de algunas que invierten mucho dinero en investigación y desarrollo (I+D); entre las cuales están las prestadoras de servicios de salud, en general y las farmacéuticas, en particular, cuyas investigaciones se traducen en patentes y en la comercialización exclusiva de productos protegidos, por algún tiempo (20 años). Después esos medicamentos patentados se vuelven genéricos.
Dicho esto, las entidades de salud deben posicionarse en el imaginario colectivo, en función de los resultados logrados en el restablecimiento de sus pacientes (tasa de éxito) –lo testimonial es importante para la comunicación de logros y la administración de redes sociales, también–. En ese mismo orden de ideas deberían destacarse las competencias de su personal de planta, su formación y experiencia; la tecnología con que cuentan y sus políticas de actualización de procedimientos (mejores prácticas) y renovación de equipos. De esto dependerá el posicionamiento de mercado de estas empresas, su crecimiento y el valor económico de los negocios.
Las entidades de salud deben posicionarse en el imaginario colectivo, en función de los resultados logrados en el restablecimiento de sus pacientes (tasa de éxito).