DE LÍDERES Y “CRACKS”
Me gustó mucho una reciente columna escrita por el empresario español Adolfo Alústiza, en la que habla sobre la necesidad de advertir un fenómeno que está saboteando la noción moderna del liderazgo.
“Partimos de la hipótesis”, plantea el autor, “de que en empresas y directivos nos acercamos a un horizonte donde sobran ‘cracks’ y faltan líderes... Son muchas décadas en las que se ha transmitido la idea de que lo importante es crecer en habilidades técnicas y que cada persona debe ser autosuficiente para tener éxito en el mundo y en el ámbito laboral. Pero lo que necesitamos es más líderes y menos ‘cracks’”.
“Aunque ambos son anglicismos, el segundo es más reciente y viene del mundo deportivo. Sería algo así como una persona que destaca individualmente por su talento o capacidad. Dicho de otro modo, alguien que singularmente es capaz de generar valor en una organización sin necesidad del resto de equipo. Es el que regatea solo y no pasa el balón a ninguno de sus compañeros. Solo le interesa meter goles, no baja a defender. Seguramente sea el más dotado y el más habilidoso, pero el que tiene también sus propios objetivos”.
“No deja de ser sorprendente que una expresión que en su etimología original de lengua inglesa significa rotura, grieta o fisura –e incluso como onomatopeya en nuestra lengua como golpe o rotura– se haya convertido en un halago o un piropo”.
“Un líder busca el bien común del equipo, de la organización, de la empresa. No busca sólo su éxito personal, sino que se preocupa por cada oveja de su rebaño. Busca el éxito colectivo aun a riesgo de quedar oscurecido por el resultado conjunto. El líder sabe rodearse de gente mejor que él, porque sabe que no es Superman, sino alguien que pone sus dones y talentos a disposición de esa misión conjunta”.
“El líder genera ‘auctoritas’, poder socialmente reconocido, y no por ser el más dotado en cada una de las habilidades humanas, sino por una disposición interior de entrega y servicio a un bien mayor. Por evitar ejemplos actuales, queremos proponer uno: Frodo Bolsón, protagonista de ‘El señor de los anillos’. Frodo asume ser el portador del anillo en medio de una terrible disputa entre el equipo de ‘cracks’. Su humildad y sencillez a la hora de ofrecerse y la falta de animadversión hacia su persona desarma a los otros aspirantes”.
“Individualmente, todos o casi todos los miembros de la
Comunidad tienen a priori unas habilidades técnicas superiores a este hobbit: destreza en la lucha, artes mágicas, prestigio social, fortaleza o incluso lealtad (en el caso de Sam).
Cada uno de ellos posee unos dones individuales que superan a quien acaba convirtiéndose en líder contra todo pronóstico. ¿Y por qué? Precisamente porque es capaz de no pensar en su comodidad personal a corto plazo, o sus exclusivos beneficios personales con la empresa. Asume como propia la misión de ser el portador del anillo y destruirlo sin entrar en rencillas. Su ejemplo genera con hechos y de manera progresiva respeto y autoridad, y aunque cuenta con todos los miembros de su equipo y delega según sus posibilidades, es capaz de ejercer y decidir cuando es necesario”.
“Uno de los momentos cumbres de su liderazgo es cuando asume que esa misión le puede costar la vida si la realiza hasta el final, pero su misma fe en la importancia de la misma para todo el mundo supone que la implicación sea máxima y genere admiración y reconocimiento por el resto del equipo”.
Adolfo Alústiza cierra su artículo preguntándose si en el mundo hacen falta más líderes y menos “cracks”. Pienso que sí. Y también creo que las personas debemos aprender a reconocer las enormes diferencias entre unos y otros, tanto en el ámbito laboral y empresarial como en el social y político.
Las personas debemos aprender a reconocer las enormes diferencias entre unos y otros, tanto en el ámbito laboral y empresarial como en el social y político.