ALTERNATIVAS PARA REACCIONAR ANTE CONFLICTOS
En el entorno profesional, los conflictos son inevitables. Sin embargo, la forma en que se gestionan estos desafíos puede marcar la diferencia entre el caos y el crecimiento personal y organizacional. Es imperativo explorar las diversas formas de reaccionar ante conflictos, desde la evasión hasta la colaboración, así como el enfoque de negociación propuesto por Roger Fisher y William Ury.
1. Evasión: El arte de la retirada estratégica
La evasión, aunque a menudo vista como una reacción pasiva, puede ser una estrategia válida en ciertos contextos. La persona no satisface de inmediato sus propios intereses ni los de la otra persona, no maneja el conflicto, no confronta la situación, la evita. En lugar de enfrentar directamente el conflicto, se elige posponer la discusión para un momento más propicio. Este enfoque puede ser útil cuando las emociones están muy elevadas y se necesita tiempo para que las partes involucradas se enfríen y reflexionen. Sin embargo, su uso excesivo puede llevar a la acumulación de tensiones no resueltas.
2. Competidor: Ganar a toda costa
La mentalidad competitiva surge cuando una de las partes busca imponer su voluntad sobre la otra. Es cuando la persona trata de satisfacer sus propios intereses a costa de la otra persona. Este enfoque puede ser efectivo en situaciones en las que se requiere una toma de decisiones rápida y decisiva. Sin embargo, puede generar resentimientos y crear un ambiente poco colaborativo a largo plazo. La clave está en utilizar la competencia de manera estratégica y consciente, reservándola para situaciones que lo ameriten.
3. Complaciente: Ceder para mantener la armonía
Al complacer, la persona se olvida de sus propios intereses para satisfacer los intereses de la otra persona. La complacencia implica ceder ante las demandas de la otra parte en busca de mantener la paz y evitar confrontaciones. Puede tomar la forma de una generosidad desinteresada o caritativa. Aunque puede ser una estrategia útil en situaciones menores, su uso constante puede llevar a la pérdida de respeto y a la explotación por parte de los demás. La complacencia debe ser equilibrada con la asertividad, asegurando que se respeten los límites y se evite un desequilibrio en el poder.
4. Arreglo con concesiones: Buscar un punto intermedio
El objetivo en este caso es encontrar alguna solución adecuada y mutuamente aceptable que satisfaga parcialmente a ambas partes. Es una especie de regateo, en el que cada parte gana algo y pierde algo. Esta estrategia implica llegar a un compromiso mediante concesiones mutuas. Ambas partes ceden en ciertos aspectos para llegar a una solución
Aunque puede ser efectivo, es importante evitar caer en concesiones excesivas que puedan afectar negativamente los intereses a largo plazo. La habilidad clave aquí es encontrar un equilibrio que beneficie a ambas partes de manera justa.
aceptable. Aunque puede ser efectiva, es importante evitar caer en concesiones excesivas que puedan afectar negativamente los intereses a largo plazo. La habilidad clave aquí es encontrar un equilibrio que beneficie a ambas partes de manera justa.
5. Colaborador: Construir soluciones conjuntas
Es lo opuesto a la evasión, colaborar implica trabajar conjuntamente para encontrar e identificar alguna solución que satisfaga plenamente los intereses, objetivos y necesidades de ambas personas. Ambas partes ganan completamente. La colaboración es la estrategia más constructiva y efectiva a largo plazo. Se fomenta la comunicación abierta y el intercambio de ideas, lo que puede fortalecer las relaciones profesionales. Sin embargo, la colaboración efectiva requiere tiempo, paciencia y una disposición genuina para entender las perspectivas de los demás.
Al respecto, Roger Fisher y William
Ury proponen un enfoque de negociación basado en principios que puede aplicarse en diversas situaciones. Estos principios incluyen:
• Separar a las personas del problema: Enfocarse en los problemas en sí mismos y no personalizar las diferencias, lo que facilita la búsqueda de soluciones objetivas.
• Centrarse en los intereses, no en las posiciones: Identificar las necesidades y preocupaciones subyacentes de cada parte en lugar de aferrarse a posiciones inflexibles, permitiendo encontrar soluciones más creativas.
• Generar opciones antes de tomar decisiones: Buscar alternativas que satisfagan los intereses de ambas partes, ampliando el abanico de soluciones posibles.
• Insistir en criterios objetivos: Utilizar estándares y criterios objetivos para evaluar las posibles soluciones, lo que brinda legitimidad y transparencia al proceso.
La clave reside en la adaptabilidad y la capacidad de seleccionar la estrategia más adecuada, promoviendo así un entorno saludable y constructivo.