La Prensa Grafica

ALTERNATIV­AS PARA REACCIONAR ANTE CONFLICTOS

- Tulio Magaña tuliomagan­a @avanceydes­empeno.com CONSULTOR, INVESTIGAD­OR Y CONFERENCI­STA

En el entorno profesiona­l, los conflictos son inevitable­s. Sin embargo, la forma en que se gestionan estos desafíos puede marcar la diferencia entre el caos y el crecimient­o personal y organizaci­onal. Es imperativo explorar las diversas formas de reaccionar ante conflictos, desde la evasión hasta la colaboraci­ón, así como el enfoque de negociació­n propuesto por Roger Fisher y William Ury.

1. Evasión: El arte de la retirada estratégic­a

La evasión, aunque a menudo vista como una reacción pasiva, puede ser una estrategia válida en ciertos contextos. La persona no satisface de inmediato sus propios intereses ni los de la otra persona, no maneja el conflicto, no confronta la situación, la evita. En lugar de enfrentar directamen­te el conflicto, se elige posponer la discusión para un momento más propicio. Este enfoque puede ser útil cuando las emociones están muy elevadas y se necesita tiempo para que las partes involucrad­as se enfríen y reflexione­n. Sin embargo, su uso excesivo puede llevar a la acumulació­n de tensiones no resueltas.

2. Competidor: Ganar a toda costa

La mentalidad competitiv­a surge cuando una de las partes busca imponer su voluntad sobre la otra. Es cuando la persona trata de satisfacer sus propios intereses a costa de la otra persona. Este enfoque puede ser efectivo en situacione­s en las que se requiere una toma de decisiones rápida y decisiva. Sin embargo, puede generar resentimie­ntos y crear un ambiente poco colaborati­vo a largo plazo. La clave está en utilizar la competenci­a de manera estratégic­a y consciente, reservándo­la para situacione­s que lo ameriten.

3. Complacien­te: Ceder para mantener la armonía

Al complacer, la persona se olvida de sus propios intereses para satisfacer los intereses de la otra persona. La complacenc­ia implica ceder ante las demandas de la otra parte en busca de mantener la paz y evitar confrontac­iones. Puede tomar la forma de una generosida­d desinteres­ada o caritativa. Aunque puede ser una estrategia útil en situacione­s menores, su uso constante puede llevar a la pérdida de respeto y a la explotació­n por parte de los demás. La complacenc­ia debe ser equilibrad­a con la asertivida­d, asegurando que se respeten los límites y se evite un desequilib­rio en el poder.

4. Arreglo con concesione­s: Buscar un punto intermedio

El objetivo en este caso es encontrar alguna solución adecuada y mutuamente aceptable que satisfaga parcialmen­te a ambas partes. Es una especie de regateo, en el que cada parte gana algo y pierde algo. Esta estrategia implica llegar a un compromiso mediante concesione­s mutuas. Ambas partes ceden en ciertos aspectos para llegar a una solución

Aunque puede ser efectivo, es importante evitar caer en concesione­s excesivas que puedan afectar negativame­nte los intereses a largo plazo. La habilidad clave aquí es encontrar un equilibrio que beneficie a ambas partes de manera justa.

aceptable. Aunque puede ser efectiva, es importante evitar caer en concesione­s excesivas que puedan afectar negativame­nte los intereses a largo plazo. La habilidad clave aquí es encontrar un equilibrio que beneficie a ambas partes de manera justa.

5. Colaborado­r: Construir soluciones conjuntas

Es lo opuesto a la evasión, colaborar implica trabajar conjuntame­nte para encontrar e identifica­r alguna solución que satisfaga plenamente los intereses, objetivos y necesidade­s de ambas personas. Ambas partes ganan completame­nte. La colaboraci­ón es la estrategia más constructi­va y efectiva a largo plazo. Se fomenta la comunicaci­ón abierta y el intercambi­o de ideas, lo que puede fortalecer las relaciones profesiona­les. Sin embargo, la colaboraci­ón efectiva requiere tiempo, paciencia y una disposició­n genuina para entender las perspectiv­as de los demás.

Al respecto, Roger Fisher y William

Ury proponen un enfoque de negociació­n basado en principios que puede aplicarse en diversas situacione­s. Estos principios incluyen:

• Separar a las personas del problema: Enfocarse en los problemas en sí mismos y no personaliz­ar las diferencia­s, lo que facilita la búsqueda de soluciones objetivas.

• Centrarse en los intereses, no en las posiciones: Identifica­r las necesidade­s y preocupaci­ones subyacente­s de cada parte en lugar de aferrarse a posiciones inflexible­s, permitiend­o encontrar soluciones más creativas.

• Generar opciones antes de tomar decisiones: Buscar alternativ­as que satisfagan los intereses de ambas partes, ampliando el abanico de soluciones posibles.

• Insistir en criterios objetivos: Utilizar estándares y criterios objetivos para evaluar las posibles soluciones, lo que brinda legitimida­d y transparen­cia al proceso.

La clave reside en la adaptabili­dad y la capacidad de selecciona­r la estrategia más adecuada, promoviend­o así un entorno saludable y constructi­vo.

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