La Prensa Grafica

Rompiendo el silencio

¿Puede una adolescent­e decidir “amar” a un hombre 30 años mayor que ella? En El Consentimi­ento, Vanessa Springora habla de cómo la pasividad de su familia y el silencio de la sociedad en un hecho como este marcó su vida.

- Por Irma Cantizzano cultura@laprensagr­afica.com

La editora francesa Vanessa Springora publicó su primera novela “El Consentimi­ento” (Lumen, 2020) donde narra de una manera directa uno de los hechos que marcó su vida.

Cuando era una adolescent­e que recién había cumplido los 14 años, inició una relación con Gabriel Matzneff, un escritor e intelectua­l francés, 36 años mayor que ella.

La historia es narrada en primera persona y pone contra la espada y la pared al lector al tener que decidir hasta dónde una adolescent­e puede determinar por sí misma una relación de este tipo.

Hasta dónde se perdona a una persona que se admira por su obra, si llega a caer en lo que ahora conocemos como pedofilia o estupro. Y sobre todo, cómo ha cambiado la visión o admiración de los grandes ídolos por sus actos “privados”.

Springora logra con una gran maestría y con un lenguaje claro y directo, que el lector se ponga en sus zapatos (los de V. como ella misma se llama en la historia) y que vea a Matzneff (G.) como V. lo ve.

Además que conozca sus miedos, sus insegurida­des, su ansiedad y su dolor.

V. inicia la historia desde su infancia, cuando tenía seis años y acababa de vivir la separación de sus padres; el padre ausente y maltratado­r se va de casa y ella cree vivir una nueva libertad junto a su madre.

V. va creciendo cada vez más sola, su padre desaparece casi por completo de su vida, su madre se va marchitand­o y alejando; V. va descubrien­do su cuerpo, y en ese momento de la “maldita adolescenc­ia” se aísla, se refugia en los libros y se da el cumplimien­to de “todas las condicione­s” para ser vulnerable y propicia, para caer en las garras de cualquiera que la vea. Y Él, G., la vio.

“¿Cómo no sentirme halagada porque un hombre, que además es escritor, se haya dignado posar sus ojos en mí? Desde niña, los libros son mis hermanos, mis compañeros de viaje, mis tutores y mis amigos. Y por ciega veneración al 'Escritor' con E mayúscula, desde entonces confundo al hombre con su condición de artista”.

Y así V. cae, como cayeron muchas antes que ella, todas menores, rozando la adolescenc­ia. Y G. justifica cada uno de sus actos, los documenta con hechos históricos, con datos, con fotos como las que hacía Irina Ionesco a su hija, con críticas hacia otras sociedades como la estadounid­ense: “son puritanos que lo confunden todo. A la chica que afirma que la violó la han manipulado unos envidiosos, Ella dio su consentimi­ento. es evidente”, decía el escritor.

La relación dura más de lo esperado, su madre la aprueba, su entorno la acepta, eran aun los años ochenta y la sociedad francesa (al igual que muchas otras) acepta y justifica muchas cosas a favor del “arte”, y de la “libertad de elegir a quien amar”. El dominio de G. va más allá del cuerpo de V. Llega a su vida por completo, a su vida de niña , porque la vida de mujer no la quiere.

V. está atrapada, sus encuentros y su “relación” son lo que dan vida a los escritos del “gran G.”. Es ella la “pequeña V.” la que forma las letras, las frases, las historias, y nadie sale a su rescate, sino que tendrá que hacerlo ella misma y ese acto le costará caro, sobre todo a su salud mental.

“El Consentimi­ento” es una novela intimista, liberadora, escrita en la época en que la humanidad ha empezado a abrir los ojos y llamar las cosas por su nombre. El “hechizo”, por fin se ha roto.

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