LOS SALVADOREÑOS QUE TRIUNFAN EN EL MUNDO
Hace poco el presidente Nayib Bukele anunció que necesita de científicos, ingenieros, artistas, filósofos y otras profesiones para que vengan a afincarse en El Salvador.
Manuel A. Díaz estudió en el Instituto Técnico Ricaldone bachillerato en mecánica. Esta experiencia lo marcó de por vida, ya que después descubrió una pasión por el diseño mecánico, lo que lo llevó a estudiar Ingeniería Mecánica en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), en donde se graduó con honores. Pero, su deseo de desempeñarse como diseñador lo llevó a trabajar (muchas veces ad honorem) como diseñador mecánico con talleres mecánicos y una empresa de micro hidroeléctricas en El Salvador. Luego, la embajada de Taiwán lo becó para estudiar chino mandarín y una maestría.
En Taiwán, después de aprobar el entrenamiento de chino, logró ser aceptado en la Universidad Nacional de Taiwán (NTU-TAIDA). El primer año de maestría fue duro para él. Sabía que tenía muchos vacíos de la formación de ingeniería. Pero el nivel de los estudiantes y la exigencia es tan alto, que reprobó el curso de matemáticas aplicadas (Applied Math). La experiencia le mostró el nivel que se requiere, por lo que los siguientes semestres no tuvo más opciones que redoblar los esfuerzos, no solo compensar el tiempo perdido, sino también no exponer la cancelación de la beca que se había ganado. El esfuerzo lo llevó a obtener un puntaje adecuado para exonerar tres de los cuatro exámenes de clasificación doctoral. Eso le sirvió para ganarse una beca para continuar un doctorado en NTU-TAIDA.
Su doctorado estuvo lleno de altos y bajos, pero le permitió el tiempo para aprender a reproducir trabajo científico y cómo construir sobre el estado del arte. Lo más gratificante de trabajar en investigación es poder comunicar los resultados y exponer las ideas a las críticas de otros expertos. Luego, con esfuerzo y dedicación se graduó con un doctorado (PHD) en Mecánica aplicada en 2015. Con estudios de posdoctoral contribuye en proyectos de la mecánica relacionados con: quantum-gases, bio-medicina acústica, aeroacústica en Taiwán, Francia y Bélgica. Díaz está radicado en Bélgica y trabaja como desarrollador de software para aeronáutica en el sector privado.
¿Cómo analiza las oportunidades laborales para los profesionales en El Salvador? “En El Salvador, las oportunidades para ingenieros son limitadas. En el caso de ingenieros mecánicos, las opciones se limitan a mantenimiento, diseño e instalación de aires acondicionados y ventas de materiales industriales y repuestos. Lo cual no es malo, pero en mi opinión no es ni el 5 % de lo que puede contribuir como un ingeniero mecánico. Puedo imaginarme qué gratificante sería para muchos de mis colegas de promoción poder contribuir con proyectos aeronáuticos, automotrices y energéticos de Europa, Estados Unidos y Asia”.
¿Hay apoyo en la ciencia en El Salvador? “Veo muy poco. Puede que esté equivocado porque no conozco los esfuerzos más recientes, pero debido al poco aprecio que hay por trabajos creativos en ingeniería en El Salvador, me atrevería a decir que: hay mucho menos apoyo para trabajos que tratan de resolver problemas que afectan a toda la humanidad”.
¿Usted regresaría a El Salvador para impartir sus conocimientos? “Me encantaría, ya lo he pensado, pero los recursos todavía no están allí. Como investigador numérico de la mecánica de los fluidos, dependo de acceso a recursos computacionales de alto orden. La supercomputadora más cercana a El Salvador está en Monterrey, México, y, aun así, es una máquina muy antigua (no cuenta con ninguna GPU) y si eso no fuera poco, la velocidad del internet que tenemos en el país no me daría el alcance para descargar peta-bites de data en tiempo razonable. Lo que haría difícil para mí hacer un análisis. Mucho menos cientos de ellos. En otras palabras, regresar ahorita arriesgaría a quedarme estancado o quedarme atrás del estado del arte”.
Se corrobora el profesionalismo y éxito de Manuel Díaz; profesionales como él deberían de regresar a El Salvador.