NO QUEREMOS SORPRESAS EN EL OCASO DE LA LEGISLATURA
Desde hace meses se comenta la posibilidad de que la presente legislatura impulse un acuerdo de reforma constitucional, el cual sería ratificado por la legislatura que inicia sus funciones el día 1 de mayo de 2024. En columnas anteriores hemos señalado que, de aprobarse dicho acuerdo de reforma constitucional, este sería claramente inconstitucional debido a que la actual legislatura ya no cuenta con legitimidad democrática para aprobar ese tipo de decretos. No queremos sorpresas en los últimos dos días de la actual legislatura.
Anteriormente hemos señalado que una reforma constitucional, a estas alturas del año 2024, ya se encuentra fuera de tiempo. La finalidad de que sea una Asamblea Legislativa la que apruebe el acuerdo de reforma y sea la siguiente conformación de la Asamblea la que la ratifique es que el electorado tenga la oportunidad de participar avalando o rechazando dicha reforma a través de su voto para diputados de la Asamblea Legislativa (en las elecciones que se dieron en 2024) y el apoyo o rechazo que ellos hayan manifestado previamente. Así, la ciudadanía no es simple espectador de las reformas, sino un partícipe activo. Este debate no existió.
A pesar de que el vicepresidente de la República organizó una serie de reuniones para discutir las propuestas que él ha impulsado, hay que señalar en primer lugar que no es ante la vicepresidencia que se debe generar y desarrollar dicha discusión. El espacio donde debe desarrollarse un debate público, transparente y técnico es en la Asamblea Legislativa. En segundo lugar, el debate debe ser serio, considerando todos los sectores de la sociedad, no solo los afines al gobierno de turno. El vicepresidente de la
República escuchó a grupos que aplaudieron las reformas, no a aquellos que han manifestado su postura firme ante dicha propuesta.
La Asamblea Legislativa para el periodo
2021-2024 ha agotado su legitimidad, ya solo cuenta con dos días de funciones y su labor, hoy por hoy, debería estar enfocada en la transición hacia un nuevo periodo. Sin embargo, ha dedicado sus esfuerzos a realizar reformas que tuvo que haber considerado hace un año, cuando aprobó la Ley Especial para la Reestructuración Municipal. Queda claro que las reformas a la ligera, sin mayor discusión y a la carrera, fueron la especialidad de la legislatura que está por terminar.
Como hemos insistido en diversos pronunciamientos del Centro de Estudios Jurídicos, vamos a velar siempre por el imperio del Derecho. Ello implica defender la estabilidad de los derechos y garantías de los salvadoreños. Hemos insistido en que la finalidad de una Constitución siempre debe ser su permanencia en el tiempo, con el objeto de brindarle estabilidad e identidad a la sociedad. La Constitución salvadoreña no necesita cambio; no necesitamos una Constitución que rompa la división de órganos y protección de los derechos. Mucho menos necesitamos cambios hechos a la ligera y a espaldas del pueblo, solo para satisfacer intereses particulares. Esperamos que los actuales diputados de la Asamblea Legislativa realicen la transición sin madrugones ni sorpresas.
Queda claro que las reformas a la ligera, sin mayor discusión y a la carrera, fueron la especialidad de la legislatura que está por termina