EN NUESTRO PAÍS, EL PROCESO POLÍTICO DEBE ALISTARSE PARA SEGUIR SU MARCHA EN LA VÍA DEL CAMBIO, SIN QUE NADA DE LO NUEVO SE IMPROVISE
Una vez que hemos aceptado que la lógica del presente se orienta por la ruta de las transformaciones sucesivas, lo que sigue de inmediato es activar la voluntad hacia el avance continuado que presenta novedades a cada paso. Eso demanda, en primer término, agudizar la creatividad, ya que la lógica a la que acabamos de referirnos, por su propia naturaleza no es mecánica ni podría ser pasiva. Los acontecimientos que se dan en la cotidianidad actual, aquí y en el mundo, nos están indicando a las claras que el componente creativo falta en casi todos los temas que están presentes a diario en todos los planos de acción y en todos los temas de incidencia. Al despertar, a diario, deberíamos repetírnoslo sin tregua, para que vaya tomando arraigo en nuestras mentes: “¡Creatividad, creatividad, creatividad!” Y que todo lo demás nos venga por añadidura. En ésas estamos, aunque en muchas circunstancias no nos demos cuenta suficiente de ello. El hecho de que hoy este fenómeno circule por todas partes nos induce a creer que es la Historia la que nos reúne y nos habla, con los matices más insospechados; y lo más revelador e inspirador es que no se trata de un discurso teórico sino de una proyección pragmática como nunca antes se había oído. Los poderosos y los débiles, reunidos en la misma plaza, miran hacia el horizonte, en el que los aguardan todos los pobladores de la realidad, que son los que estamos hoy y los que estaremos y estarán mañana. Para asegurar que así sea es preciso participar sin evasivas en todas las obras del quehacer evolutivo, que es el que ahora mismo se halla sobre el tapete. En función de todo esto hay que instruir a las generaciones que vayan surgiendo para que se incorporen a esta tarea insustituible, de la que irán surgiendo las formas y los contenidos del futuro. Los variados espejismos de la inercia, que en el pasado fueron tan poderosos, están arrinconados hoy y así tienen que seguir, para que el cambio no vuelva a ser un espejismo más. Por el contrario, la ley de la actualidad exige arraigo en los hechos, con todo lo que eso significa y representa. Hay que asegurar, entonces, que el avance general no sea una serie de impulsos desconectados, sino, por el contrario, un hilo de conductas articuladamente previsibles. Eso es lo único que puede darle coherencia y estabilidad al progreso, que es el objetivo de toda sana gobernanza. En la vida política todos los actores y factores intervinientes deben comprometerse a fondo con lo anterior, definiendo en primer término la ruta por seguir, sin que la improvisación logre tomar la delantera en ningún sentido. La improvisación es la peor forma de la pereza mental, y lo peor es que de inmediato se vuelve adictiva, como se percibe en cualquier caso. Evitémosla sin evasivas.