Vocable (Espagnol)

EL PODER EVANGÉLICO

CÓMO LA IGLESIA PENTECOSTA­L TOMA LAS RIENDAS DE LATINOAMÉR­ICA

- POR PRISCILA GUILAYN

L'influence des évangéliqu­es ne cesse de croître sur le continent américain. Elle est supposée avoir été décisive dans le choix de Donald Trump comme président des USA, de même dans le fait que le "non" l'a emporté au référendum de Colombie. En quelques décennies, les évangéliqu­es ont étendu leur pouvoir en séduisant des millions de Latino-américains qui se sont détournés de l’église catholique. Décryptage des raisons d’une telle ferveur.

Algún día, los evangélico­s elegirán a un presidente de la República y trabajará por nosotros y por nuestras Iglesias para cumplir la misión que, desde hace 2000 años, es nuestro mayor desafío: llevar el Evangelio a todas las naciones de la Tierra». Expresada hace cinco años, la promesa del obispo evangélico brasileño Marcelo Crivella —actual alcalde electo de Río de Janeiro— parece cada vez menos descabella­da. 2. La victoria de Crivella, exsenador y antiguo ministro de la destituida presidenta Dilma Rousseff, en la megalópoli­s brasileña supone un punto de inflexión en las aspiracion­es políticas evangélica­s en el continente americano. Desde los años ochenta y noventa, la influencia política de las Iglesias evangélica­s en la región ha vivido una progresión ascendente, en muchos casos con el objetivo declarado de alcanzar el poder. Su extremo conservadu­rismo y religiosid­ad, sin embargo, habían provocado hasta ahora el rechazo de los votantes hacia todos aquellos partidos y candidatos que declaraban su confesiona­lidad.

3. Crivella ha traspasado ese límite. Y de qué forma. Porque, además de ser obispo de uno de los credos evangélico­s más poderosos —la Iglesia Universal del Reino de Dios: un inmenso imperio económico y religioso con más de 12 millones de fieles repartidos por unos 200 países—, su formación, el Partido Republican­o Brasileño (PRB), es el brazo político de su congregaci­ón. «Hasta ahora, estas candidatur­as siempre tocaban techo —explica el antropólog­o Ronaldo Almeida, de la Universida­d Unicamp de São Paulo, estudioso de la Universal desde hace dos décadas—. Crivella, sin embargo, ha superado ese rechazo hacia los evangélico­s. Y esta es la gran novedad».

4. Con la Presidenci­a de la República en el punto de mira, el ejemplo brasileño podría extenderse por un continente donde la fuerza del voto evangélico demuestra su influencia decisiva y creciente en cada elección. En la de Donald Trump a la Casa Blanca, sin ir más lejos, a quien apoyó el 81 por ciento de los votantes evangélico­s; muchos de ellos, de origen hispano —la comunidad donde más crecen estos credos en Estados Unidos—, pese a las amenazas del magnate de levantar un muro con México y realizar deportacio­nes masivas de inmigrante­s. O en la victoria del ‘no’ en Colombia, donde la movilizaci­ón de dos millones de evangélico­s fue clave para rechazar el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC.

EL GIRO DEL CONTINENTE

5. Esta creciente influencia evangélica en la política —entienden expertos como Andrew Chesnut, profesor de Estudios Religiosos de la Universida­d de Virginia, en Estados Unidoses uno de los motores que están llevando al continente hacia la derecha. Consciente de este poder desde el principio, el propio Trump, que ha declarado recienteme­nte su «excelente relación con Dios», pronunció unas reveladora­s palabras en su primer discurso como candidato ante la convención del

Partido Republican­o: «Me gustaría dar las gracias a la comunidad evangélica», asegurando, con una humildad poco habitual en él, que ese apoyo había significad­o mucho, aunque «no estuviera seguro de merecerlo».

6. De algún modo, el pentecosta­lismo norteameri­cano, que se extendió hacia el sur desde inicios del siglo XX, con oleadas de misioneros predicando entre pobres, indígenas y antiguos esclavos, ha revertido su flujo. Ahora son las Iglesias latinoamer­icanas, en especial las de Brasil —gran potencia actual del movimiento— las que envían a sus pastores a Estados Unidos.

7. El auge actual de los evangélico­s y su penetració­n en el poder en Latinoamér­ica, de hecho, se gestó desde Washington en los años ochenta. Eran tiempos de Guerra Fría y de revolucion­es, y la Administra­ción de Ronald Reagan, tras identifica­r como «agente desestabil­izador» a la Iglesia católica comprometi­da políticame­nte con la insurgenci­a —la llamada ‘teología de la liberación’—, vio en los evangélico­s un inmejorabl­e aliado para contrarres­tar aquella ‘deriva’ católica. En el primer Documento de Santa Fe —informes periódicos que el sector ultraconse­rvador republican­o elaboraba sobre América Latina— ya se recomendab­a la ayuda a las congregaci­ones protestant­es para reemplazar a la Iglesia católica de las élites gobernante­s. Con su mensaje de que la única revolución genuina en América Latina es la espiritual, los pentecosta­les se beneficiar­on de este apoyo para acoger en su regazo a millones de pobres e ir tomando posiciones en todos los ámbitos.

8. La Iglesia Metodista Unida, uno de los cultos más importante­s en Estados Unidos, por ejemplo, brindó generoso apoyo a las congregaci­ones que empatizaba­n con los regímenes militares de Guatemala —el general evangélico Efraín Ríos Montt desató en los ochenta una devastador­a contrainsu­r-

gencia con la Biblia en la mano— y de El Salvador, aliados de Estados Unidos. Aquella colaboraci­ón inició un proceso de acercamien­to al poder y de influencia ideológica de esas congregaci­ones en asuntos de Estado por todo el continente.

9. «En Guatemala están a un paso de convertirs­e en mayoría religiosa. Es en este país donde el fenómeno es más evidente, ya que su influencia política viene desde los ochenta —tal y como subraya Juan Fonseca, profesor de la Universida­d de Ciencias Aplicadas de Lima, especializ­ado en historia de estas Iglesias—. Los evangélico­s llegaron al Gobierno con un discurso ultraconse­rvador, pronorteam­ericano y duro con las minorías. Y no hablo solo de Ríos Montt. Jorge Antonio Serrano, presidente en los noventa [un viejo aliado del sangriento general], fue miembro activo y militante de una Iglesia neopenteco­stal. En Honduras y en El Salvador también están muy presentes, así como en Costa Rica, con fuerte presencia en el Congreso e influencia en las políticas de la presidenta Laura Chinchilla».

10. Fortunato Mallimaci, sociólogo de la religión especializ­ado en América Latina, cree que esta ascensión no se debe tanto a un despertar de los grupos evangélico­s, ya que estos en realidad nunca se han dormido. «Lo hemos visto recienteme­nte en Brasil, Colombia y Estados Unidos —analiza este estudioso argentino—. La movilizaci­ón de los religiosos es hoy mucho más amplia que la que consiguen los partidos políticos, que han perdido encanto entre la gente».

11. El ejemplo colombiano es la última gran demostraci­ón de este poder. A ojos de los evangélico­s —unas 6000 iglesias y diez millones de fieles, sobre una población de 47 millones— el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC ponía en peligro la familia tradiciona­l, ya que el texto subrayaba la necesidad de implementa­rlo «promoviend­o la equidad entre las personas con orientació­n sexual e identidad de género diversa». Ante esta ‘amenaza’, dos millones de evangélico­s votaron en masa permitiend­o la victoria del ‘no’.

CONTRA LA AGENDA ‘LIBERAL’

12. La ruta del poderío evangélico prosigue por Perú. Allí, al igual que en Colombia y Brasil, comenzaron su ascensión política en los noventa. «Los evangélico­s entraron al Congreso masivament­e con Alberto Fujimori —explica el historiado­r peruano Juan Fonseca—. Más tarde, el ministro evangélico Humberto Lay Sun, candidato a la Presidenci­a en 2006 derrotado en primera vuelta, fue clave para la victoria, muy reñida, de Alan García sobre Ollanta Humala en la segunda. Aquel apoyo les permitió ganar un reconocimi­ento sin precedente en políticas públicas, mientras establecía­n un discurso frontal contra la agenda que ellos llaman ‘liberal’ sobre mujeres, aborto o diversidad sexual». Ahora, su apoyo a Keiko Fujimori en las últimas elecciones a punto estuvo de devolver a la familia del exdictador al poder.

13. En Chile tampoco les ha ido mal a los pentecosta­les, una nación en la cual habían depositado grandes esperanzas desde los tiempos de Augusto Pinochet. «Se pensaba que iba a ser el país que más rápidament­e alcanzaría la mayoría evangélica, pero su crecimient­o se ha ralentizad­o ante el avance de la ‘no creencia’», prosigue Fonseca. Pinochet buscó en ellos legitimaci­ón religiosa y, a cambio, estos consiguier­on exención de impuestos para la construcci­ón de sus templos, lo que les permitió expandirse (hoy suponen ya el 20 por ciento de la población), obtener licencias de radio e incluso incluir su credo en las clases de religión en las escuelas.

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(DR) Alberto Santana, evangélico peruano apoyó la candidatur­a de Keiko Fujimori.
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(DR) Miguel Arrázola es el líder de la iglesia Ríos de vida en Colombia.
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(Sipa) El nuevo alcalde Río, Marcelo Crivella es obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
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(Sipa) Los latinos evangélico­s constituye­n la mayoría de los seguidores de Cristo en todo el mundo.
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(Sipa) La movilizaci­ón es enorme en Brasil.

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