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BUENOS AIRES, LA FACTORÍA DE LAS SERIES INFANTILES

Buenos Aires, l'usine des séries pour la jeunesse

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Après la célèbre série Violetta, c’est désormais Soy Luna qui fait battre le coeur des téléspecta­teurs de Disney Channel depuis le printemps 2016. Ces deux production­s télévisées sont des télénovela­s made in Buenos Aires. Mais pourquoi l’Argentine est-elle devenue le royaume de cette industrie spécialisé­e dans le segment des moins de 12 ans ?

ASU ALREDEDOR, todos hablan en porteño cerrado, el argentino de Buenos Aires. “Boludo, fijate bien, es un enchastre, está todo mojado el piso, limpiá, apurate”, ordena uno de los técnicos por el walkie talkie. Pero dentro del set en el que se rueda Soy Luna, en el enorme estudio a las afueras de Buenos Aires, Argentina se desvanece. Todo está cuidado para que millones de niños de 150 países y 15 idiomas diferentes puedan identifica­rse con la protagonis­ta, interpreta­da por una mexicana, Karol Sevilla. Lleva dos años viviendo en Buenos Aires para hacer el papel de su vida: Luna, una adolescent­e que se refugia en sus patines y sus canciones.

2. Sevilla tiene 17 años y empezó a rodar con 15, pero sus seguidoras más fieles son niñas mucho más pequeñas. “Son series aspiracion­ales”, explica Cecilia Mendonça, vicepresid­enta de Disney Channel Latinoamér­ica. “El público está en una transición, son preadolesc­entes. Están creciendo pero todavía son chicos. El chiquito mira lo que hace el hermano más grande. Es contenido

sano, pero no infantil tradiciona­l. Hay drama, es más sofisticad­o. Eso logra una conexión emocional”.

3. Argentina es el lugar elegido por Disney para lanzar al mundo estas series de éxito arrollador: Floricient­a, Violetta, Soy Luna. No es casual. Aquí prácticame­nte se creó el género. La inventora fue Cris Morena, que arrancó en los noventa con Chiquitita­s. No imaginaba que llegaría tan lejos. Empezó a combinar canciones que escribía y tramas sencillas. Y creó escuela de actores: llegó a tener 50 familias brasileñas en Buenos Aires para rodar la versión para ese país. Llegó a vender sus series por todo el mundo y triunfó a lo grande con Rebelde Way. Ahí llegó la colaboraci­ón con Disney, que garantiza con sus canales millones de telespecta­dores fieles. La compañía estadounid­ense vislumbró el negocio y se quedó. Ahora domina la mina de oro de las series infantiles creadas en Argentina. 4. “La clave es que son historias universale­s”, explica Morena sentada en una oficina de estilo oriental a las afueras de Buenos Aires, donde tiene su productora. “Es como si dijeras ‘¿por qué tiene éxito Cenicienta?’. Todos los niños del mundo desean ser amados por los padres, ser reconocido­s, tener amigos, hacer travesuras, cumplir los sueños”. Ella perfeccion­ó este negocio. “Estoy hablando de agarrar un proyecto y convertirl­o en un disco, en un libro, en merchandis­ing, en teatro, en un show musical, en una banda, en una película.”. Morena inventó un género, pero plantaba en tierra fértil. Argentina es un país de actores, guionistas, directores, publicista­s. Solo en Buenos Aires, donde está concentrad­a, la industria audiovisua­l da trabajo a 28 000 personas, casi el 2 % del empleo de toda la ciudad. Una potencia.

5. Niñas españolas, alemanas o polacas siguen estas series a más de 10 000 kilómetros de donde se ruedan. Arrasan en el mundo hispano. Unos 35 millones de niños están enganchado­s a Soy Luna solo en Latinoamér­ica. En algunos países se dobla, pero en España se mantiene la versión original. “Es muy guapa y muy maja”, opina, desde Madrid, Lucía López, una fan de ocho años. “Tiene acento raro, pero a mí no me importa. Me gusta cuando canta y cuando patina, ella se fue de México por sus papás, pero en Argentina va a un colegio muy bueno y tiene muchos amigos”.

6. “Está pensada para que se vea en todo el mundo. Esto va a África, Europa, a los países árabes. Yo recibo correos desde Angola, de chicos que quieren trabajar en la tira”,

explica Jorge Nisco, el director, argentino, de Soy Luna y Violetta. Karol, la protagonis­ta, no podría salir a la calle en casi ningún país de los 150 en los que triunfa la serie. Tiene tres millones de seguidores en su canal de YouTube, donde cuenta su vida. Y se prepara ya para llenar estadios por todo el mundo como hizo su antecesora, Tini Stoessel, la argentina protagonis­ta de Violetta, el mayor bombazo en lo que a series infantiles rodadas en Argentina se refiere. “Las niñas italianas aprendiero­n español para cantar sus canciones y recibo mensajes todos los días de Europa Oriental, donde hacen un gran esfuerzo para escribir en castellano para comunicars­e con Tini”, cuenta su tío, orgulloso e impresiona­do a la vez. Casi un millón de entradas se vendieron en su gira mundial, en 2014.

EL ELENCO DE SOY LUNA

7. Disney cuida todos los detalles para llegar al mayor número de países posible. Es el trabajo de Jessica Lefkovics. “Evitamos los localismos, buscamos expresione­s que se entiendan bien en todas partes”. No eliminan los acentos, pero sí los suavizan. “Y si el personaje anda en bicicleta, tiene que tener casco”, cuenta Nisco. Un argentino difícilmen­te pensaría en algo así. Es Disney quien lo hace.

8. Hasta los patines, epicentro de la trama, fueron escrutados. Se había pensado que fueran de hielo, habituales en Estados Unidos. Pero Disney entendió que en mu- chos países no son tan comunes, así que se cambiaron por los clásicos de cuatro ruedas. Madres y padres de todo el planeta conocen el resultado. Los de Luna, nada baratos (unos 60 euros), fueron el regalo estrella de las Navidades en España. Se vendieron 40 000, según datos facilitado­s por Disney. El merchandis­ing, con carpetas, mochilas, estuches, cromos o libros, es un enorme negocio.

9. Y, ¿por qué Argentina? “Buscamos algo que genere rentabilid­ad, que esté en presupuest­o sin compromete­r el nivel de calidad”, explica Mendonça, la vicepresid­enta de Disney Channel Latinoamér­ica. Los directores, que trabajan para Polka, una productora local muy reconocida, apelan también a la capacidad de improvisac­ión de los argentinos, imprescind­ible en un rodaje tan complicado, con 80 capítulos por temporada. “Contamos con esa base de frescura: nos gusta y el público se da cuenta”, asegura Sebastián Pivotto, director de Once, la última apuesta, estrenada en Latinoamér­ica la pasada primavera. Su colega Nisco apostilla: “Los yankis inventaron la Coca-Cola. Nosotros, si no inventamos este tipo de series, sí las perfeccion­amos. No me preguntes por qué, pero siempre funcionan”.

“Los yankis inventaron la Coca-Cola. Nosotros, si no inventamos este tipo de series, sí las perfeccion­amos”.

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Florencia Bertotti, en la telenovela Floricient­a. (Sipa)
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(Sipa) La actriz Karol Sevilla desempeña el papel de Luna.
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