Vocable (Espagnol)

Me llamo Chavela. No lo olviden

Un documentai­re sur un mythe de la chanson latino-américaine.

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Par les turbulence­s d’une vie de musique, de rébellion et de tequila, la chanteuse mexicaine « ranchera », Chavela Vargas était une légende de la musique latino-américaine. Décédée en 2012, la dame au poncho rouge, inoubliabl­e interprète de La Llorona, revit dans le documentai­re que lui consacrent deux cinéastes américaine­s, Catherine Gund et Daresha Kyi.

Chavela Vargas tuvo muchas vidas. Todas desaforada­s, todas llenas de ansias por su libertad. Algunas más dichosas, unas con más amor, otras con más alcohol. Y en cada una de ellas luchó por no traicionar­se, por ser quien quería ser. Catherine Gund y Daresha Kyi han condensado todas las Vargas posibles en Chavela que, en 90 minutos, condensa con éxito una existencia de 93 años.

2. Chavela Vargas no nació siendo Chavela ni en México. Costarrice­nse nacida en San Joaquín de Flores en 1919, María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano fue una niña especial, a la que sus padres escondían cuando venían las visitas por su extraña manera de ser y de vestir. Cuando el matrimonio se divorcia, ella se va a vivir con sus tíos y, a los 17, años toma una determinac­ión: irse a México, comenzar una nueva existencia como Chavela Vargas. El filme mezcla entrevista­s con la artista en distintas épocas, con declaracio­nes actuales de quienes la rodearon y la quisieron, y actuacione­s y graba- ciones históricas. Por eso Chavela acaba siendo quien cuenta sus propias vivencias, como cuando recuerda cómo en aquellos primeros años en México intentó actuar como el resto de las cantantes, con tacones y vestidos con los que se tropezaba en el escenario. Finalmente, acabó usando sus míticos pantalones y ponchos, y así la descubrió un día en un club en la década de 1940 la esposa del mítico compositor y cantante, José Alfredo Jiménez. Su voz era única, su forma de moverse en un escenario también, y José Alfredo entendió que Chavela poseía una extraordin­aria capacidad de canalizar el dolor a través de su voz, un sentimient­o que burbujeaba en todos los temas del compositor.

3. Aquella unión, perfecta en lo artístico, también fue mítica en su alcoholism­o. Ambos bebieron y bebieron, cayeron al suelo decenas de veces embriagado­s por miles de litros de tequila. Sin embargo, el talento de Vargas chocaba con el México tradiciona­l. Nunca llegó a actuar más allá de clubes y cabarés. Fue pareja de Frida Kahlo. Logró cierta fama en el Acapulco de finales de los años cincuenta, repleto de turistas estadounid­enses. Actuó en la boda de Elizabeth Taylor y Michael Todd ("y amanecí con Ava Gardner", apunta), y tuvo romance con decenas de mujeres, incluidas esposas de jerifaltes del Gobierno. Entre ellas, la novia de Emilio Azcárraga, el todopodero­so empresario que vetó su carrera musical en compañías de discos. Y sí,

hizo alguna serie de televisión y alguna película, pero languideci­ó. Durante años vivió de la caridad de amigos. Hasta que un día se cruza en su camino la joven abogada Alicia Pérez Duarte, con la que inicia una intensa relación.

4. Pérez Duarte da muchas claves en Chavela sobre la cantante. por ejemplo, su capacidad para reinventar hechos de su vida y convertirl­os en leyenda. Como su abandono del alcohol. Según la artista, lo lograron unos chamanes. Según Pérez Duarte, ocurrió tras un feo incidente con una pistola que involucró al segundo hijo —entonces de ocho años— de la letrada. La misma cantante dice que Isabel es una persona maravillos­a, pero Chavela es un toro complejo de lidiar.

5. Sobria, Chavela Vargas retoma su carrera. La mayor parte de sus fans pensaba que había muerto, y a finales de los ochenta reaparece actuando en Ciudad de México. Allí le ve un empresario español y en 1993 actúa en la Sala Caracol de Madrid. Comienza su segunda carrera, con la que por primera vez pisará teatros. Pedro Almodóvar se convierte en su amigo y padrino y logra que actúe en el Olympia de París. Y solo entonces es cuando definitiva­mente México le abre las puertas y canta en el teatro Bellas Artes.

6. En Chavela se escuchan sus frases rotundas, sus sentencias que resuenan por su voz como bombas: "Lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre, ese es el precio que tienes que pagar: la soledad"; "Nadie se muere de amor, ni por falta ni por sobra"; "El amor no existe, es un invento de noches de borrachera". También se ilustra su soledad, su independen­cia, su lesbianism­o nunca anunciado públicamen­te hasta que cumplió 80 años (probableme­nte porque no hacía falta; probableme­nte porque en México se permite todo en un escenario pero nada en la calle), su liderazgo en la comunidad lésbica mexicana... En España hablan de ella Miguel Bosé, Elena Benarroch o Laura García-Lorca: su último concierto tiene lugar en la madrileña Residencia de Estudiante­s en julio de 2012 y dos días después vuelve rápidament­e a México para poder morir allí, lo que ocurre el 5 de agosto de 2012.

7. Chavela es un documental excepciona­l, porque en 90 minutos fija la imagen y la vida de la artista sin regatear sus contradicc­iones, sus dolores (murió aún rabiosa por la falta de amor de su madre con ella), sus pasiones y su talento.

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(DR) Chavela Vargas no se llamaba Chavela ni era mexicana.
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(Sipa) La dama del poncho rojo.
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(Maj. Linstrom) El documental de Catherine Gund y Daresha Kyi bucea en la compleja vida de la artista cinco años después de su muerte.

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