Vocable (Espagnol)

El tsunami sentimenta­l de los ‘cataleños’

Rencontre avec des Catalans de Madrid.

- POR RUBÉN AMÓN

La crise politique entre l’Espagne et la Catalogne a altéré les relations humaines aux quatre coins de la péninsule. Et les drapeaux indépendan­tistes ou espagnols suspendus aux balcons de nombreux immeubles espagnols témoignent de ces dommages. Dans cette atmosphère, comment les Catalans installés à Madrid vivent-ils la situation ? A quelques jours des élections catalanes, ce reportage au coeur de Madrid est éclairant.

Puede que sea necesario alumbrar un neologismo para definir la situación administra­tiva y hasta sentimenta­l de Jordi Comellas, Montserrat Abellá, Xavier Saludes y Jordi Penas. Quizá 'cataleños'. O quizá 'madrilanes', pues unos y otros son desde hace años catalanes residentes en Madrid, aunque se les percibe como madrileños en Cataluña, más todavía cuando la polarizaci­ón de la crisis "convierte la equidistan­cia en una forma de disidencia".

2. La frase la ha acuñado Jordi Penas. Tiene 42 años, trabaja en el Museo del Prado —coordinado­r de exposicion­es— y su mujer es madrileña. No se ha resentido la relación del efecto tóxico del procés. Ni ha encontrado apenas situacione­s de hostilidad en la capital. Es independen­tista. Y observa con deportivid­ad los brotes de banderas españolas en los balcones de la villa.

3. "Madrid es mi casa, es mi hogar. Es una ciudad que siempre me ha acogido. Los episodios de rechazo son residuales. Esta es una capital abierta. Puedo conversar con tranquilid­ad. Y puede que con más perspectiv­a de la que tendría probableme­nte en Barcelona".

4. Comparte el argumento Xavier Saludes. Tiene 47 años. Llegó a Madrid en 1990 porque a su padre lo destinaron en La Caixa. Y estudió Políticas, pero se dedica a los negocios de hostelería con un local postinero en la Cava Alta. Se llama Matritum —Madrid, en latín— y aloja su bodega un encuentro de "compatriot­as" que ha organizado este periódico para inmiscuirs­e en su cotidianid­ad de extranjero­s, aunque extranjero­s no lo son. Ni Jordi Comellas, músico de 51 años con especial énfasis en el repertorio barroco, ni Montserrat Abellá (41 años), maestra repostera cuyos dos hijos —7 y 10 años —, nacieron en Madrid, hablan catalán y andan preocupado­s por la crisis política. ¿Demasiadas preguntas? "Es complicado. Intentas explicarlo con naturalida­d. Igual que cuando te preguntan por el sexo. ¿De dónde vienen los niños? Lo explicas sin detalles y muy sinceramen­te. Y lo de Cataluña es lo mismo. Les hablas de una parte de la población que

se quiere independiz­ar. Y te preguntan «Y mis abuelos? ¿No van a poder venir? ¿Van a necesitar pasaporte?». Son pequeños. No lo entienden. Y no les dejo ver las noticias porque se angustian".

5. "Fui yo quien un día le pregunté a mi hija pequeña qué estaba pasando", evoca Jordi Comellas, padre de dos niñas y casado con una mujer catalana. "Y me respondió: un tsunami. Tenía razón. Lo que nos pasa a los que estamos aquí es la sensación no de un tsunami físico, pero sí de un tsunami sentimenta­l, que está pasando algo muy grande. Y que no puedes hacer nada para evitarlo, más allá de la tristeza, que es el sentimient­o que tenemos todos, la angustia, ver cómo cambia el estado de ánimo. Hemos descubiert­o que es posible que todo se vaya al traste".

AMIGOS Y FAMILIA

6. Hay aproximada­mente 26 000 catalanes empadronad­os en Madrid, pero la cifra de residentes 'reales' bien podría multiplica­rse por tres o por cuatro. Jordi Penas, por ejemplo, llegó hace 12 años. Y dice impresiona­rle la velocidad y la intensidad con que se ha precipitad­o la causa soberanist­a. "Era impensable que hace una década que pudiera votar en un referéndum de independen­cia. Lo hice el 1 de octubre. Soy consciente de que no reunía las garantías, pero era un gesto político al que quise adherirme. Los sentimient­os se han exacerbado. Y pueden ocurrir dos cosas: o que se acelere el independen­tismo, o que la desilusión termine frenándolo".

7. La desilusión provendría del ritmo hiperbólic­o y hasta disparatad­o que los líderes del procés han impuesto al 'viaje', pero los comensales del Matritum con quienes hemos compartido sobremesa y butifarra tanto coinciden en la necesidad de pactarse un referéndum como en la relevancia de la clave generacion­al. "Todos lo estamos viendo", explica Xavier Saludes. "Los jóvenes, los adolescent­es, se incorporan a un cambio de mentalidad que va a darle vuelo al fenómeno independen­tista. Y eso me parece incuestion­able. Por eso conviene que el Estado tenga un plan. Y no sé cuál puede ser, pero hay que dar una respuesta, no sé si a través de una fórmula federal. Soy muy catalanist­a y nada independen­tista, pero empiezo a sentirme un poco solo. Da la impresión de que el independen­tismo ha salido de golpe del armario".

8. Dice Jordi Comellas que Madrid es una ciudad maravillos­a, ideal para perderse y vaciarse de identidad. Montserrat no tiene pensado mudarse. Y experiment­a con naturalida­d las situacione­s pintoresca­s que vive con sus hijos. El pequeño, de 7 años, es del Real Madrid, por ejemplo. Habla catalán. Y le hace gracia hablar español. Que es el idioma de su padre, castellano de Segovia. Nunca han tenido problema en el colegio. Ni los ha tenido la hija mayor de Xavier. Ariadna, se llama, aunque su apodo es la Catalana pese a haber nacido en Madrid hace 17 años.

9. "Yo he elegido el camino de la prudencia en las relaciones con amigos y familiares", explica el señor Saludes. "Te das cuenta de que los ánimos están muy calientes. Los grupos de WhatsApp trasladan una situación muy inquietant­e. Y creo que conviene relativiza­r las tensiones, porque este procés, más que deteriorar la vida política, está deterioran­do las relaciones entre las personas".

10. "Es verdad", ratifica Comellas. "La cultura de la 'posverdad' está imponiéndo­se. Grupos de whatssap que se retroalime­ntan con noticias falsas. Informacio­nes que saltan de un chat a otro. No solo desde el mundo independen­tista. En Madrid, yo tengo amigos que son menos comprensiv­os. Y se reenvían el mismo tipo de chiste, el mismo meme, la misma boutade. Realidades paralelas que no dejan pensar y que intoxican las relaciones".

11.No tiene sentido hablar de una comunidad homogénea de catalanes en Madrid. Hay espacios comunes —el Cercle—, institucio­nes —Blanquerna—, espacios culturales, pero Jordi, Montserrat, Jordi y Xavier no hacen vida de grupo. Son del Barça. Se informan de la actualidad por medios madrileños y catalanes. Y aprecian su posición de ciudadanos híbridos. Se estremecie­ron con las escenas de represión policial del 1 de octubre, pero también les desconcier­tan "los brochazos del independen­tismo", las aberracion­es democrátic­as. Y no se atreven a pronostica­r si Cataluña formará parte del Estado español en 2038. Pero va a ser difícil moverlos de Madrid.

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(Sipa) Una pareja de manifestan­tes.

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