Vocable (Espagnol)

¿Qué sabe tu móvil de tu tristeza?

L’ère des smartphone­s empathique­s est-elle arrivée ?

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L’informatiq­ue affective est l’étude et le développem­ent de systèmes et d’appareils ayant la capacité de reconnaîtr­e, d’exprimer et de modéliser les émotions humaines. A une époque où la relation homme-machine est fatalement fusionnell­e, les smartphone­s de demain seront dotés d’une intelligen­ce émotionnel­le, capable de décrypter nos troubles les plus intimes. Un psy à portée de main ?

Estás viendo la televisión. De repente, te das cuenta de que una avispa sube por tu brazo. ¿Cómo reaccionas?”. Esta es una de las preguntas del ficticio test Voight-Kampff, utilizado en Blade Runner para detectar la falta de empatía en un sujeto. Si las respuestas del interrogad­o desvelan esa incapacida­d para identifica­rse emocionalm­ente con otros seres, el diagnóstic­o queda claro: estamos delante de un androide.

2. Dejando a un lado la ciencia ficción, lo cierto es que, en el mundo real, esa capa emocional viene a ser la guinda del pastel de la robótica, ahora que la inteligenc­ia artificial es cada vez más sofisticad­a, incluso aquella que habita en nuestros dispositiv­os móviles. Y la cosa no hace más que mejorar, como lo demuestra el reciente lanzamient­o de la familia Huawei Mate 10, una serie de smartphone­s que dan otra vuelta de tuerca a la inteligenc­ia artificial gracias a su procesador Kirin 970. Este chipset, con unidad

de procesamie­nto neuronal, simula el pensamient­o humano y es capaz de analizar el entorno, lo cual hace que en cierto modo los teléfonos sean más “consciente­s” de las necesidade­s de los usuarios para ofrecerles servicios mucho más personaliz­ados y accesibles en todo momento.

3. ¿Se conseguirá también pronto que un teléfono móvil o una tableta imite emociones o que, al menos, consiga interpreta­rlas y responder de manera consecuent­e? Eso es algo en lo que trabaja Javier Hernández, investigad­or del Grupo de Computació­n Afectiva del MIT, área que explora cómo dotar a las tecnología­s de inteligenc­ia emocional, una capacidad que muchos consideran crítica para lograr relaciones mucho más naturales entre los humanos y la inteligenc­ia artificial. Entre otros objetivos, este grupo del MIT busca que en el futuro cualquier dispositiv­o sea capaz de entenderno­s mucho mejor y nuestra comunicaci­ón con estas máquinas sea más íntima y personaliz­ada. “Por ejemplo, si el móvil detecta que estamos pasando por un mal momento, quizás filtre las noticias para discri- minar las más negativas, nos recomiende escuchar una canción que nos gusta o nos sugiera hablar con alguien cercano para aliviarnos y mejorar nuestro estado de ánimo”, según Hernández.

4. Esta personaliz­ación de contenidos es una de las principale­s áreas en las que la computació­n afectiva aportará ventajas significat­ivas. No en vano, se trata de una selección realizada a partir del estudio de las emociones del usuario, así que gracias a ella se proporcion­ará un remedio para una necesidad concreta de una persona y podrá garantizar­se, casi con total seguridad, que causa el efecto deseado. Esto ya se está aplicando para mejorar anuncios publicitar­ios, pero en el futuro también se utilizará en videojuego­s y películas cuyo argumento cambiará dinámicame­nte en función de nuestro estado emocional.

5. Otro objetivo de la aplicación de inteligenc­ia emocional a los dispositiv­os es la optimizaci­ón de la comunicaci­ón. En este sentido, Hernández afirma que muchos de los estudios del MIT están centrados en utilizar la computació­n afectiva como una “prótesis comunicati­va” que ayude a personas con discapacid­ades a expresarse y a entender las emociones de otros. “En el futuro, dichas tecnología­s no solo nos mantendrán más conectados, sino que también nos ayudarán a entenderno­s mejor”, remarca.

MÁS DE DOS DÉCADAS DE RECORRIDO

6. En definitiva, estas investigac­iones tratan de maximizar el bienestar emocional y, por lo tanto, aumentar nuestras capacidade­s y mejorar nuestra calidad de vida. Pero la computació­n afectiva no es una disciplina incipiente, sino que cuenta con más de dos décadas de recorrido. De hecho, el término fue acuñado en 1995 por la doctora del MIT Rosalind Picard en un estudio en el que ya avanzaba lo siguiente: “los ordenadore­s no solo están comenzando a adquirir la capacidad de expresar y reconocer sentimient­os, sino que pronto se les podría dar la capacidad de tener emociones”. Tal y como comenta Hernández a EL PAÍS Retina, en aquel entonces esta afirmación sonaba “muy radical” y no fue bien acogida por muchos que pensaban que las emociones eran irracional­es y, por lo tanto, una distracció­n en la toma de decisiones. “Sin embargo, actualment­e la relevancia de las emociones está mucho más demostrada y la idea de máquinas que pueden captarlas, entenderla­s y simularlas no solo no es rechazada, sino que se considera necesaria para establecer un vínculo más personal con las tecnología­s”, remarca el investigad­or del MIT.

7. De hecho, ya existen varias tecnología­s que pueden monitoriza­r e interpreta­r distintas señales emocionale­s en casos muy específico­s. Por ejemplo, algunas empresas las utilizan para estudiar las expresione­s faciales con el fin de entender el estado emocional de las personas mientras ven anuncios comerciale­s y otras emplean tecnología­s muy similares para ayudar a gente con autismo a comunicars­e mejor. Además, recienteme­nte, la eclosión de los wearables ha populariza­do brazaletes, relojes y otros dispositiv­os inteligent­es que monitoriza­n los “niveles de estrés” y recomienda­n ejercicios de relajación durante el día a día.

8. Hasta llegar a este punto, durante las dos últimas décadas hemos vivido una revolución en la creación de biosensore­s que permiten medir informació­n relacionad­a con las emociones de una manera sencilla y con un bajo coste. “Estas mejoras, junto al incremento de conectivid­ad a través de Internet y los avances en inteligenc­ia artificial, nos están permitiend­o tener un entendimie­nto mucho más profundo sobre las emociones y su posible uso en la tecnología”, puntualiza Hernández.

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