¿Merece la Unesco otra oportunidad?
Face aux crises et défis, l’Unesco reprendra-t-elle son souffle ?
Née le 16 novembre 1945, l’Unesco, l’Organisation des Nations Unies pour l’Education, la Science et la Culture a pour objectif de favoriser le dialogue entre les peuples et les civilisations, de réduire la pauvreté et de favoriser le développement durable. Alors que l’institution est en perte de vitesse et à la recherche d’un second souffle, le retrait des Etats-Unis et d’Israël rend la tâche encore plus complexe. Un défi supplémentaire pour la nouvelle directrice générale, la Française Audrey Azoulay ?
Tras la elección el mes pasado de la francesa Audrey Azoulay como nueva directora general de la Organización para la Educación, la Cultura y la Ciencia de Naciones Unidas, la Unesco, se oyó un suspiro de alivio en la sede parisiense del organismo fundado en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial con el revolucionario objetivo de “construir la paz en la mente de los hombres y las mujeres”. Sobre su máximo rival, el alto diplomático catarí Hamad bin Abdulaziz al Kawari, pesaban acusaciones de antisemitismo, uno de los males que han ido haciendo de la Unesco un organismo cada vez más desacreditado.
2. Apenas 24 horas antes de la selección de la exministra de Cultura francesa, Estados Unidos cumplía finalmente su amenaza y se retiraba del organismo por segunda vez en su historia. Washington ha denunciado un sesgo antiisraelí en la organización, que en 2011 reconoció a Palestina como Estado miembro, en 2013 firmó un acuerdo de colaboración con la Universidad Islámica de Gaza, acusada de tener vínculos con Hamás y que, este año, incluyó la
Ciudad Vieja de Hebrón en la Lista de Patrimonio en Peligro. Israel no tardó en seguir los pasos de Estados Unidos.
3. Japón, uno de los países que han invertido fuertemente en la Unesco para reforzar su imagen internacional, congeló en 2016 sus aportaciones. Un año antes, la matanza perpetrada por el Ejército japonés en la ciudad china de Nankín en 1937 quedó inscrita en el programa Memoria del Mundo (donde también se incluyeron los manuscritos del Che Guevara).
4. La crisis política y económica —Estados Unidos es el primer contribuyente, aportaba una cuarta parte del presupuesto, Japón el segundo— en que lleva sumida la Unesco desde hace años se profundiza. ¿Podrá Azoulay sacarla de ella y devolverle prominencia a una organización que sigue reivindicando, en palabras de su nueva jefa, que la educación y la cultura “son el mejor antídoto contra las ideologías letales” que se extienden por todo un mundo muy polarizado?
5. “El ideal sigue siendo válido, son principios aún necesarios. El problema es cómo aplicarlos”, reflexiona Lola Poggi, antigua alta funcionaria de la Unesco. Algunos de sus colegas aseguran que la crisis que atraviesa la organización es el resultado de una progresiva toma de poder de los Estados —y por tanto sus intereses— en un organismo que se diferenciaba de otras instituciones multilaterales por la libertad intelectual y de acción de sus integrantes.
6. Sin embargo, el uso político de la Unesco había quedado ya patente durante la Guerra Fría. A mediados de los años 80, Estados Unidos y Reino Unido, uno de sus fundadores, abandonaron la organización escandalizados por la “dañina politización” y el despilfarro de sus recursos. El descontento se extendió a varios países europeos, sobre todo Dinamarca y Holanda. Al frente de la institución estaba, desde los años setenta, el senegalés Amadou-Mahtar M’Bow, acusado de seguir el dictado de la órbita soviética. Una de las grandes controversias fue el apoyo de la Unesco al Nuevo Orden Mundial de la Información, iniciativa de los Países No Alineados que pretendía “redistribuir los flujos de información entre países ricos y subdesarrollados”, y que para sus críticos camuflaba la pretensión de institucionalizar la