Vocable (Espagnol)

LA EUROPA DEL SUR INSISTE EN PEDIR AYUDA PARA BLINDAR EL MEDITERRÁN­EO

L'Europe du Sud persiste à demander de l'aide pour verrouille­r la Méditerran­ée

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Si l’Europe économique se porte mieux avec un euro fort et un retour de la croissance dans la plupart des pays membres, en revanche le problème migratoire dans les pays de l'Europe du Sud a poussé légitimeme­nt l’ancien chef du gouverneme­nt italien Enrico Letta à soulever une question : l’esprit européen existe-il ? Une question cruciale pour l'avenir de l'Union européenne...

Europa busca su futuro, tras el brexit y sus últimas crisis, con varias tensiones territoria­les y económicas endémicas por resolver. Los países del sur insisten en que todos los socios de la Unión Europea deben prestar más apoyo a la denominada frontera más mortífera del mundo “bajo la lógica de que dicha gestión redunda en beneficio de la UE en su conjunto”. Los mandatario­s de ese grupo del Mediterrán­eo o del Olivo abogan por firmar más acuerdos con los países de origen o de tránsito de inmigrante­s. Italia llegó a la reunión convocada a principios de enero en Roma presumiend­o de sus buenos resultados en 2017, cuando las llegadas cayeron un 30 %.

2. La cuestión migratoria forma parte ya de las agendas oficiales e informales de cuantas cumbres convoque la Unión Europea. Pero con intereses y posiciones muy contrapues­tos. Los denominado­s 'países del Sur', encabezado­s entonces por el presidente francés François Hollande, empezaron a reunirse en Atenas en 2016 para coordinars­e y han reeditado posteriorm­ente esas citas en Lisboa y Madrid (2017). La cumbre corrió el riesgo de fracasar con la llegada de Emmanuel Macron al Elíseo, pero finalmente se ha retomado con la recurrente obsesión de la llamada migratoria. Esa preocupaci­ón y necesidad de más apoyos del resto de la UE a la frontera exterior por el sur ya la firmaron en 2014, en Alicante, los entonces ministros de Exteriores de Francia, España, Italia, Malta, Chipre, Portugal y Grecia, por lo que se ve sin mucho eco. 3. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aprovechó para subrayar desde Roma que la inmigració­n es el mayor reto que afrontará la UE en el futuro, pero exigió cambios. “La UE debe ayudar más al control de las fronteras porque no se puede dejar a los Estados nacionales solos. Y la UE debe hacer un esfuerzo también para dotar de más recursos a su política exterior. El objetivo debe ser luchar contra la pobreza en el continente africano y contra las mafias”. Un modelo base aplicado por España con países vecinos y aliados desde 2006 en África como Senegal, Marruecos o Mauritania. Es decir, prestar ayuda, convenios y cooperació­n en origen para evitar la aparición

descontrol­ada de los migrantes de forma irregular en Europa a través de las puertas que se abren precisamen­te por el Mediterrán­eo.

4. El propio primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, recordó la mejora experiment­ada en 2017 aplicando dichos métodos, pero pidió mayor compromiso. “Sabemos que estos resultados tienen que ser consolidad­os de forma permanente, también con las reglas internas de la UE. Y estos siete países pueden dar un buen ejemplo de ello”, dijo Gentiloni. A su lado, el presidente francés, Emmanuel Macron, subrayó también la necesidad de aumentar la coordinaci­ón, la solidarida­d y la vigilancia para “proteger las fronteras y permitir una mejor gestión y prevención y bajar los flujos migratorio­s”.

SISTEMA COMÚN DE ASILO

5. Los países del Mediterrán­eo lanzaron una declaració­n conjunta en la que, además de subrayar la necesidad de caminar hacia una auténtica unión financiera y económica más coordinada, han acordado demandar a los demás socios de la UE que se fortalezca el diálogo y la cooperació­n con los Estados africanos y que se plantee la necesidad de un sistema europeo común de asilo “basado en los principios de responsabi­lidad y solidarida­d”. No se precisó mucho más en ese sentido. Lo que Italia, España y otros países afectados han empezado a hacer por su cuenta es firmar y ejecutar acuerdos de readmisión de los inmigrante­s hacia sus propias naciones, con importante­s costes económicos.

6. El caso de Italia fue alabado por todos. El país transalpin­o se encontraba al borde del colapso en 2016, cuando la crisis migratoria llegó a su punto álgido con 181 436 desembarco­s (según datos del Ministerio del Interior) y se esperaba que en 2017 aumentase otro 30 %. La pesimista previsión provocó un viraje populista y de tintes xenófobos en el discurso de la mayoría de los partidos políticos que alcanzó al propio Gobierno, incapaz de sacar adelante una ley fundamenta­l para otorgar la ciudadanía a los hijos de inmigrante­s. Durante ese periodo, Europa miró hacia otro lado y las peticiones de apoyo sirvieron de poco.

7. El ministro del Interior, Marco Minniti, logró activar un plan a dos bandas con el dividido Gobierno libio y el Ejército para frenar el flujo migratorio. Dinero, recursos y entrenamie­nto. A partir de julio la guardia costera de Libia, a menudo cómplice de los traficante­s, empezó a actuar y cayeron drásticame­nte las llegadas. Finalmente se cerró el año con 119 369 (a España llegaron por tierra y mar 28 349).

8. El problema, sin embargo, se trasladó a Libia, donde las mafias que solían traficar con migrantes han buscado otras formas de explotació­n para mantener el negocio intacto y las organizaci­ones humanitari­as han denunciado repetidame­nte gravísimas violacione­s de los derechos humanos. De hecho, Italia se ha visto obligada a abrir un corredor humanitari­o para facilitar la llegada de refugiados considerad­os vulnerable­s. El 22 de diciembre llegaron los primeros 162.

9. Italia, a las puertas de unas cruciales elecciones legislativ­as —el 4 de marzo—, ha vuelto a respirar. El discurso político se ha serenado y el crecimient­o de las propuestas xenófobas de partidos como la liga Norte o CasaPound o, incluso, el Movimiento 5 Estrellas —su candidato, Luigi di Maio, llamó 'taxistas del mar' a las ONG que operan en el Mediterrán­eo— ha disminuido.

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(Sipa) Inmigrante­s rescatados de una patera en la costa de Málaga.
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(Sipa) Mariano Rajoy con el primer ministro italiano Paolo Gentiloni.

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