La Caja de Pandora, el #MeToo del arte español
Le mouvement espagnol contre le harcèlement
La violence faite aux femmes est un véritable fléau en Espagne. Ainsi une Espagnole sur cinq aurait été victime de violences physiques ou sexuelles au cours de sa vie. L’été dernier un pacte national contre la violence de genre a été signé par l’ensemble des groupes politiques du Parlement afin d’aboutir à une législation plus protectrice. A l’instar du mouvement #MeToo ou de « Balance ton porc », la plateforme « La Caja de Pandora » lutte, outre-Pyrénées, à sa manière contre le harcèlement sexuel.
Resulta curioso que antes de que el movimiento #MeToo acogiera en Twitter las denuncias de mujeres conocidas y anónimas que alertaban de los abusos y acosos que habían sufrido en todos los estamentos sociales (provocados a su vez por las denuncias llevadas a cabo en octubre por publicaciones como The New York Times o The New Yorker de este tipo de agresiones en el ámbito cinematográfico, con la figura de Harvey Weinstein como diana de todos los dardos), en España, un movimiento similar ya había tomado forma muchos meses antes desde el ámbito de las artes visuales en Facebook.
2. El grupo en cuestión se hizo llamar «La Caja de Pandora», y lo que desencadenó su puesta en marcha fue una denuncia de un supuesto caso de abuso sexual (el sistema, y aunque no nos guste, siempre es garantista con aquel que co- mete un crimen) sufrido por la creadora Carmen Tomé por parte del comisario Javier Duero, entonces uno de sus tutores en el programa de residencias A Quemarropa que tenía lugar a finales del mes de julio en el Centro Cultural Las Cigarreras, en Alicante.
UN REGUERO IMPARABLE DE PÓLVORA
3. Este caso se convirtió pronto en un reguero de pólvora que se «encendió» con las acusaciones de muchas otras mujeres que, en la intimidad que les permitía la conocida red social, daban a conocer a puerta cerrada situaciones similares de abusos, intimidaciones, agresiones o actitudes machistas, algunas con los mismos nombres propios como «manos ejecutoras», lo que permitió que poco a poco se estableciera como una herramienta válida para compartir información sobre los abusos de poder en el mundo del arte y los, en su opinión, numerosos casos de agresión sexual que tienen siempre a la mujer como víctima, promovidos por un sistema que los ampara e invisibiliza.
4. En la actualidad, La Caja de Pandora es un grupo exclusivamente de mujeres («y otras identidades de género no hegemónicas», como les gusta puntualizar) que reúne a más de 3000 profesionales vinculadas al arte, el teatro y otros ámbitos de la cultura en España. Un conjunto heterogéneo que se define como «feminista, antirracista, anticapacitista e inclusivo con todas las diversidades», organizado y «en lucha por un contexto libre de violencias machistas y abusos de poder». El pasado 30 de enero, algunas de sus integrantes se presentaban por primera vez de forma pública ante la sede del Museo Reina Sofía en Madrid, mientras otro pequeño grupo hacía lo propio delante de la fachada de la Tate en Londres, y, en Lugo, el comunicado era leído en gallego. Una forma de demostrar que sus redes están por todas partes.
5. «Nos organizamos de forma asamblearia, y así es como se toman todas las decisiones —explica la comisaria, y una de las nuevas directoras de JustMad, Semíramis González, también una las caras más visibles de La Caja de Pandora—. Los tiempos en estos casos son otros, y queríamos darnos a conocer de manera calmada, con las intenciones ya muy definidas, a finales de febrero, aprovechando que Madrid se convierte en capital del arte gracias a todas las ferias; pero todo se precipitó a finales de enero». Entonces, un periódico de tirada nacional daba a conocer lo que ya era un secreto a voces en el mundo del arte, pero algo desconocido para el gran público, lo que generó que muchos otros medios se interesaran por el asunto, desbordando la capacidad de respuesta de las integrantes del colectivo, que, como hoy han demostrado ante las puertas del Museo Reina Sofía, no están dispuestas a responder a ninguna pregunta si antes la respuesta no ha sido consensuada por todas ellas.
6. Lo que se escenificó ante las puertas del principal centro de arte contemporáneo del país ha sido la lectura de un escueto manifiesto —que ha suscitado el interés de muchos medios, algunos extranjeros— con el que la plataforma se da a conocer y muestra su total apoyo a la creadora cuya denuncia propició su nacimiento: la denuncia por abuso sexual que Carmen Tomé interpuso e hizo pública contra Javier Duero, cuyos contenidos, además, fueron grabados en vídeo y distribuidos por redes sociales como parte del «proyecto final» de la artista para las residencias A Quemarropa.
ESPACIO DE HERMANAMIENTO
7. 'Las pandoras', como se hacen llamar a sí mismas, han conseguido organizarse de forma interna para facilitar labores de asesoramiento y acompañamiento, más allá del ámbito digital. Tal y como explican, La Caja funciona «como espacio de sororidad, de hermanamiento entre mujeres, para darnos el calor y la cercanía que nos han querido arrebatar». «En realidad, lo que el grupo está haciendo sobre todo es llevar a cabo un seguimiento del caso de Carmen Tomé —apunta González, que también participó el pasado 29 de enero en la elaboración del manifiesto—. Estamos intentando generar un fondo común entre todas para asumir las costas de un juicio que parece que al final no va a resolverse a nuestro favor».
8. Si algo ha dejado claro el movimiento #MeToo en Estados Unidos después de que fuera abanderado por Oprah Winfrey en la ceremonia de entrega de los Globos de Oro es que esta revolución feminista en ciernes no puede basarse solo en las lamentaciones, sino que es tiempo de actuar; y que, en ningún caso, llegará a buen puerto si no es en compañía de hombres que también empaticen con la causa. Curiosamente, y cronológicamente, el movimiento de La Caja de Pandora es anterior al americano, pero deja a los compañeros masculinos de profesión de lado: «Es una decisión que se tomó desde el principio —relata González—, por el miedo de muchas de las integrantes, al estar contando sus casos de forma abierta. En cualquier caso, pronto se habilitó una página en la misma red social a cuyos contenidos puede acceder cualquiera». No han faltado quienes tan poco se han sentido a gusto al descubrir que sus confesiones abandonaban el grupo y se filtraban en la red.