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Madrid y Barcelona: dos maneras opuestas de controlar el fenómeno Airbnb

Madrid et Barcelone : deux manières opposées de maîtriser le phénomène Airbnb

- POR CARLOS MOLINA

Face aux excès du phénomène Airbnb, Madrid et Barcelone ont répondu différemme­nt.

Le géant de l’hébergemen­t Airbnb fête cette année ses dix ans et se trouve confronté à de nombreux problèmes. Notamment en Espagne, où plusieurs municipali­tés ont haussé le ton face à la plateforme collaborat­ive américaine. Ainsi Madrid et Barcelone ont adopté deux stratégies différente­s face aux excès du phénomène Airbnb. Décryptage à quelques jours du salon mondial du tourisme à Paris…

Airbnb se ha convertido en el enemigo público número uno de Madrid y Barcelona. Lo que empezó siendo una aventura romántica de unos cuantos ciudadanos que alquilaban sus casas a través de la plataforma para sacarse unos ahorrillos a final de mes ha evoluciona­do hacia un negocio especulati­vo gestio- nado por grandes fondos que ha roto el clima de convivenci­a entre vecinos y turistas en el centro de las ciudades. Lo que comenzó siendo un fenómeno minoritari­o ha mutado en otro de masas. El portal Airbnb Inside, uno de los más fiables a la hora de valorar el número de inmuebles que están registrado­s en el centro de Madrid, calcula que solo en Madrid hay más de 13 000 viviendas alquiladas a través de esta plataforma y que el número en Barcelona es todavía mayor (18 000).

2. La manera de afrontar este fenómeno es radicalmen­te diferente. Cataluña fue pionera a la hora de detectar el problema del turismo masivo y de tratar de poner freno a sus consecuenc­ias (ausencia de oferta, precios desorbitad­os o incremento del gasto en servicios). Fue la primera autonomía que puso en marcha una tasa turística en 2012 (en la actualidad recauda 2,5 euros por cada estancia en un hotel de cinco estrellas o en una vivienda de uso turístico en Barcelona) para obtener fondos con los que hacer frente al sobrecoste derivado de la llegada masiva de turistas. Una medida enfocada hacia Barcelona, que recibe el grueso del turismo de Cataluña. Esta comunidad es la más visitada de España, con 19 millones de turistas extranjero­s en 2017, un 23,2 % del total.

3. El ayuntamien­to de Barcelona también fue pionero a la hora de establecer una moratoria hotelera, que impedía la construcci­ón de nuevos alojamient­os. Esa norma se mantuvo en 2015 y 2016 hasta que en enero de 2017 entró en vigor el Plan Especial Urbanístic­o de Alojamient­os

Turísticos de Barcelona (PEUAT). Ese plan dividía la ciudad en cuatro zonas concéntric­as. En la zona 1, que recogía los barrios del centro, no se concedían licencias; en la zona 2 solo se otorgaban si otro proyecto cesaba previament­e, y las zonas 3 y 4, en el extrarradi­o, crecerían con límites.

4. Esa política de mano dura es la que ha llevado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con Airbnb, que solo en esa ciudad cuenta con una oferta de 18 000 pisos. A diferencia de Madrid, los diagnóstic­os de la comunidad autónoma y del ayuntamien­to (pese a estar dirigidos por formacione­s políticas diferentes) sí coinciden. La norma autonómica obliga a los propietari­os que alquilen casas para turistas a disponer de un número de registro (Madrid no lo exige) para que entren dentro de un censo oficial y que al mismo tiempo estén obligados a pagar la tasa turística, en vigor desde 2012. En paralelo, el ayuntamien­to puso en marcha un plan de choque en 2016, combinando inspeccion­es masivas para detectar pisos ilegales y la imposición de sanciones, tanto a los propietari­os de las viviendas de uso turísticas como a las plataforma­s que los anunciaban.

5. El primer balance de ese plan de choque (de julio de 2016 a julio de 2017) muestra que en ese período se abrieron 6197 expediente­s (el doble que en los dos años y medio anteriores), se impusieron 3473 sanciones y se ordenó el cierre de

2332 pisos ilegales.

6. En este cambio de actitud ha tenido un peso definitivo la firmeza del ayuntamien­to contra las viviendas ilegales. Colau impuso a finales de 2016 una sanción de 600 000 euros a Airbnb, ante la falta de colaboraci­ón para legalizar su oferta y, en verano de 2017, amenazó con imponer otra multa de la misma cuantía si seguía sin adecuarse a lo que se le pedía.

7. Otro factor que muestra el compromiso de Barcelona contra la oferta irregular de pisos turísticos es la creación de la figura del “visualizad­or” en el plan de choque. En el primer año había 20 visualizad­ores y en el segundo hay 40. Estas personas realizan un trabajo previo al de los inspectore­s y se encargan de comprobar in situ si las direccione­s de las viviendas correspond­en con las reales y de realizar entrevista­s con los turistas para conocer posibles fraudes. En tres meses han realizado 3300 búsquedas por internet y 1157 visitas a pie de calle, que han permitido identifica­r 630 pisos ilegales, a los que se multará con 60 000 euros si no son retirados de la plataforma. 8. En el otro lado aparece Madrid, donde la discrepanc­ia política ha evitado la aplicación de medidas de calado. La Comunidad de Madrid está presidida por la popular Cristina Cifuentes y el Ayuntamien­to de Madrid lo dirige Manuela Carmena, de Ahora Madrid con el apoyo del PSOE. Las diferencia­s políticas han sido determinan­tes para que el fenómeno de los pisos para turistas le haya explotado a ambas administra­ciones en las manos. El ayuntamien­to es el que cuenta con las competenci­as urbanístic­as y la comunidad con las turísticas.

9. El portal Airbnb Inside, uno de los más fiables a la hora de valorar el número de inmuebles que están registrado­s en el centro de Madrid, calcula que en la actualidad hay más de 13 000 viviendas alquiladas a través de esta plataforma (los hoteleros lo elevan a 20 000) y las asociacion­es de vecinos del centro se han levantado contra la falta de control de este fenómeno.

10. Fuentes de la Comunidad de Madrid apuntan que se busca un “texto garantista” que tenga en cuenta el criterio de libertad para la economía colaborati­va defendido desde la Comisión Europea y que valore las sentencias judiciales en contra. El diagnóstic­o del ayuntamien­to es radicalmen­te diferente. En primer lugar, consideran que los pisos turísticos sí son un problema y que es necesario limitarlos. En esta línea encaja la moratoria establecid­a de forma temporal. Hasta que la nueva norma autonómica no entre en vigor, el ayuntamien­to prohibirá la conversión de suelo terciario en residencia­l en el centro.

Airbnb se ha convertido en el enemigo público número uno de Madrid y Barcelona.

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(Sipa) Un piso Airbnb en la Barcelonet­a.
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