Vocable (Espagnol)

El regreso a España del “ingenioso sefardí”

Le retour en Espagne de 'l'ingénieux séfarade'

- POR MARC BASSETS

Le roman espagnol de Pierre Assouline.

Journalist­e, biographe, romancier, membre de l’académie Goncourt, Pierre Assouline vient de publier aux éditions Gallimard, Retour à Séfarad. Aux frontières de la fiction, du portrait, du poème et de l’enquête, ce livre est avant tout une réflexion sur l’identité. Une identité liée au destin des séfarades, ces juifs qui ont été expulsés d’Espagne en 1492 parmi lesquels se trouvaient les aïeux de Pierre Assouline…

El detonante fue un discurso de Felipe VI. “Cuánto os hemos echado de menos”, dijo el rey con ocasión de la entrada en vigor de la ley española que permitía a los sefardíes —los descendien­tes de los judíos expulsados en 1492— acceder a la nacionalid­ad española. Para el escritor francés Pierre Assouline, el discurso en noviembre de 2015 fue un clic, el “choque emotivo” que puso en marcha un doble proceso. 2. El primer proceso era burocrátic­o: el de la obtención del pasaporte de la tierra de sus antepasado­s. El segundo, entremezcl­ado con el primero, era literario: la escritura de Retour à Séfarad (Retorno a Sefarad, Gallimard, 2018): la novela más íntima de Assouline (Casablanca, 1953), a la vez el relato real del intento de nacionaliz­arse español, la exploració­n en su propia identidad y una reflexión optimista sobre España.

HACERSE ESPAÑOL

3. “Vaya idea [hacerse español], justo en el momento en que tantos españoles no quieren serlo”, escribe el narrador de Retour à Séfarad. “No hay que soñar: os lo digo, la llegada de los sefardíes no será suficiente para compensar la marcha de los catalanes”.

4. El libro puede leerse como una oda a España. Una oda crítica, sí, pero a contracorr­ien-

te de las visiones más tenebrista­s. Assouline dice que su admiración por este país podría explicarse por la famosa fe del converso, pero no es tan sencillo. “Hay algo de eso. Excepto que yo no soy un converso: no me he convertido a la hispanidad o a la fe española. Siempre he vivido con España”, explica en un café de París. España, dice, vive en él desde su infancia, cuando su madre le cantaba canciones en castellano, y le ha acompañado durante su vida. “Siempre he sabido que yo era sefardí. Es la conciencia de ser originario de ahí y haber tenido ancestros que vivieron ahí. Creo mucho en la memoria arcaica, las trazas y los ecos antiguos”.

5. Assouline es una figura ineludible en la vida literaria parisina. Ha tocado todos los palos. Periodista cultural. Biógrafo. Miembro de la selecta Academia Goncourt que concede el premio del mismo nombre. Y novelista, autor de precisos relatos ubicados en espacios cerrados —un hotel, un castillo— durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi como Lutetia y Sigmaringe­n.

6. Ahora Assouline cambia de género, y salta a un tono más o menos confesiona­l, con un narrador que se llama como él y lo comparte casi todo con él, un género que mezcla géneros y que el autor asocia con la novela española: la nueva y la antigua. “Lo que me dio el permiso [para ensayar este género] fue la lectura de los libros de Javier Cercas”, dice. Retour à Séfarad es una novela sin ficción al estilo de Anatomía de un instante o El impostor. La otra clave literaria se la ofrece Cervantes que, como Carlos Fuentes enseñó a Assouline, escribió una novela en la que se podía meter todo, el cocido literario por excelencia, para retomar una expresión recurrente en Retour à Séfarad. Assouline, que en su retorno a España se autodenomi­na “el ingenioso sefardí”, es cervantino en el tono digresivo y en un detalle significat­ivo: su novela empieza (“Desocupado lector”) y acaba (“Vale”) con las mismas palabras que el Quijote. Y más: la novela es una carta a un rey, a Felipe VI. “Mi rey, si se me permite”, le llama. “A usted también, Majestad, le hemos echado de menos…”

MIRADA

7. No todo es perfecto en la España de Assouline. No es un mitómano. En el libro aborda los restos del antisemiti­smo secular y las expresione­s contemporá­neas del antisionis­mo. Muy severo con el independen­tismo catalán, rechaza la visión de una España donde supuestame­nte el franquismo ha regresado, visión que ha tenido eco en los meses de la crisis catalana, pero también recuerda que “los cuarenta años de franquismo no pueden borrarse de la cabeza de la gente”. “No es anormal que en el exterior se tema el retorno de un neofranqui­smo en España. ¿Por qué? La imagen de Francia es De Gaulle, pero también Pétain: la colaboraci­ón, la ocupación. Para vosotros es la guerra civil. Y la guerra civil sigue ahí”.

8. Autor de un libro sobre la depuración de los intelectua­les cola bora ci onis tas france ses al final de la Segunda Guerra Mundial, Assouline ve paralelism­os entre este periodo y la transición española. La depuración, en Francia, fue limitada, dice. De Gaulle “tuvo la inteligenc­ia, tras unos meses de ajustes de cuentas, de procesos, de ejecucione­s, de decir que ahora la prioridad era reconstrui­r Francia”. “Y la inteligenc­ia de la transición democrátic­a española, quizá lo que se le reprocha, fue absorber a los franquista­s en la derecha tradiciona­l”.

9. Uno de los estribillo­s de Retour à Séfarad, una expresión que se repite varias veces, es el "como decíamos ayer…" de fray Luis de León. A Assouline le sirve para establecer el vínculo con sus antepasado­s de hace más de medio milenio. “No niego que mi España sea un fantasma. Sin duda. Pero es el caso de todo el mundo. Los españoles de hoy cuando hablan de sus ancestros están en la misma situación, porque no saben nada”, dice. Obtener el pasaporte es simbólico, para él. No cambia nada en su vida, pero todo el procedimie­nto le ha hecho sentirse “más sefardí, más hijo de España”.

10. La realidad es que Assouline todavía no tiene el pasaporte. La maquinaria burocrátic­a está encallada en un trámite necesario con un notario. Le gustaría que Felipe VI —y es la petición final del libro— abrogase el decreto de la expulsión de los judíos de 1492. ¿Y si no lo hace? “No sé si yo aceptaría mi pasaporte”, responde. La novela termina con el 'vale' cervantino, pero el final sigue abierto.

Obtener el pasaporte es simbólico, para él. No cambia nada en su vida.

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El escritor francés novela en Retorno a Sefarad el proceso para obtener el pasaporte español. (Sipa)
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