Vocable (Espagnol)

O sea, la de muletillas que usamos, ¿sabes?

Les mots béquilles à la loupe des sociologue­s.

- POR LOLA PONS RODRÍGUEZ

"C’est clair", "c’est grave", "j’imagine"… Voici des exemples de tics de langage que l’on utilise fréquemmen­t en français. Ces mots béquilles servent souvent de respiratio­n dans la communicat­ion et reflètent aussi des tendances étudiées par les sociologue­s. Mais qu’en est-il de leurs équivalent­s espagnols ? Comment analyse-t-on ces modes langagière­s outre Pyrénées ?

En plan", "o sea", "digamos", "este", "en verdad", "¿sí o qué?", "tú sabes", "hombre"... ¿Cuál es tu muletilla? Las hay compartida­s por todos los hablantes del español (como "mira" o "bueno"); las hay especializ­adas por zonas ("este", en el español americano mucho más frecuente que en el español europeo) y algunas son propias de una edad (como el desarrollo reciente de "en plan"); pero, de un tipo u otro, usamos estas expresione­s a diario.

2. Llamamos coloquialm­ente a esas expresione­s 'muletillas' porque nos apoyamos en ellas, igual que el que se ayuda de un bastón o muleta o se auxilia de algún instrument­o para poder seguir andando. Como si la conversaci­ón fuese un camino que transitamo­s, las muletillas nos sirven para sostenerno­s al hablar y orientan a nuestro interlocut­or sobre nuestra actitud ante lo que estamos diciendo o para corregirno­s ("he llegado a las siete, bueno, a las siete pasadas"). 3. Usar esta clase de formas no es un recurso nuevo ni reciente en nuestro idioma. Palabras con valor de apoyo o de apelación al oyente han existido desde antiguo, aunque nuestros antepasado­s las llamaban de otra forma. Partiendo del nombre 'bordón' (que significa "bastón alto en que apoyarse"), antiguamen­te eran denominada­s 'bordones' o 'bordoncill­os'. En los siglos XVI y XVII eran muletillas o bordones frases como "bien me entiendes", "ya digo", "sepa vuestra merced"... y causaban tanto fastidio como ahora a los que prescribía­n cómo se debía hablar.

¿ENTENDEISM­E?

4. En su Diálogo de la lengua de 1535, Juan de Valdés criticaba los “bordones de necios” y entre ellos subrayaba el abominable uso que algunos hacían de "¿entendeism­e?" cuando “no les viene a la memoria el vocablo tan presto como sería menester y os lo dicen muchas veces sin haber cosa que importe entenderla”.

5. Todos tenemos una muletilla que repetimos más que otras, aunque esa querencia nos es más fácil verla en los demás que en nosotros mismos. Cuando los imitadores caracteriz­an a un personaje, tiran de muletillas para evocarlo: los expresiden­tes del Gobierno, Felipe González y José María Aznar, eran imitados con "por consiguien­te" y "mi(re) usted", respectiva­mente; Pedro Sánchez empieza a serlo con un "fíjese usted" con el que apela al entrevista­dor de manera constante.

6. Técnicamen­te estas palabras no se llaman muletillas; en las gramáticas del español moderno se conocen como 'marcadores discursivo­s' y suelen tener etiquetas específica­s según su significad­o: los hay de reacción ("hombre",

Llamamos coloquialm­ente a esas expresione­s 'muletillas' porque nos apoyamos en ellas.

"mujer", "tío"), de atenuación ("bueno", "yo diría", "es como muy...") o de demanda ("¿me entiendes?", "¿oyes?"), entre otras denominaci­ones. A diferencia de los verbos, los adjetivos, los sustantivo­s y otras partes clásicas de la gramática que se estudian mucho y muy bien en las escuelas, los marcadores suelen recibir una atención más bien marginal en los libros de texto escolares y aunque en los últimos años los lingüistas los hemos empezado a estudiar con detalle y hay incluso diccionari­os específico­s dedicados a ellos, los marcadores siguen siendo considerad­os los elementos más raros e inclasific­ables de cualquier lengua. De hecho, entre las cosas más difíciles de aprender si estudias un segundo idioma están estas partículas o marcadores discursivo­s.

7. Esa rareza o marginalid­ad tiene que ver en parte con su significad­o poco explícito: todos sabemos lo que significa 'hombre', pero cuando un profesor dice a su grupo de estudiante­s “Callaos, hombre, ya”, usa 'hombre' en singular para aludir a un grupo plural; algo parecido ocurre si, hablando justamente con una mujer, le pedimos: "Hombre, no me digas eso". Cuando una palabra se mete en el peligroso camino de trabajar como marcador discursivo suspende su significad­o habitual y se hace invariable en género y número.

CRONOLOGÍA

8. Pero es que, además, ese camino está siendo iniciado constantem­ente por palabras nuevas, por lo que es difícil hacer un repertorio cerrado de marcadores de nuestra lengua. Así como hay marcadores que lo fueron ayer y hoy (el "entendeism­e" que criticaba Valdés en el XVI es el hermano del airado "¿me entiendes?" con el que tapa bocas Belén Esteban), otros han iniciado su camino en fecha tan reciente que podemos recorrer su historia simplement­e hurgando en la memoria de nuestros mayores. La forma "o sea" se ha usado históricam­ente en español para reformular algo (“no quedan plazas para estudiar italiano, o sea, se ha llenado ya ese curso”), pero en el siglo XX se empezó a utilizar a final de frase para situarse ante lo dicho, reforzándo­lo o suavizándo­lo: “Luis me ha dejado por teléfono. Es un impresenta­ble, o sea”. Es un uso que iniciaron los hablantes nacidos en la segunda mitad del siglo XX. 9. Similar es lo ocurrido en el español de España desde los años 80 con la palabra "venga" para ir acabando una charla o cerrar un acuerdo. Este segundo uso se ha desarrolla­do recienteme­nte, de hecho hablantes de español ausentes un tiempo del país lo vieron como insólito cuando a su vuelta se toparon con ese nuevo valor de "venga".

10. Usar estas expresione­s no es correcto ni incorrecto en sí mismo: censurar esta clase de palabras o desaprobar su uso sería como reprochar que usemos verbos, adjetivos o un sonido concreto, o como prohibir que utilizáram­os en las conversaci­ones los típicos elementos de apoyo ("eh", "umm"). Sí, es lógico recomendar que en determinad­os ámbitos nos esmeremos en no abusar de ellas. Como ya sabemos, la lengua es un edificio y manejarla es recorrer con soltura todas las plantas posibles. Pues bien, hay plantas en que determinad­os marcadores o el uso constante de ellos puede resultar disonante. Conque, bueno, pues eso es lo que quería explicar de las muletillas y tal. Digamos que voy terminando, tú me entiendes, ¿no?

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