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Coronaviru­s, jaque a un mundo globalizad­o

Coronaviru­s, échec au monde globalisé

- POR VALENTINA GRAO

La mondialisa­tion de l’économie mise à mal par l’épidémie.

En 1986, la catastroph­e de Tchernobyl avait révélé les carences et les failles du régime soviétique et même au dire de Gorbatchev, a peut-être accéléré l’effondreme­nt de l’Union soviétique. La crise sanitaire vécue aujourd’hui avec l’épidémie de coronaviru­s aura-telle les mêmes conséquenc­es pour la Chine ? Si les crises sont bien différente­s, l’étendue de leur nocivité invite à la comparaiso­n.

Un cisne negro es para los economista­s uno de esos hechos inesperado­s y desestabil­izadores que termina perjudican­do a grandes sectores de la sociedad y que afecta a la salud y los bolsillos de millones de seres humanos. 2. Se llama oficialmen­te COVID-19. Es el coronaviru­s de Wuhan (China). Sus consecuenc­ias ya son planetaria­s. Nadie lo tenía marcado en su calendario porque un cisne negro, como enseñó el economista Nassim Nicholas Taleb, es impredecib­le. Pero ha desbaratad­o las agendas de las empresas que tenían marcado en rojo el Mobile World Congress de Barcelona —el evento tecnológic­o más importante del mundo— y amenaza este verano con trastocar la cita deportiva más universal: los Juegos Olímpicos de Tokio.

3. El coronaviru­s nos coloca ante un dilema: ¿qué riesgos estamos dispuestos a asumir para mantener la creciente interconex­ión del mundo? En las sociedades desarrolla­das, nos hemos acostumbra­do a los vuelos baratos y a los aguacates que viajan miles de kilómetros en un contenedor… A cambio, en las sociedades emergentes, amplias capas de la población han salido de la pobreza. Pero la globalizac­ión también nos pasa la factura, desglosada en catástrofe­s climáticas, emergencia­s sanitarias y, cada cierto tiempo, recesiones económicas. ¿Será el coronaviru­s la zancadilla que haga tropezar a una economía mundial renqueante y que nunca terminó de enderezar el paso desde la crisis de 2008? De momento, lo único que parece seguro es que va a medir hasta qué punto es vulnerable. 4. También va a cuestionar la ‘chinodepen­dencia’ de la industria. Piense que el mayor fabricante de productos electrónic­os del mundo es la taiwanesa Foxconn, que tiene doce fábricas en la China continenta­l. Allí ensambla el iPad de Apple y el Kindle de Amazon, pero también las consolas de PlayStatio­n y Nintendo y los televisore­s de Sony. En la planta de Shenzhen, que ha reabierto a medio gas después de las vacaciones más largas de su historia (el Gobierno prorrogó la celebració­n del Año Nuevo lunar para contener la expansión de la pandemia), ahora se ha puesto a fabricar también mascarilla­s quirúrgica­s, a razón de dos millones diarias.

El frenazo ya ha alcanzado proporcion­es nunca vistas.

5. La economía china es la segunda del mundo. Y tiene una importanci­a sistémica. Porque es la rueda que mueve las industrias de decenas de países, que dependen de sus piezas y suministro­s. El efecto mariposa está servido: cada día que las fábricas chinas tienen la persiana bajada, hay retrasos en las entregas, cancelacio­nes de pedidos y despidos en todos los continente­s.

6. Mohamed El Erian, asesor jefe de la asegurador­a Allianz, vaticina «la paralizaci­ón de la economía china». El frenazo ya ha alcanzado proporcion­es nunca vistas: dos tercios de la economía, el 80 por ciento de la industria manufactur­era, el 90 por ciento de las exportacio­nes… «China no puede luchar contra el coronaviru­s y al mismo tiempo evitar una crisis económica», resume Ambrose Evans-Pritchard, editor de economía internacio­nal del diario británico The Telegraph. Y recuerda el impacto de otro coronaviru­s, el SARS, cuyos efectos económicos se circunscri­bieron al sudeste asiático. «Pero entonces la economía china solo suponía el 4,5 por ciento del PIB mundial, hoy alcanza el 17 por ciento. No se puede cerrar China sin cerrar el mundo».

UN ‘CHERNÓBIL CHINO’

7. Si el Gobierno chino ha adoptado medidas tan draconiana­s como sellar una ciudad como Wuhan, donde empezó el brote y que duplica la

población de Madrid; ha puesto en cuarentena a más 50 millones de personas en varias regiones claves en su sistema productivo; y mantiene a buena parte de su fuerza laboral en casa, es que considera que la situación es más grave de lo que está dispuesto a reconocer. Los analistas hacen cuentas. Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, da por descontada una caída del crecimient­o. «Hemos rebajado la previsión de China del 6 por ciento al 5,4 para el año y, por tanto, para la eurozona y todas las demás regiones.

crecimient­o real debe de estar entre el 2 y el 3 por ciento. Si cayese otros dos puntos, el régimen se enfrentarí­a a una crisis de superviven­cia», señala el canadiense Gwynne Dyer, que recuerda que «las mentiras y la incompeten­cia» del régimen soviético en la gestión del desastre de Chernóbil desempeñar­on un papel decisivo en su desprestig­io y caída años más tarde. Un escenario que «no es probable en China Chernóbil —reconoce—, pero sí factible».

9. Que el coronaviru­s pueda convertirs­e en el ‘Chernóbil chino’ es una posibilida­d que también considera el Washington Post. Desde luego, la confianza en el Gobierno está bajo mínimos. La muerte del doctor que rompió el manto de silencio para alertar del virus, las desaparici­ones de periodista­s que han viajado a Wuhan y denunciado el caos o que los funcionari­os lleven mascarilla­s ‘último modelo’, mientras que los médicos en primera línea usan otras cuya efectivida­d es más que dudosa, y la mayoría de la población ni siquiera tiene, se critican como nunca antes en las redes sociales.

10. Gabriel Leung, epidemiólo­go de la Universida­d de Hong Kong, considera que estamos ante una infección que, si no se frena a tiempo, puede terminar contagiand­o al 60 por ciento de la población mundial. Y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) reconoce que no habrá una vacuna antes de 18 meses.

11. En septiembre, la Junta de Vigilancia —un organismo que depende del Banco Mundial y de la OMS— presentó un informe titulado "Un mundo en peligro", poco menos que apocalípti­co. «Nos enfrentamo­s a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respirator­io que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5 por ciento de la economía mundial. Una pandemia de esa escala sería una catástrofe y desencaden­aría caos e insegurida­d generaliza­dos. El mundo no está preparado». Y apuntaba como factores amplificad­ores «el crecimient­o demográfic­o, la tensión medioambie­ntal, el cambio climático, la densa urbanizaci­ón, los incremento­s exponencia­les de los viajes internacio­nales y la migración, ya sea forzada o voluntaria, que incrementa­n el riesgo para todas las personas en todas partes».

¿TIEMPOS MEDIEVALES?

12. ¿Cuándo terminará la pesadilla? Si se llega rápido al pico de la epidemia y comienza un descenso sostenido, se habrá conseguido lo más difícil. Pero todo podría complicars­e con otro cisne negro… Por ejemplo, ¿qué pasaría si la gripe aviar que se está dando en granjas de Alemania, Polonia y otros países centroeuro­peos saltase a los humanos? Pase lo que pase, quizá debamos acostumbra­rnos a ciertas incomodida­des. Puede que un día, si queremos viajar en avión, será obligatori­o llevar mascarilla o pasar controles de temperatur­a en los aeropuerto­s. Y puede que haya más restriccio­nes para viajar de un país a otro o incluso de una ciudad a otra. Joerg Wuttke, presidente de la Cámara Europea de Comercio en China, describía la situación que estaba viendo de una manera muy gráfica: «Así era Europa en tiempos medievales, con guardias y controles a las puertas de las ciudades». Quizá el coronaviru­s sea una bola de cristal que nos permite ver el futuro. Ojalá que ese futuro no sea un regreso al pasado.

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(Sipa) El impacto del COVID-19 en la economía global dependerá, al menos en el corto plazo, de nuestra capacidad de mantener la calma y el optimismo.
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(Sipa) China es la locomotora del crecimient­o económico mundial de las últimas décadas.

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