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Compartien­do Hogar

Chez moi, le nouveau thriller espagnol glaçant sur Netflix.

- POR FERNANDO MUÑOZ

Le film Hogar de David et Alex Pastor devait inaugurer le festival de cinéma de Malaga de ce printemps mais la crise du Covid-19 a bouleversé les canaux de diffusion. Le film est désormais accessible sur la plateforme Netflix sous le titre de Chez moi pour la France. Javier Gutiérrez (La Isla Mínima, Campeones) campe un publicitai­re au chômage, qui par dépit et rage espionne les occupants de son ancien appartemen­t… Un thriller glaçant dans la lignée de Malveillan­ce de Jaume Balaguero.

Uno, Javier Gutiérrez, es el «español medio»: «un tipo de metro sesenta con una cara normal», en sus propias palabras. El otro, Mario Casas, es un hombre de éxito, de metro noventa y prominente atractivo. Javier Gutiérrez y Mario Casas, uno y otro, se enfrentan en Hogar, la película de Netflix que debería haber inaugurado el Festival de Málaga pero que el coronaviru­s ha obligado a ver confinados. Y es por una casa, por un hogar, por lo que ambos chocan en la nueva cinta de los hermanos Pastor, David y Álex, dos de los cineastas patrios con más recorrido fuera de nuestras fronteras. «Es la tragedia de un tipo normal, de un tipo corriente», resume Gutiérrez.

2. Atrapado en su propia decadencia —vital, económica y, sobre todo, moral—, el protagonis­ta al que presta su rostro Javier Gutiérrez, ve como todo su mundo se derrumba: lo echan de su casa en la mejor zona de Barcelona y tiene que mudarse a un cuchitril con su mujer y su hijo. Era un ejecutivo de éxito, un publicista reputado que vivió a todo trapo hasta que la crisis de la mediana edad y de los nuevos tiempos lo arrollaron. Hundido, empieza a encerrarse en su propio mundo interior mientras urde un plan para recuperar su antigua vida.

3. «Mi personaje está llevado al extremo, es de un maquiaveli­smo atroz, pero está muy bien escrito porque, tras la humillació­n que sufre al principio, irá reconstruy­endo en su mente la psicopatía que verá el espectador», desgrana el ganador del Goya por El autor. «Es un personaje llevado al límite, pero la ambición desmedida nos puede llevar a la locura. Hay personajes en la política que demuestran que esa ambición puede convertirn­os en majaderos», sentencia Gutiérrez, capaz de hacer que cualquiera empatice con su personaje, «aunque sea el mayor de los villanos».

4. A su lado —al menos en la pantalla desde la que se hace la videollama­da para esta entrevista— Mario Casas alaba a su compañero: «Hay grandes películas en las que amas a los malos. Y eso lo logran los grandes actores: construyen personajes que hacen cosas atroces pero empa

tizas con ellos, porque los humanizan», explica sobre el antagonist­a de su personaje, un joven exitoso que se instala con su maravillos­a familia en el hogar del que expulsaron a los otros. Claro que lo que se ve desde fuera de la ventana poco tiene que ver con lo que se vive dentro. «Trabajé mi personaje a partir de la enfermedad del alcoholism­o, estuve con gente que lleva tiempo curándose para entender lo que pasa», confiesa sobre la parte oscura de su papel, al que vemos a través de la mirada del que se convertirá en su enemigo.

TENSIÓN

5. Porque en Hogar, los hermanos Pastor posan la cámara en el «malo», detrás del personaje de Javier Gutiérrez, y hacen que el espectador le acompañe en su descenso a los abismos en un "thriller" de esos en los que la tensión supura por la pantalla.

MIEDOS E INSEGURIDA­DES

6. Prolíficos como pocos, es la primera vez que ambos coinciden en cartel. Aunque estemos en la época del "fact-check", Javier Gutiérrez se resiste a que le pongan la etiqueta de ser 'el actor que está en todas partes'. «El año de Campeones solo hice una película, y parece que había hecho medio cine español», cuenta entre carcajadas. «Dicho esto, hay que decir que ambos somos privilegia­dos. Que siga sonando el teléfono no es un milagro, porque los trabajos nos avalan, pero estamos entre los que nos podemos dar con un canto en los dientes».

7. Mientras, desde su salón, confinado en su Hogar, Mario Casas asiente a las palabras de su compañero: «Es el miedo del actor: que se olviden de ti, que el teléfono deje de sonar. Esa insegurida­d

la tenemos todos. Está ese miedo a que dos o tres películas no funcionen, o que aparezca otro actor con tus caracterís­ticas y que te suplanten. Pero agradezco ese miedo, porque hace que no te estanques», cuenta Casas. «La insegurida­d siempre está», sentencia.

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(Netflix) Los actores Javier Gutiérrez y Mario Casas en una escena de la película.
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