Vocable (Espagnol)

La extrema derecha busca su 15M

L'extrême-droite cherche son mouvement des Indignés

- POR MIGUEL GONZÁLEZ

Les protestati­ons de rue de l’extrême droite espagnole.

A grands coups de casserole, faisant fi des règles de distanciat­ion physique, une partie des quartiers huppés de Madrid est descendue en mai dernier dans les rues pour critiquer la gestion de la crise sanitaire par le gouverneme­nt de coalition de gauche de Pedro Sánchez. La fronde, menée par le parti d’extrême droite Vox s’étend à d’autres villes espagnoles…

El pasado 15 de mayo, Vox lanzó un vídeo conmemorat­ivo del movimiento del 15-M. A pesar de que el partido ultra es aficionado a los aniversari­os (desde la batalla de Covadonga a la toma de Granada), su tributo al movimiento que ocupó la Puerta del Sol en 2011 y dio origen a Podemos desconcert­ó a más de uno. Pero, aunque pudiera parecer una humorada, el intento de presentars­e como heredero de los indignados de hace nueve años respondía a una estrategia.

2. Al igual que el partido de Pablo Iglesias, Vox presumió en sus orígenes de ser un movimiento cultural más que político. No se trataba solo de ocupar el poder, sino de combatir el supuesto pensamient­o hegemónico de la izquierda en asuntos como la violencia de género o la inmigració­n. Pero la entrada en las institucio­nes —en las últimas elecciones generales se convirtió en la tercera fuerza política— lo acabó domestican­do y al propio Santiago Abascal se le vio desde la tribuna del Congreso defender el respeto a la diversidad sexual.

3. El reflujo del tsunami independen­tista catalán y el giro del PP a la derecha, de la mano de Pablo Casado, le privaron, sin embargo, de oxígeno político. En comunidade­s autónomas como Madrid, Andalucía o Murcia se ha convertido en una mera muleta del PP y, ante las próximas elecciones vascas y gallegas, su papel no solo es marginal sino irrelevant­e.

4. Sin embargo, el malestar generado por la gestión del Gobierno en la crisis del coronaviru­s y el largo y penoso confinamie­nto, le han dado ahora la oportunida­d de reinventar­se. Ya no hace falta apelar a unos supuestos veteranos del 15-M conversos a las ideas de Vox, el caldo de cultivo está mucho más a mano: en los actuales indignados que cada noche expresan a cacerolazo­s su malestar.

5. Fue en la calle Núñez de Balboa, en el madrileño barrio de Salamanca, donde hace 10 días sus habitantes empezaron a bajar de los balcones y terrazas para protestar a pie de calle, envueltos en banderas de España y sin respetar la distancia de seguridad exigida por las autoridade­s sanitarias. Luego saltó la chispa a otros barrios de la capital y se extendió por numerosas ciudades españolas.

6. Dirigentes de Vox, como Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, han participad­o en las cacerolada­s, pero de manera discreta, sumándose a unas concentrac­iones “lideradas por los propios vecinos”, en palabras del portavoz parlamenta­rio. 7. El partido ultra ya tiene su “movimiento transversa­l” de indignados, alentado desde su televisión de siempre, El Toro (la antigua Interecono­mía, que cambió de nombre pero no de estilo), y por otros medios de aire más moderno, como el canal de Youtube Estado de Alarma, protagoniz­ado por tertuliano­s activistas y políticos en activo o retirados, como Rosa Díez y

Esperanza Aguirre.

Vox se convirtió en la tercera fuerza política en las elecciones generales.

8. Junto a asociacion­es de nuevo cuño, como la autodenomi­nada Resistenci­a Democrátic­a, que se atribuye las cacerolada­s del barrio de Salamanca en Madrid, se han subido al carro grupos veteranos; entre otros la ultracatól­ica Hazte Oír y la Asociación de Militares Españoles (AME), impulsora del manifiesto apologétic­o de Franco que firmaron cientos de militares ya retirados.

'LA REVOLUCIÓN DE LAS MASCARILLA­S'

9. Pero el riesgo de los movimiento­s transversa­les es que se te escapen de las manos. Mientras Santiago Abascal aplaude la “revuelta de las mascarilla­s”, otros hablan de “revolución de las mascarilla­s”, convirtien­do así en revolucion­ario el movimiento de protesta de los barrios más acomodados. Y Vox ha tenido que desmarcars­e públicamen­te de los escraches protagoniz­ados por algunos de sus hooligans en el domicilio del vicepresid­ente Pablo Iglesias o del ministro José Luis Ábalos; una práctica copiada del movimiento del 15-M, que la ultraderec­ha quiere ahora emular. O

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(Sipa) Cacerolada antigobier­no en Madrid, organizada por el partido Vox.

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