¿Y si la solución a nuestros problemas estuviera bajo el agua?
L’avenir au fond de l’océan
Ils pourraient bien être surnommés « la plus grande pharmacie du monde » : les océans regorgent en effet de molécules intéressantes d'un point de vue pharmacologique, dont certaines sont déjà sur le marché et utilisées pour les tests PCR. Elles pourraient aussi être une solution face au changement climatique… Le grand océanographe espagnol Carlos Manuel Duarte évoque dans cette interview les immenses possibilités des grands fonds injustement inexplorés…
Socéanographe espagnol olo conocemos el 5 por ciento de los océanos. Si hablamos de exploración científica del fondo marino, el porcentaje se reduce a un 0,005 por ciento. A pesar de la inmensidad que nos queda por descubrir, solo le dedicamos el 5 por ciento del presupuesto que invertimos en la exploración del espacio. Esta desproporción es lo que hace
que nuestros océanos sigan siendo unos grandes desconocidos, pese a que podrían albergar soluciones para los principales problemas del siglo XXI. Uno de los mayores defensores de su potencial es el oceanógrafo español Carlos Manuel Duarte quien, tras estar 20 años en el CSIC, investiga ahora desde la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, de Arabia Saudí, y asesora a los principales organismos internacionales especializados en océanos. Este año ha recibido el Premio Fundación BBVA Fronteras del
Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación. Nos sumergimos con él en los secretos del océano.
2. XL Semanal: Es usted pionero en la investigación de la primera línea de costa, los llamados ‘bosques marinos’: marismas, manglares, posidonia, arrecifes de coral… Afirma que son determinantes para frenar el cambio climático. Carlos M. Duarte: Normalmente, cuando pensamos en bosques, pensamos en la tierra, pero
en el océano, justo en la frontera entre la tierra y el mar, se desarrollan unos ecosistemas únicos que se han ignorado. Ni las ONG se interesaban por ellos. Y, sin embargo, no solo evitan que haya erosión en la costa, sino que, además, esos ecosistemas hacen que los suelos se vayan elevando poco a poco por acumulación de material, entre dos y cuatro milímetros por año, un ritmo más rápido que el aumento del nivel del mar, hasta ahora.
3. XL S.: O sea, ¿esas praderas marinas compensarían la subida del nivel del mar provocada por el calentamiento global? C.M.D.: Esos ecosistemas suben el nivel del fondo marino. Por ejemplo, en Portlligat (Cataluña) se han documentado depósitos de praderas de posidonia de 11 metros de espesor; es decir, que esta pradera a través de milenios habría hecho subir el nivel del fondo marino 11 metros, que no es poco. Pero esos ecosistemas son muy vulnerables a la actividad humana. A principios de este siglo se había perdido la mitad.
4. XL S.: Y a ese valor de los bosques marinos se añade el concepto de ‘carbono azul’… C.M.D.: Sí, cuando yo empecé, nadie pensaba que los bosques marinos podían contribuir a mitigar el cambio climático. Nosotros comprobamos que son unos ecosistemas con una altísima capacidad de secuestrar carbono. Para que te hagas una idea, una hectárea de pradera de posidonia en Ibiza tiene la misma capacidad de secuestrar carbono que 15 hectáreas de bosque amazónico prístino.
5. XL S.: Usted es un convencido de que los ecosistemas pueden recuperarse por dañados que estén. ¿Hay remedio?
C.M.D.:Sí, claro, pero esto es así para la mayor parte del ecosistema marino. La ballena jorobada o el elefante marino del Pacífico se pensaba que iban a extinguirse. Ahora hay un cuarto de millón de elefantes marinos y más de 60 000 ballenas jorobadas simplemente por la protección. Esta capacidad de recuperación, una vez que se toman medidas adecuadas, es intrínseca a casi todos los componentes del océano, excepto a la posidonia, que es la planta de crecimiento más lento de la biosfera, y los arrecifes de coral, también de crecimiento muy lento. Pero casi todo lo demás en 30 años se puede recuperar. Esto lo publicamos este año en un artículo en Nature que tuvo mucho impacto: la estrategia para recuperar hacia el año 2050 la mayor parte de la vida marina perdida.
6. XL S.: El océano no parece tener un buen plan de comunicación frente al espacio. Es usted de los que lamentan que gastemos tanto en intentar llegar a Marte, en lugar de investigar el océano desconocido. C.M.D.: Es un problema de ignorancia clara. De toda la sociedad. Cuando pensamos en el océano profundo, pensamos en algo muy remoto, muy extremo, pero, si estás en un barquito, el océano profundo está a solo 4 kilómetros.
La PCR que se usa normalmente es una enzima de una bacteria del océano profundo
7. XL S.: Pero es muy oscuro e intimidante… C.M.D.: Me encuentras corrigiendo un artículo para una revista científica sobre Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, que se publicó en 1872… En ese viaje imaginario recorrieron 20 000 leguas, que son 111 000 kilómetros, por el fondo marino en el Nautilus. Uno de los submarinos de investigación más importantes del mundo también se llama así: el Nautile, operado por el Instituto Francés para la explotación del mar. El Nautile
ha hecho más o menos una sexta parte de toda la investigación del océano profundo que hemos hecho los humanos; unas 1600 inmersiones y en cada una recorre unos 15 kilómetros. Eso significa que habremos explorado solo un 0,005 por ciento del fondo marino. Estamos muy lejos de haber completado el viaje del Nautilus de Verne. Y es que la investigación marina recibe entre un 5 y un 30 por ciento de toda la financiación que se destina a la exploración del espacio.
8. XL S.: ¿Por qué cree que interesa más el espacio? ¿Hay más perspectiva de negocio? ¿O es que interesan más los extraterrestres que el calamar gigante? C.M.D.: ¿Qué han hecho los extraterrestres para protegernos de la COVID?
9. XL S.: Nada, que yo sepa. ¿Pero qué han hecho el calamar u otras especies del océano profundo? C.M.D.: Ahora todo el mundo habla de las PCR. La PCR que se usa normalmente es una enzima de una bacteria del océano profundo descubierta precisamente por el Nautil en una fuente hidrotermal, que es un volcán submarino. Allí, la temperatura máxima puede ser de 400 grados. Pero hay bacterias que se acercan todo lo que pueden porque en esos fluidos hay muchos metales con los que pueden crecer. Esas bacterias pueden crecer a 80 grados de temperatura.
10. XL S.: ¿Y eso es importante? C.M.D.: Sí, porque esas proteínas, esas enzimas, son estables a 80 grados de temperatura, lo que significa que son capaces de tener velocidades de reacción muy importantes. Por eso, la polimerasa de esas bacterias de los volcanes submarinos es capaz de hacer la PCR con una velocidad muy superior a cualquier otra polimerasa de bacterias de suelos. Y por eso es el motor de las PCR de las que todos dependemos ahora.
11. XL S.: Reconocerá que no está bien vendido el fondo del mar… C.M.D.: No lo está, no. Otro ejemplo de andar por casa: el Estany d’Es Peix es una pequeña laguna en Formentera, un lugar donde nadie se baña porque es fangoso… Si envías un equipo de investigadores allí, te dirán que es importante porque algunas larvas de peces se crían allí y a lo mejor genera un valor anual de 4000 euros o poco más. Pero, cuando estás haciendo ese estudio, pasas por unas rocas donde hay unos pólipos muy chiquititos, de milímetros, que miras y dices: «No vale para nada». Pues en esos pólipos es donde crecía un hidrozoo del cual la empresa Pharma Mar produce el fármaco que se llama Yondelis, [para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer], que genera beneficios de cien millones de euros anuales. Y todo lo demás que hay allí ¿seguro que no tiene valor? ¿Hasta qué punto tenemos el conocimiento para asignar valor a todo lo que hay en el océano? Una bacteria del océano profundo nos está salvando el culo ante la COVID. Esa otra cosa de allí nos puede curar el cáncer. ¿Qué más hay ahí que no conocemos?