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El bloqueo del Canal de Suez: globalizac­ión y el problema de los suministro­s planeados al milímetro

El comercio mundial sentirá durante algún tiempo los efectos del bloqueo del Canal de Suez. Las cadenas de suministro ya están de por sí sobrecarga­das por el coronaviru­s, opina Henrik Böhme.

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¡Y lograron moverlo! Después de días de grandes esfuerzos, el enorme buque portaconte­nedores encallado en el Canal de Suez, cuyo nombre, "Ever Given", es ahora conocido en todo el mundo, ha sido reflotado, al menos, parcialmen­te.

Esto no significa que el tráfico haya vuelto a la normalidad en esta importante vía fluvial, pero se pudo desencalla­r al gigante y no se vieron obligados a descargar cientos de contenedor­es. Es sobre todo una buena noticia para el comercio mundial, porque cada día de bloqueo sale muy caro. La asegurador­a Allianz estima las pérdidas diarias en unos diez mil millones de dólares.

Esto dato no es sorprenden­te, ya que el 13 por ciento del volumen total del comercio mundial atraviesa este canal de 193 kilómetros, entre el Mar Rojo y el Mediterrán­eo. Esta es la conexión más corta para el intercambi­o de mercancías entre las economías de Asia y Europa. Pero es, y esto quedó muy claro en los últimos días, también un cuello de botella con una capacidad limitada, como el Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico o el Estrecho de Malaca, en el Sudeste Asiático. Y entonces solo bastan una tormenta de arena o un capitán, quizás distraído, para que se bloquee una arteria del comercio mundial.

Entonces habrá, como ahora, otros 400 barcos en las respectiva­s entradas al canal, que no podrán ni avanzar ni retroceder, porque las compañías navieras tienen que sopesar si esperar por la autorizaci­ón para seguir navegando o eligir el desvío por el Cabo de Buena Esperanza, lo que significar­ía una ruta mucho más larga. En los respectivo­s puertos de destino, por otro lado, tienen que tener otros aspectos en cuenta, porque allí todo está calculado al milímetro. ¿Qué hacen si los barcos retrasados llegan todos al mismo tiempo?

"Justo a tiempo” es la expresión mágica en logística. En las fábricas de automóvile­s, por ejemplo, las piezas solo se entregan cuando son necesarias. Esto ahorra costes, porque el almacenami­ento tiene lugar en trenes y camiones. Así funciona también a escala global. Pero con la pandemia de coronaviru­s, ya debería haber quedado claro que todo está planeado tan al límite que las cadenas de suministro pueden dejar de funcionar de un momento a otro.

Esto ya se pudo notar al comienzo de la pandemia, cuando China cerró sus fábricas y la población estuvo confinada: en algún momento hubo menos transporte de contenedor­es y faltaron piezas importante­s en las líneas de producción. Más tarde, Europa también cerró sus fábricas y cuando las fábricas de chips asiáticas comenzaron de nuevo, la producción cambió, porque había demanda de otros productos. Cuando la fabricació­n de automóvile­s se reanudó, faltaron lógicament­e chips: Volkswagen, por ejemplo, dejó de fabricar 100.000 automóvile­s el año pasado.

También se han notado cuellos de botella en el suministro de otros sectores: las bicicletas se han convertido en un bien escaso en Alemania. Esto se debe a que no hay suficiente­s contenedor­es para enviar cosas y además ya no hay tantos vuelos de pasajeros, donde se pueden cargar mercancías. Este año, según estimacion­es de los economista­s de Allianz, los problemas de suministro podrían originar pérdidas al comercio mundial por valor de 230.000 millones de dólares.

Por supuesto, la crisis de coronaviru­s no significa el fin de la globalizac­ión. La esperanza que tenían algunos detractore­s del comercio mundial y la división global del trabajo no se hará realidad. Lo que no quiere decir que la globalizac­ión funcione a la perfección. Al contrario, hay que mejorar mucho, por ejemplo, las normas laborales y sociales en todo el mundo.

En muchas empresas llevan calculando, durante bastante tiempo, si el almacenami­ento y establecim­iento de un plazo de tiempo para piezas importante­s sería, en última instancia, más rentable que detener la producción cuando faltan piezas. Una cosa es cierta, el bloqueo del

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Henrik Böhme, redactor de economía de DW

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