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PASEO DEL PRADO, LA MÁS GRANDIOSA AVENIDA HABANERA

PASEO DEL PRADO, HAVANA’S GREATEST AVENUE

- POR/BY: LEONEL NODAL FOTO/PHOTO: ALEXANDRA GOVEA GORPINCHEN­KO

SIN DUDAS LA VÍA CAPITALINA MÁS GRANDIOSA DE CUBA, EJE VITAL ENTRE EL PASADO COLONIAL DE LA CIUDAD DE LA HABANA Y SU NUEVA ERA REPUBLICAN­A, EL PASEO DEL PRADO ES RECONOCIDO COMO UNO DE LOS MÁS HERMOSOS DEL CARIBE Y AMÉRICA LATINA. SU NOMBRE OFICIAL ES PASEO DE MARTÍ, DESDE 1904, CUANDO SE INAUGURÓ EL BUSTO DEL APÓSTOL DE LA INDEPENDEN­CIA DE CUBA QUE PRESIDE EL PARQUE CENTRAL, PERO LOS HABANEROS SIGUIERON LLAMÁNDOLO PASEO DEL PRADO.

Una sutil nota de orgullo cubano se esconde detrás de esa preferenci­a que subraya el parecido —o la competenci­a en belleza y esplendor— con el paseo madrileño, que corre entre la fuente de Cibeles y la estación ferroviari­a de Atocha, en la capital española. La orden de construcci­ón de una vía que corriera a lo largo de la muralla que protegía la ciudad, en 1772, partió del Marqués de la Torre, Capitán General de la Isla. Alameda de Extramuros o de Isabel II fue el primer nombre que recibió, en homenaje a la reina de España en la época. El Prado actual, con su senda central de terrazo, sus bancos de piedra y mármol, farolas, copas y ménsulas, y sus laureles, quedó inaugurado el 10 de octubre de 1928, siguiendo un proyecto del arquitecto paisajista francés JeanClaude Nicolas Forestier.

Entre 1928 y 1929 se decidió su imagen definitiva que ha llegado al presente, se construyer­on bancos de piedra con respaldo y base de mármol, se colocaron elementos ornamental­es como copas a lo largo del paseo, se instalaron las farolas artísticas de hierro y los ocho leones de bronce que lo custodian.

Paseo del Prado está escoltado por verdaderas joyas arquitectó­nicas, palacios residencia­les de inicios del siglo XX, instalacio­nes sociales entre las se destacan el Centro de Dependient­es que mantiene todo su esplendor en la esquina de Prado y Trocadero, asociacion­es como el Centro Asturiano, el Centro Gallego y la Asociación de Veteranos, teatros como el fastuoso antiguo Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el cine Fausto (donde los habaneros vieron películas habladas por primera vez) y el Payret.

En tanto, la cuidadosa restauraci­ón del Capitolio y su habilitaci­ón como sede de la Asamblea Nacional (Parlamento) le devuelven su sitio como centro de la vida política nacional. Su final, contrario al mar, está marcado por la que se convirtió por muchos años en el símbolo más popular de La Habana del siglo XIX: la Fuente de la India o de la Noble Habana.

En Prado y Neptuno nació el ritmo del cha-cha-chá a finales de la década de 1950. Medio siglo después resplandec­ientes autos de aquella época, en particular los reluciente­s descapotab­les“Made in USA”dan un toque único a una ciudad que se renueva sin perder su originalid­ad ni la visión de un promisorio futuro.

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