Diario El Heraldo

Deshielo Tan cerca y tan lejos

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datos republican­os a la presidenci­a han anunciado que, de triunfar en las elecciones de noviembre, revertirán el proceso para retornar a la confrontac­ión de la Guerra Fría.

Raúl Castro ha pedido a su contrapart­e el fin del embargo (financiero y comercial), que en su criterio representa “el obstáculo más importante para el desarrollo de Cuba y el bienestar de su pueblo” y la devolución de la base naval de Guantánamo, algo que compete al Congreso y no al Ejecutivo aprobar.

La precaria condición económica cubana, reflejada, entre otras variantes, en el hecho que debe importar la mayor parte de sus alimentos, obliga al régimen a la “actualizac­ión” del sistema, para lo cual ha adoptado tímidas e insuficien­tes medidas como el permiso para que sus ciudadanos puedan crear micro empresas urbanas y rurales, disposició­n que permite a quienes reciban remesas de sus familiares residentes en el exterior el incursiona­r en el sector servicios, debiendo enfrentars­e al hecho que la disponibil­idad de materias primas en muy limitada.

Obama, por su parte, ha autorizado que prácticame­nte cualquier ciudadano estadounid­ense pueda visitar Cuba, lo que significa ingreso de divisas para el régimen castrista, además de flexibiliz­ar las transaccio­nes bancarias y permitir vuelos comerciale­s entre ambas naciones; previament­e, se había eliminado de los países que fomentan el terrorismo a la Perla de las Antillas.

En su gira de dos días, Obama recalcó que el gobierno cubano debe acelerar la apertura interna y externa, permitiend­o la vigencia plena de los derechos humanos, pero reconocien­do que los cambios a implementa­rse competen al pueblo cubano: “Cuba es soberana... y el futuro de Cuba será decidido por los cubanos”, asegurando que los Estados Unidos no tenía intención de dictar su futuro, tampoco intentar un cambio de régimen.

Castro, por su parte, recordó a Obama que cualquier país que no asegura a la totalidad de sus habitantes un sistema universal de salud y una educación pública gratuita, no está en posición de dar lecciones a otra nación, algo que Obama admitió al declarar: “no debemos estar inmunes o temerosos de la crítica o la discusión”.

Con un sentido realista, el mandatario estadounid­ense públicamen­te ha reconocido que la tradiciona­l política hacia Cuba aplicada desde Kennedy a Bush, basada en el intento por derrocar a las autoridade­s cubanas (Bahía de Cochinos (1961), intentos por asesinar a Fidel, y el bloqueo), había fracasado al no poder concretar sus objetivos, por lo que era imperioso nuevos enfoques cimentados en el diálogo, la negociació­n y la apertura, lo que algunos analistas interpreta­n como una victoria diplomátic­a para el régimen cubano.

Es muy probable que este giro en las relaciones bilaterale­s abra un nuevo capitulo, mutuamente beneficios­o para ambos pueblos, dejando atrás las recíprocas hostilidad­es y rencores, permitiend­o un reencuentr­o entre los cubanos (once millones) viviendo en la isla y la diáspora (millón y medio) residente en ultramar. Parece altamente probable que este giro e iniciativa de frutos positivos para ambas partes

Obama recalcó que el gobierno cubano debe acelerar la apertura interna y externa, permitiend­o la vigencia plena de los derechos humanos, pero reconocien­do que los cambios competen al pueblo cubano”.

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