Jueves Santo
Día y noche en que se entremezclan la traición, injusticia, cobardía, tardío arrepentimiento. Así como a Jesús le siguieron una parodia de juicio por ser antijurídico, en que de antemano se sabía el veredicto, también en nuestra época la administración y aplicación de la justicia no siempre resulta equitativa, ya que el poder, la riqueza, los vínculos políticos y familiares influyen poderosamente para que la sentencia sea condenatoria o absolutoria.
De esta manera, el Poder Judicial pierde credibilidad, al percatarse la población que las “órdenes superiores” y las treinta monedas bíblicas se imponen por sobre el espíritu y letra de la ley.
El lavatorio de manos de Pilato, gobernador romano, cuando la multitud manipulada por sus sacerdotes, pide la crucifixión del Mesías, simboliza en cualquier época la irresponsabilidad y cobardía de quien no desea tomar partido ni asumir responsabilidades, aun a sabiendas de que va a sentenciarse a infamantes martirios y atroz muerte a un inocente.
Esa actitud de no comprometerse, de no tomar partido, “no darse color”, refleja el oportunismo de quien, cual veleta, orienta pensamiento y acción de acuerdo a los vientos predominantes.
Cristo sabe perfectamente que el sacrificio dispuesto por su Padre, en bien de la humanidad, se ha iniciado este jueves para intensificarse, aún más, el siguiente día. Y, cual hijo obediente, acata la voluntad paterna: “Hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra”. Y se prepara para lo que le aguarda: tormentos indecibles, agonía lenta y terrible hasta llegar al desenlace fatal. La oración lo prepara y fortifica....
La suerte está echada: al día siguiente se consumirá el magnicidio.
Jesús se encuentra solo, ya que sus discípulos, temerosos de ser identificados como tales, lo han abandonado. Él sabe desde siempre que así lo ha decidido su Padre celestial a fin de que su sangre derramada redimida los pecados de la humanidad, desde sus orígenes hasta el día del Juicio Final. Son horas de espera angustiosa que culminarán al siguiente día, el más dramático de toda la Semana Mayor