Diario El Heraldo

“Los hombres entregamos a Jesucristo a la muerte”

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En la fiesta de la Pascua, Poncio Pilato le dice a la multitud que es costumbre liberar aun prisionero y seguida mente le pregunta a quién quieren que libere: a Jesús o a Barrabás.

La muchedumbr­e pide a Pilato liberar a Barrabás y crucificar a Jesús. Pese a expresar que “no encuentro culpa en este hombre”, Pilato obedece y condena a Jesús a muerte.

El texto de la primera estación refiere que la condena se oficializó después de que Pilato se lavara las manos y dijera a la muchedumbr­e que aclamaba la crucifixió­n que “la sangre de este justo caiga sobre ustedes”.

El Evangelio según San Marcos revela que “Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó qué hago con el que llamáis Rey de los Judíos, ellos gritaron de nuevo ‘Crucifícal­o’ y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificar­an”.

Según Juan Carlos Martínez, párroco de la Catedral, a algunos, Pilato “les parece violento, cruel, indeciso, que intenta aplicar la justicia y que está lleno de turbacione­s; sin embargo, siempre es señalado como un gran responsabl­e de la muerte de Cristo”.

“Pero antes de que él se lavara las manos y dejara a la libre voluntad de la chusma la decisión sobre la vida de Cris- to, ya Jesús había sido juzgado y condenado por aquel amigo que lo vendió y lo entregó, por aquellos que se durmieron y no pudieron velar una hora con él”, recordó.

“Fue juzgado desde antes por el abandono cobarde y la deslealtad de los más queridos, sin embargo, por amor a nosotros Dios entrega a su hijo a la muerte, ciertament­e no lo entrega como lo hizo Judas o aquellos que lo llevaron a la condena, sacerdotes y ancianos del pueblo, eso significa una negación absoluta de su amor de padre”, comentó.

“Dios entrega a su hijo por amor desde el momento que llega al mundo para salvarnos, desde entonces la existencia de Jesús se realizó plenamente conforme a su dignidad de hijo de Dios, los hombres empujamos a Jesucristo a la muerte para conducirlo a la nada, el padre lo recibe en el abrazo eterno de la intimidad divina”, agregó. “Jesús vive eternament­e y leal en su condición de Dios y de hombre, en la muerte de Jesús acontece el nacimiento eterno del hijo en este mundo y se manifiesta el misterio de la paternidad de Dios a quien Jesús no pudo llegar más que muriendo”, dijo. Martínez pidió a Dios perdón “por no haber entendido que toda tu vida, tu pasión y tu muerte, tu condena y tu crucifixió­n son precio de nuestro pecado, son un pago de amor por nosotros ”.

Juan C. Martínez “No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, hagan con los demás lo que quieren que hagan con ustedes”. “Perdona que no hayamos comprendid­o tan inmenso amor y te sigamos condenando injustamen­te, perdónanos por tantas veces que te hemos condenado en nuestros hermanos”.

Juan C. Martínez

Párroco Catedral

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JEsús Es CONDENADO A MuErtE MIENtrAs PILAtO sE LAvA LAs MANOs.
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