“Hay que descubrir rostros golpeados y maltrechos”
Así como la Verónica descubrió el rostro de Jesús, debemos reflexionar descubriendo “rostros golpeados y maltrechos”. En la sexta estación, mientras Jesús caminaba con la cruz a cuestas, le salió al paso una mujer del pueblo, Verónica, quien procedió a limpiarle piadosamente su rostro.
El sacerdote Juan Pablo Martínez, párroco de la Catedral San Miguel Arcángel, que encabezó el Vía Crucis, manifestó que “solo el hijo conoce al Padre, el que está en el seno del Padre nos ha acercado a este Padre, nos ha hablado de él, nos ha develado su rostro, nos ha mostrado su corazón”.
Pero este Padre “nos ha dicho también que hemos de descubrir ese rostro en cada ser humano, en los rostros que vemos a diario en nuestro caminar y en los más cercanos dentro de nuestro hogar”.
“Hay muchos rostros golpeados y maltrechos que encontramos cada día en nuestro paso, rostros que llevan el polvo del camino, rostros llenos de cansancio, de sudor y de fatiga por el trabajo abrumador”.
“Rostros marchitos por la vejez, la soledad, el peso de los años, las penas y la vida”.
Las reflexiones a que nos obligan el gesto de la Verónica que llegó a limpiar el rostro de Jesús mientras iba por ese camino tortuoso cargando la cruz debe extenderse a los niños.
Esos “rostros de niños que empiezan a asearse por los ojos, porque en su corazón se anidó la ponzoña del rencor y de la mentira”, “rostros endurecidos en la crueldad y el egoísmo, la vanidad o la envidia”. Se debe poner atención, igualmente, a esos “rostros dolidos, amargados, enfermos, heridos por la ingratitud, la indiferencia o el olvido”.
Esos “rostros esqueléticos por el hambre y el descuido. Todo rostro que sufre está reclamando misericordia”. Y en parte ese fue el llamado de la Iglesia Católica, que invitó a sus fieles a “ser como el padre Dios (que) indica una misericordia expresada en comprensión, perdón, compasión, encuentro, aceptación. Implica también llorar con el hermano, sufrir por su pecado, compartir y sobrellevar con él su carga”.
“¿Cuántos rostros hemos visto en nuestra vida? ¿Qué es lo que en ellos descubrimos?”, se preguntó.
“Tal vez una súplica de ayuda, de comprensión, de apoyo, de misericordia”. ¿Hemos adivinado alguna vez en esos rostros a Cristo? “Quien quiera descubrir hoy el verdadero rostro de Cristo, que haga el papel de Verónica y que lo descubra en el hermano que sufre”.
“Hay muchos que llevan el polvo del camino, rostros llenos de cansancio, de sudor y fatiga por el trabajo abrumador. Rostros marchitos”.
Juan Carlos Martínez
Párroco Catedral