Diario El Heraldo

El dolor de una madre ante su hijo muerto

-

Una escena conmovedor a, una imagen de amor y de dolor, una expresión de la piedad y ternura de una madre que contempla, siente y llora las llagas de su hijo martirizad­o.

Así re lata la cita bíblica, tomada del Evangelio según San Mateo, cuando al anochecer dos discípulos de Jesús acudieron a Pila tos a pedirle el cuerpo de Jesús y Pilatos mandó a que se los entregaran.

Los amigos de su vida fueron sus amigos de la última hora. José de Arimatea y Nicodemo son el tributo de la amistad en la cruz de Jesús en el Calvario. Ellos fueron testigos también de aquel dolor de María que recibe al hijo muerto, lo estrecha entre el regazo, como cuando era niño, mientras en su corazón seguían las lágrimas y los recuerdos.

¿Quién no ha sido testigo del dolor de una madre junto al hijo muerto?

José de Arimatea, al mirar al hijo muerto, tuvo la valentía de pedir a Pila tos el cuerpo de Jesús.

Pilatos dudó que Jesús habría muerto y pidió que les quebraran las piernas para que se desangrara­n colgados.

El centurión lo hizo. Quebró las piernas de los dos ladrones... Jesús ya estaba muerto y no le quebraron las piernas, sino que le abrieron el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. Desde ese momento, el centurión confirmó que verdaderam­ente ese es el hijo de Dios.

José de Arimatea tomó el cuerpo y lo llevó al sepulcro y Nicodemo, que era otro miembro del concejo, acompañó a Jesús. Analizando su doctrina, días antes en su predicació­n, le escuchó varias veces a Jesús decir una frase: “El que no renace no puede entrar en el reino de los cielos”. Renacer, volver a nacer, tener una nueva vida a través del bautismo.

Pero, ¿cómo obtener este renacer? Ese nacer cada día, en espíritu. Los pensamient­os y recuerdos se aglomeraba­n en su mente cuando bajaban de la cruz el cuerpo de Cristo, mientras lo ungían con mirra y pomada que llevaban para embalsamar­lo y perfumar los lienzos con que lo cubrieron.

Lo pusieron en brazos de su madre, para que le diera la última caricia y el último beso antes de colocarlo en un sepulcro.

Una reflexión

La decimoterc­era estación del tortuoso camino hacia la cruz debe ser una reflexión. Perdónanos Jesús por el dolor de tu madre. Perdónanos María por todas esas lágrimas que la injusticia arranca y que se ha invertido en las madres en el mundo. ¡ Perdónanos Jesús, perdónanos Madre! Claramente este es el hijo de Dios!

Juan Carlos Martínez Párroco de la Catedral “Perdónanos Jesús por el dolor de tu madre. Perdónanos María por todas esas lágrimas que la injusticia arranca a miles de madres”.

 ??  ?? Al pie de la cruz estaba la madre, que recibió en sus brazos el cuerpo sin vida de su hijo.
Al pie de la cruz estaba la madre, que recibió en sus brazos el cuerpo sin vida de su hijo.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras