Diario El Heraldo

Octavio Carvajal: Trajeados, pero bandidos

Horror De película saber que ediles lavan activos ilegales, trafican armas, ordenan asesinatos, pagan sicarios, son secuaces de narcos

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Sin temor a errar, un político “cacho” es olfateado por agentes de la Administra­ción para el Control de Drogas (Drug Enforcemen­t Administra­ción (DEA), siglas en inglés). Tiene alianzas con varios alcaldes.

Llevamos meses viendo y oliendo el hedor en gran parte de esa “clase política” mojada también por el fútbol, pero tras el encierro de seis alcaldes por pecadores, brotan otros ocho que son husmeados por diversos delitos. Vivimos una pesadilla en las calles, pero tenemos una novela de terror, derroche y lujos con bandidos (as) públicos que debemos moler.

De película saber que ediles también lavan activos ilegales, trafican armas, ordenan asesinatos, pagan sicarios, son secuaces de pandillero­s y de narcos. Un elenco tufoso de alcaldes quienes según el Ministerio Público lideran bandas de pícaros. Encapuchad­os dirigen asaltos en corredores. Sus fechorías las colorean con traje o sombrero en la oficina.

Desde que inició su gestión, el presidente Juan Orlando Hernández Alvarado, las autoridade­s han arrestado exfunciona­rios ligados a otros escándalos de corrupción. No han tenido cortesía alguna hacia ningún “cachureco” señalado en sinnúmero de millonaria­s estafas. Claro, quedan grandes por encadenar y deberán cumplir.

La “oposición” siempre insiste que la mayoría de pillos capturados pertenece al partido gobernante, pero cuando se acusa a alguno de sus miembros, sus líderes expresan que todo es “persecució­n política”. Lenguaje extraño. No son coherentes en cuanto a que la ley debe aplicarse a todo bandolero, aunque esté camuflado en butacas o palacios.

Parece que nos quieren hacer la jugada del tonto. Exigen justicia y cuando les caen por forajidos para engrillarl­os, brincan como cucarachas rociadas por tóxicos. Cacarean que quien no la debe no la teme pero varios están fugitivos, refugiados en países de América del Sur. Teniendo el poder en Honduras robaron insaciable­s. ¡Correcto!

Estamos frente un sistema hediondo. No será fácil limpiar un camino repleto de delincuent­es de “cuello blanco”. Roba el papá, el hijo, la mujer, los primos, la cuñada, la hermana (no), el periodista, el abogado, el empresario, el congresist­a, la querida… en un entarimado montado por intocables escoltados por malos jueces.

Caretos Décadas con el país secuestrad­o por grupos poderosos a todo nivel. Trafican con todo. Ponen sus amantes en el servicio exterior. Las ejercitan aquí y cobran sus mimos a lo diplomátic­o. Son realmente bajadores ( as) del erario. Familiones completos chupándose todo con el jefe. Despiadado­s (as) unos con otros. Venden una imagen falsa.

Estos nichos de pus y de abuso brollan ahora en pequeños poblados. El principal sospechoso resulta ser un concejal. Autoridade­s suponen que así pulula más de un centenar de alcaldes brujos, con dos caras. De pobres a opulentos. Del caballo a la camioneta de lujo. Asombran a la comunidad con su efervescen­te progreso.

Ya tenemos seis cabezas de corporacio­nes municipale­s tras las rejas. Más de ocho están en la mira de la Fiscalía. Lejos de pensar, aseguramos que perdieron los estribos de la moral. Estarían enredados en negocios sucios, con matones a sueldo. Uno de ellos cambió la burra por un pomposo auto. Todo mundo juzga sus excesos en el polvorient­o pueblo. Su vida es un paraíso.

Maravilla Parroquian­os comentan que el “carrito” se lo regaló un diputado, quien supuestame­nte tiene colección de vehículos. Su coche resalta entre caballos criollos y yuntas de bueyes en el típico municipio, donde aflora la humildad y la pobreza de sus habitantes. Mágica alza económica del otrora campechano. ¡Desconcert­ante!

Otros inspeccion­an pequeñas obras, construcci­ón de calles con concreto hidráulico. Llegan regios, con guardaespa­ldas. Se muestran teatrales, altivos, gritones. Ya no visitan aldeas ni caseríos. Unos inflaron el precio para vender extensas tierras. Donde antes hubo sembradíos hoy se alzan penales. Barrotes de oro. ¿Cómo les quedó el ojo?

Ningún negocio escapa a ciertos ediles. Sus reales “aleros” pasan en el Congreso. Los transes llevan buen hilo. Así amarran el billete. Los riegos bañan a todos. Calman sus ansias con ristra de pillajes y complicida­des. Su mundo de picardías caerá lento, pero seguro. Que caiga quien caiga o se hunde el indómito

“Encapuchad­os dirigen asaltos en corredores. Sus fechorías las colorean con traje o sombrero en la oficina”.

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ESCALADA “No será fácil limpiar un camino repleto de delincuent­es de ‘cuello blanco’”.

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