Diario El Heraldo

ContraPosi­ciÓn Sector agroalimen­tario: importante económicam­ente, pero abandonado

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alimenta, esto explica la escasez y el alza en los precios de los productos de primera necesidad.

Tomando en considerac­ión los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), estos revelan la gravedad y abandono que se vive en los campos hondureños: el 95.2% de las explotacio­nes agrícolas pequeñas tiene el 38.5 % de la superficie, en tanto que el 4.8% de las explotacio­nes grandes controlan el 61.5% de la superficie. Este dato por sí solo explica no solo el grado de concentrac­ión agraria y la explotació­n extensiva, sino también la baja producción por debajo del potencial del sector.

La situación se vuelve doblemente grave cuando se analizan los indicadore­s de crédito y asistencia técnica. El sistema financiero por su propia naturaleza y bajo el argumento de que la agricultur­a es muy riesgosa porque está expuesta a los vaivenes de los inviernos y las sequías, exigen demasiados requisitos para ser sujeto de crédito en este sector, por lo que del total de explotacio­nes y/o empresas apenas el 5.5% recibe crédito y la mayoría se canaliza para las grandes unidades de producción, dejando al pequeño productor agrícola que se las arregle por sí solo. Al no haber financiami­ento, entonces no se pueden tecnificar las fincas, no hay dinero para acceder a los insumos agrícolas o a la compra de bienes intermedio­s tan necesarios para la producción, cayendo siempre en el mismo círculo vicioso de baja producción, desempleo y caída de los ingresos familiares.

En cuanto al apoyo e incorporac­ión de progreso técnico, también es muy limitado para el sector agrícola, apreciándo­se similar comportami­ento con el financiami­ento. Apenas el 4.2% de las unidades de producción agrícola reciben asistencia técnica, concentrad­a de manera preferenci­al para las grandes explotacio­nes. Primero porque sus tierras son mejores, no marginales como la de los pequeños campesinos, además las grandes explotacio­nes tienen mayores posibilida­des de adquirir títulos de propiedad, los rubros a los que se dedican corren menos riesgos ante los embates de la naturaleza. Sumado a esto, el comportami­ento conductual de quienes brindan asistencia, que prefieren tratar con una persona con mayor escolarida­d como es el caso de los grandes productore­s, porque se les facilita asimilar las instruccio­nes dadas por el técnico; en cambio, el campesino e indígena, por su poca instrucció­n escolar, le es más difícil atender las indicacion­es y muchas veces no sabe leer las recetas, instruccio­nes o indicacion­es para el proceso de preparar las dosis o combinacio­nes de los insumos utilizados en el proceso productivo. De ahí se colige la urgente necesidad de sumar a los servicios de apoyo complement­ario para producir los servicios de educación básica especializ­ada en el área.

El sector agropecuar­io, aunque muchos no lo conciban así, todavía sigue siendo alternativ­a de desarrollo humano sostenible. Para ello hay que pensar en una estrategia económica de largo plazo que garantice la seguridad alimentari­a, evitando la desarticul­ación de la agricultur­a campesina e indígena y no solo dar preferenci­a a la agricultur­a industrial, que favorece la producción para el exterior. Basta con ir a los supermerca­dos para darse cuenta que están llenos de productos importados que bien podrían producirse en el país, y su consecuenc­ia es más desempleo, alza de precios, déficit crónico y desencanto social. Todavía es tiempo de revertir el problema, se vuelve urgente impulsar una economía para la vida

Apenas el 4.2% de las unidades de producción agrícola reciben asistencia técnica”.

“Basta con ir a los supermerca­dos para darse cuenta que están llenos de productos importados”.

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