Letras con fiLo Disciplina partidaria y el voto parlamentario
no da mandato.
La autonomía parlamentaria es irreal, aun en las democracias sólidas, los representantes siempre terminan votando por la línea de partido. En un país como Honduras, con una cultura política de la ciudadanía muy débil, son pocos los que votan por una persona determinada, lo hacen más bien por la organización que los propone.
No parece muy ético llegar a ocupar una diputación en el Congreso Nacional del brazo del candidato al Ejecutivo, al cual se le ha ofrecido todo tipo de lealtades en las campañas electorales, manejando un discurso en apoyo a la línea de partido y una vez electo hacer tienda aparte.
La dudosa libertad del diputado en el Congreso Nacional para votar por las propuestas que él considera justas está debilitando el sistema de partido y la propia democracia electoral se ve afectada. Es difícil entender cómo representantes en el Congreso hoy se dan de puños y golpean con fuerza las butacas en contra de la Junta Directiva, en protesta porque no se les da la palabra y al siguiente día, después de una votación importante, se tratan con reverencial respeto y sonrisas, como que si nada hubiese pasado. Esto confunde al electorado y hace que el sistema político se debilite. Es difícil entender estos giros en el comportamiento de los diputados.
En el sistema político son válidas las alianzas en la conformación de bloques parlamentarios, pero esto se entendería mejor si son acuerdos de partidos.
En el caso de Honduras, no sentimos que existan acuerdos partidarios, lo que existe es una política de captación de los diputados de la oposición, particularmente algunos partidos minoritarios como la Democracia Cristiana (DC) y Unificación Democrática (UD) que pareciera están anclados al oficialismo sin arreglos partidarios. Los diputados de estos dos partidos son los más libres, pero para votar por los mismos del gobierno. Otro tanto ocurre con los partidos de reciente formación, la desbandada se ha dado por la falta de acuerdos partidarios. Esta ha sido la excusa perfecta para los negociantes individuales.
En el sistema electoral hondureño, los líderes de los partidos escogen a los diputados entre los que consideran los más populares, pero no siempre los más populares son los que entienden mejor la disciplina de partido y la lealtad a la organización que les prestó su sello para la representación.
El Partido Nacional, de minoría parlamentaria, con respecto a la oposición, se ha convertido en mayoría, en esta situación puede gobernar con su propia agenda y de paso debilitar a la oposición para futuras contiendas electorales.
Algunos me han preguntado por qué el partido de gobierno no tiene deserciones. Sencillo, les digo: tienen el poder y el poder tiene encantos a los que es difícil renunciar
La dudosa libertad del diputado en el Congreso Nacional para votar por las propuestas que él considera justas está debilitando el sistema de partido y la propia democracia electoral se ve afectada”.