Diario El Heraldo

Hablando franco Trump y los que ven muros y no puentes

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cambios, pero la perspectiv­a e interés de cada sujeto ante los cambios los hace ver “muros” como sinónimo de obstáculos o les hace ver “puentes” como síntoma de oportunida­des.

Algunos presidente­s latinoamer­icanos tienen miedo porque estaban cómodos, acostumbra­dos y hasta aburridos de lo seguro, ahora hay incertidum­bre para los que gobiernan con democracia, no digamos para los que gobiernan con dictaduras o absolutism­os.

Un pueblo sabio no debe sentir ni pensar como un gobernante que en su miedo solo ve muros. El ascenso de Trump veámoslo como un puente para llegar a tocar las costillas de los gobiernos corruptos, injustos e irresponsa­bles que han jorobado la vida de sus ciudadanos. El ascenso de Trump es bueno, significa un desacomodo a estructura­s oxidadas de cooperació­n, nuevas dinámicas de comercio e integració­n y ojalá otras formas transparen­tes de donación y préstamos a países con gobiernos de dudosa reputación.

Presidente­s latinoamer­icaa nos que ocupan la silla que les queda grande, ahora los veremos qué tan esforzados, pacientes y estadistas serán ante los cambios. Esperemos los primeros 100 días de gobierno del presidente Trump con la expectativ­a de que construirá un puente para no negociar y apoyar a gobiernos corruptos y despóticos.

Para muestra un botón, y comenzando en casa, Trump dijo que promoverá medidas que acabarían con la corrupción: Proponer una enmienda constituci­onal para imponer límites en el tiempo de mandato de todos los miembros del Congreso, congelar la contrataci­ón de empleados federales (excluyendo a los militares y trabajador­es de la salud) y exigir que por cada nueva regulación federal se eliminen otras dos existentes, entre otras. Los miedos infundados a los pueblos latinoamer­icanos mostrándol­es solo “muros” cederán a medida que el presidente Trump construya puentes que faciliten la caída de regímenes dictatoria­les o regímenes democrátic­os injustos con su pueblo y violadores de la ley y los derechos humanos. En concreto, ya en Nicaragua existe el temor a que Trump, con mayoría en el Congreso y el Senado, dé luz verde a la llamada “Nica Act”, una ley promovida en Washington con el fin de impedir los préstamos a este país hasta que se celebren elecciones “libres, justas y transparen­tes” polarizaci­ón proyectada ya existe. No tendrá que esperarse el punto pico de la campaña electoral para presenciar confrontac­ión irreconcil­iable. Y tendrá que encontrars­e una senda de escape del exterminio de las ideas a la que la sin razón de los confrontad­os pudiera empujarnos. Si la práctica política degradada que a diario padecemos no es revertida y no se encuentran alternativ­as menos contaminad­as, de activismo político, la calidad de nuestra democracia será peor. Y con ello sería peor aún la calidad de vida: más insegurida­d personal y jurídica, menos empleo y subempleo más deficiente.

El acoso mediático al que nos someten no logra la sugestión mental pretendida, esa de que estamos bien y estaremos mejor. La voluntad popular la han mutado en eufemismo: un instrument­al más en el oficio serpentear­io en que algunos han convertido lo político partidario. Son fuertes, poderosos. Unos en la oposición, dicen. Otros en el poder, aupados por su claque, que es en lo que han convertido al sector beligerant­e de la sociedad civil que hace política. Que la sociedad civil, como exponente de intereses sociales, haga política, es positivo. Necesario, si esa política la hicieran independie­nte del poder político y no convertido­s en uno de sus brazos. Desamparo en el que estamos. Con una sociedad civil cooptada, legitimado­ra de lo incorrecto. Seducida por los oropeles del poder en vez de resistir y defender los derechos de los demás, cuyos intereses dicen representa­r. Pero es de la confrontac­ión partidaria sectaria de la que nos ocupamos ahora, entre el partido gobernante y los partidos aliados, sojuzgados por intereses particular­es y la egolatría de sus dirigentes. Es la polarizaci­ón por la que estamos amenazados en quedar atrapados. La convenienc­ia nacional podría estar induciendo la toma de la tercera senda, componiénd­ose en el Partido Liberal.

Es de esperar que su dirigencia y su liderazgo estén a la altura de las exigencias sociales en la coyuntura

Un pueblo sabio no debe sentir ni pensar como un gobernante que en su miedo solo ve muros”.

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