Violencia en colegios
Que la violencia que acecha a nuestros jóvenes haya traspasado desde hace tiempo los portones de los centros educativos muestra la gravedad de este problema social. El ambiente de intranquilidad que prima en algunos colegios dista mucho de ser el adecuado para la enseñanza y el aprendizaje, un binomio que ya tiene sus propios y particulares retos como para que, encima, se vuelva un asunto de vida o muerte. Y la presencia de uniformados no hace sino recordar a los alumnos y maestros la desconfianza que se ha ido anidando en el medio. La capital es uno de los principales exponentes de esta situación que se vive en distintos colegios que más parecen una extensión de los peligros que hay en la calle y que nunca debieron irse de la mano de las autoridades.
Según algunas estimaciones, entre 2010 y 2016 murieron más de 21 mil jóvenes estudiantes, sobre todo colegiales, producto de hechos criminales y delincuenciales que ocurren alrededor de los centros educativos. Una de las razones por las que también más de una decena de institutos en horario nocturno debieron cerrar sus puertas. En algunos casos, los actos violentos han sido fomentados por los mismos estudiantes. El anuncio de la Secretaría de Educación de una estrategia para prevenir actos de violencia en veinte colegios vulnerables de la capital alienta la esperanza para estos jóvenes, la mayoría de escasos recursos económicos, y para sus maestros, quienes han pedido más voluntad del Estado para recuperar estos centros. El proyecto Miles de Manos, una estrategia regional de prevención de la violencia auspiciada por la Cooperación Alemana y el BID, será llevado a estos colegios ubicados en zonas conflictivas, e incluye activamente a los padres de familia y docentes. La común unidad entre estos actores del sistema educativo será el sólido blindaje de estos jóvenes en medio de tantos peligros como las drogas y las maras y pandillas.
El Estado destina millonarias cantidades de recursos en el combate a la criminalidad, mediante la reacción, disuasión y represión ante el delito, pero es la prevención la piedra angular sobre la que debe cimentarse la construcción de una sociedad sin violencia