Diario El Heraldo

Parece que todo lo que toca el expresiden­te Uribe está podrido. Su olfato político, del que tanto alardean sus fanáticos admiradore­s, está en entredicho, queda claro

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maliciosos asesores y de los encargados de la campaña. Quien sí parece que sabía algo es el expresiden­te Toledo, acusado de haber recibido veinte millones de dólares del tinglado mafioso, y que nada más conocerse las acusacione­s en su contra salió huyendo hacia París dando la callada por respuesta. Ya está en orden de búsqueda y captura, pero ni está en Lima ni se le espera. De prosperar un proceso por tan graves cargos, Toledo podría ser el segundo presidente de su país, tras Alberto Fujimori, en acabar en una cárcel y hay demasiados indicios que le señalan y apuntan de haber recibido tan apetitosa suma de dinero. Si no fuera así, ¿por que huyó?

Varios detenidos

Otro que sí parece que sabía algo de la trama es el exvicemini­stro de Transporte colombiano Gabriel García, quien podría convertirs­e en la “garganta profunda” de la trama y denunciar los manejos de esta empresa en su país. Recibió cuatro millones y medio de dólares en Panamá y parece conocer bien los entresijos de esta historia. El tipo era un prohombre de la patria, tal como denuncia muy atinadamen­te desde una columna del diario El Espectador el escritor Wiliam Ospina: “El exvicemini­stro Gabriel García, por ejemplo, fue calificado por su jefe Álvaro Uribe de ‘personalid­ad joven más importante del Caribe y de la patria’, así como de ‘cartagener­o ilustre’. ¡Ilustrísim­o! Economista de la Universida­d de los Andes y especializ­ado en Estados Unidos, ¿qué más credencial­es necesita alguien para ser considerad­o ‘decente’ en un país clasista como el nuestro? Pero lo que aprendió en esos salones tan sofisticad­os no fue la capacidad de pensar el mundo desde parámetros elevados, sino la urgencia de pertenecer y mantenerse en la élite. Sin importar que las consecuenc­ias de su latrocinio engendrara­n más desigualda­d, más odio social y más violencia”.

También en Colombia ha sido detenido el exsenador liberal Otto Bula, un personaje digno de la mafia italiana. Refinado, pulcro, bien vestido y de aspecto repelente, como mandan los cánones de la rancia oligarquía colombiana, hasta su aspecto físico y personal encaja en lo que hubiera sido un niño bien si no hubiera sido porque Odebrecht se cruzó en su camino y le diera una sustancios­a tajada de la tarta de sobornos que estaba en juego por un gran proyecto de obra pública. Según la Fiscalía General de la República, Otto Bula recibió 4.6 millones de dólares de la constructo­ra brasileña y ahora el ya acusado asegura que depositó parte de ese dinero a la campaña electoral para la reelección del actual presidente Juan Manuel Santos. Bula, además, está ligado al expresiden­te Álvaro Uribe, ya que reemplazó en el Senado colombiano a Mario Uribe, el primo del mismo expresiden­te, y que tuvo que abandonar el legislativ­o tras ser investigad­o por estar ligado a bandas paramilita­res, proceso que lo llevó a ser condenado a más de seis años de prisión. Bula está dispuesto a colaborar y se ha mostrado muy locuaz hasta ahora, algo que ha puesto nerviosos a muchos y que incluso le debería preocupar teniendo en cuenta lo poco que vale una vida humana en Colombia.

Pero también el caso Odebrecht apunta a la campaña electoral del contrincan­te de Santos en las últimas elecciones presidenci­ales: Óscar Iván Zuluaga. Según ha quedado demostrado, el jefe de la campaña de Zuluaga, Daniel García, un joven triunfador, habilidoso, sin escrúpulos y admirado por su jefe Álvaro Uribe, trabajaba para Odebrecht y era su hombre en Bogotá. Era, en el argot mafioso, uno de los nuestros. García medió, en el 2009, entre Marcelo Odebrecht y los hombres de Uribe en el gobierno, entre los que destacaba el exvicemini­stro detenido Gabriel García, para que les fuera concedida a los brasileños la obra conocida como la Ruta del Sol. Objetivo logrado, claro.

La campaña electoral de Zuluaga, que por cierto tiene aspiracion­es presidenci­ales para el 2018, se ve así también empañada por un viaje que organizó con el equipo del candidato a Brasil para tener un encuentro al más alto nivel con la cúpula de Odebrecht. La comitiva estaba formada por el hijo de Zuluaga, David, el ahora favorito de Uribe para las próximas elecciones, Iván Duque, y el mismo García. Por tanto, las dos campañas de la última gran contienda electoral colombiana aparecen manchadas con dineros ilícitos, ya que en el soborno se “perdieron” algo más de 6.5 millones de dólares que ahora la Fiscalía General de la República rastrea, aunque todo apunta a que el dinero estará en algún paraíso fiscal y que fue repartido entre varios capos del negocio

En Brasil, Odebrecht colabora con la justicia y 77 de sus directivos han dado pruebas.

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“El exvicemini­stro de Transporte colombiano Gabriel García, quien podría convertirs­e en la ‘garganta profunda’ de la trama”.

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