Letras con filo Todo por una diputación
que se pusieron en marcha y por los vínculos con los viejos zorros de la política, que se adueñaron de los partidos tradicionales y de algunos de nueva formación.
Lo de lucha cívica en los comicios electorales ha quedado atrás, hoy más parece espectáculo circense o una obra de teatro bufo, donde los actores ponen en juego una serie de malabarismos que van desde el cambio de rostro, como si fuera un cambio de máscara para impresionar al público, hasta papeles en los cuales los precandidatos salen actuando de las formas más inverosímiles posibles.
Destacar una característica particular como los chocoyos se ha vuelto moneda de curso legal para que un distin- guido político aparezca en los medios de comunicación masiva con su rostro sonrien- te invitando a los electores a que vean su aspecto físico y se detengan en tan particular expresión. Otro aspirante se sube en un taxi, dizque para conocer las necesidades del pueblo y como si esa demostración no fuera suficiente, recorre la principal ruta de los migrantes que se van en busca del sueño americano, para conocer in situ el sufrimiento de nuestros compatriotas.
Gastan dinero a granel, dinero que no recuperarían jamás con el salario que devengarán en caso de salir electos, aun cuando la elección fuera vitalicia. El afán por servir a la patria es desmesurado y no tiene límites. En los procesos electorales internos y generales, seguro que los políticos gastarán más de lo que el eminiciativa pobrecido Estado hondureño invierte en administrar y desarrollar las elecciones.
Es simpático ver a una jovencita subida en una bicicleta para demostrar sus habilidades en biciturismo, aunque de manera habitual se mueva en un lujoso automóvil proporcionado por el Estado en condición de funcionaria estatal.
¡Ah! Y qué decir del precandidato que en atractiva moto, de las mejores cotizadas en el mundo, llega a una gasolinera a llenar el tanque de gasolina para demostrar las constantes y groseras subidas de precio de este vital recurso energético; seguro que esa acción no está impulsada por la protesta, la motivación es otra, se busca captar con esa singular la admiración de la población, con vista a un proceso electoral en curso.
Ajá, ¿y el candidato a la presidencia de la República que tiene que llorar para demostrar su inmenso dolor ante un juicio que, según él, es injusto? Este caso también entra en los asuntos raros que los políticos hacen para acariciar de cerca el poder de la nación.
Para que el país recupere su condición de ser parte del concierto de las naciones civilizadas hay que devolverle a la política su condición de ciencia, ciencia que busca la toma de decisiones para alcanzar objetivos claros para la solución de problemas y promover el desarrollo. Las extravagancias no construyen
Para que el país recupere su condición de ser parte del concierto de las naciones civilizadas hay que devolverle a la política su condición de ciencia”.