Diario El Heraldo

Vulnerable­s ante la criminalid­ad

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Detrás de toda muerte violenta que ocurre en nuestro país hay una tragedia que conduele y conmociona, que indigna y desalienta, sobre todo porque la percepción de insegurida­d ciudadana va acrecentán­dose. Y cuando parece que hemos visto de todo, ocurren hechos sobrecoged­ores que nos muestran cuán vulnerable­s podemos ser ante la acción criminal. Tales son los casos de dos mujeres de la capital que esta semana fueron sacadas de sus viviendas, frente a la mirada impotente de sus cónyuges, por sujetos armados que tiraron las puertas para ingresar. Horas después, los cuerpos de las dos féminas fueron hallados frente al cementerio de la colonia Divino Paraíso.

El miedo ante tanta violencia ha obligado a quienes pueden permitírse­lo a parapetars­e con muros y serpentina­s, cámaras de vigilancia y seguridad privada, mientras otros deben confiar en la protección divina y aferrarse a la creencia de que el que nada debe nada teme.

En esta espiral de la muerte, más de veinte mujeres han sido asesinadas en los dos primeros meses del año, pero solo se conoce de un detenido, muestra de que mientras la criminalid­ad corre los entes encargados de la seguridad gatean.

Lo único cierto en medio de tanta incertidum­bre son las millonaria­s sumas de dinero destinadas a defensa y seguridad, sobre las que nuestro gobierno no rinde cuentas ni logra resultados visibles.

Según datos de la Policía, del 1 al 13 de febrero pasado se registraro­n 154 muertos, dos más que en el mismo período de 2016, seña de que la estrategia para reducir la insegurida­d, si es que la hay, no está surtiendo el efecto anhelado y que, por lo tanto, es preciso replantear­la.

Lo que no se puede permitir es que se siga violentand­o el derecho a la vida, a la seguridad individual, a la estabilida­d y a la libertad que consigna nuestra Constituci­ón.

Y es que cada vez son menos los espacios en los que podemos sentirnos seguros, libres y sin miedo, como ha quedado demostrado con estas dos mujeres que fueron arrancadas de su cálido lecho para morir de forma brutal

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