Letras con fiLo Apostando al fracaso ajeno
llegado un cierto momento, “claman” por un nuevo tipo de relaciones sociales de producción. Sentíamos una cierta satisfacción cuando había conflictos y los niveles de pobreza aumentaban, eso estimularía los cambios, bajo el supuesto de que los pobres enarbolarían la bandera de la revolución. Si bien es cierto, el capitalismo como sistema cada día se muestra impotente para resolver los problemas de la sociedad.
Tanto que, hoy en día, no solo está en peligro un sistema, la sociedad misma está en peligro con las armas de destrucción masiva desarrolladas por las grandes potencias, con la devastación de los recursos naturales, con el aumento de los niveles de pobreza y los altos índices de violencia que vive el mundo. Un poco lejano de aquellas utopías, se observa en los espacios de la política una tendencia similar.
Los políticos han quedado desarmados, se les agotó su agenda, ya no tienen nada que ofrecer, porque no tienen cómo cumplir sus promesas de campaña, no ofrecen nada sustantivo, excepto su sonrisa y su forzada condición histriónica. Muchos se dan cuenta de que los problemas que vive Honduras son estructurales, de difícil solución en cualquier gobierno que venga; pero ahí los vemos, buscando indigentes en las calles, en los barrios y basureros, para, micrófono en mano, erigirse como redentores y acusar al gobierno de indolente. Ellos saben que históricamente el responsable es un sistema perverso, que no ofrece respuestas a los problemas que vive el país; pero resulta menos comprometedor atacar a un gobierno y no a un sistema, del cual muchos de los que hoy se levantan con aires de redentores, también tienen responsabilidad en el atraso y miseria que vive el pueblo hondureño.
Los políticos, de uno y de otro signo, deberían de empezar por hacer un balance de la situación grave por la cual atraviesa la nación, reconociendo que un esfuerzo por salir de la crisis y permitir la gobernabilidad requiere del concurso de todos los hondureños. Seguir alimentando la confrontación en la coyuntura actual, donde no se avizora un liderazgo ca- paz de unir los distintos intereses que tienen dividida a la sociedad hondureña, es seguir dando palos de ciego.
Con un gobierno excluyente y una oposición atenta a los errores para lanzarse cual mesías para asumir el control del país, es poco probable que salgamos de la catástrofe que nos amenaza día a día. Se está promoviendo mucho odio por parte de los políticos, pero el odio hace sentir momentáneamente satisfacción al que lo pregona y, desde luego, algunos que lo escuchan se sienten representados. Pero el odio tiene una gran desventaja: no construye.
Una propuesta creíble, con liderazgo serio, sería una buena contribución a la sociedad
Con un gobierno excluyente y una oposición atenta a los errores para lanzarse cual mesías para asumir el control del país, es poco probable que salgamos de la catástrofe que nos amenaza día a día”.