Otra vez la alfabetización
Apunto de iniciar el proceso de alfabetización a cargo de los estudiantes de último año de secundaria, unos 60 mil a nivel nacional, vuelve a estar sobre el tapete el debate que surgió en la gestión de Marlon Escoto y que sigue sin alcanzar un consenso entre las partes involucradas.
Por un lado, nadie puede negar la importancia que tiene para el país reducir el analfabetismo que afecta a más de 630 mil hondureños mayores de 15 años. La labor de los alfabetizadores, según datos del programa Educatodos, impactaría en unas 310 mil personas durante este 2017, lo que permitiría reducir a un 5% la tasa de analfabetismo.
Pero por otro lado están las dudas, razonables, de quienes cuestionan la efectividad y calidad de un programa de tal significancia en manos de unos adolescentes. Y es que la experiencia del programa de alfabetización insertado en el Trabajo Educativo Social (TES), requisito para que los estudiantes de último de diversificado se gradúen, ha sido como mínimo desconcertante.
No solo plantea inquietudes sobre la aptitud de los jóvenes alfabetizadores, sino también un dilema moral ante las motivaciones de los beneficiarios, que han convertido en un negocio el regalo invaluable de aprender a leer y escribir.
Como ya lo hemos señalado en esta columna editorial, el proyecto de alfabetización no debe estar orientado al cumplimiento de metas cortoplacistas, sino que debe ser parte de un plan integral en el que deben involucrarse otros actores, como las ONG, maestros jubilados, universidades, sector privado y sociedad civil. Además, en su edición de este lunes EL HERALDO dio a conocer las precarias condiciones en las que reciben clases los alumnos de un centro de educación básica en Valle, sentados sobre llantas y troncos de árboles. Pese a su voluminoso presupuesto, que se va sobre todo en salarios, la Secretaría de Educación tiene una deuda pendiente con la infraestructura escolar.
En este contexto, el TES tiene otras oportunidades donde puede aprovecharse, poniendo el esfuerzo de los jóvenes en tareas como la mejora de la infraestructura, que sigue siendo tan precaria en el país